México, el reino de la basura
Iván Restrepo
El pasado 17 de diciembre,
la reportera Laura Poy Solano ofreció un desalentador panorama sobre la
basura en México. Reveló, entre otras cosas, que cada día se generan
poco más de 100 mil toneladas (53.1 millones al año) y apenas se
recolecta 84 por ciento. En promedio, cada día se producen 1.2
kilogramos de basura. Según Laura, tan elevada cantidad de basura se
debe al incremento de la población urbana, a los cambios en los patrones
de consumo, al desarrollo industrial y los avances tecnológicos.
En paralelo, no existen efectivos programas oficiales que alienten la
generación de menos desechos en los hogares, la industria y el
comercio. Y es que la basura se compone de bienes que cuestan al país en
recursos de toda índole y, además, ocasiona severos daños al ambiente y
la salud pública, pues los desechos se localizan en las ciudades y en
los poblados más aislados, en las cuencas hidrográficas que las llevan
al mar y la zona costera.Desde hace 40 años diversos especialistas y el gobierno han estudiado el problema. El primer trabajo sobre el tema data de 1981 gracias a una colaboración entre la Universidad de Arizona en Tucson y el Centro de Ecodesarrollo de México. La idea fue del doctor William Rathje, pionero de esos estudios en el mundo. Conjuntamente investigamos la basura que tiraban Ciudad de México y otras de Estados Unidos. Los frutos de esa colaboración se divulgaron en dos libros: La basura, consumo y desperdicio en el Distrito Federal, escrito conjuntamente con el doctor David Phillips. Lo patrocinó el Instituto Nacional del Consumidor, cuando lo dirigia Enrique Rubio; y Los demonios del consumo: basura y contaminación, donde, junto con Gerardo Bernache y William Rathje, mostramos los daños que decenas de productos empleados en el hogar ocasionan a la salud y el ambiente. Además, una exposición que organicé con el promotor cultural Felipe Ehrenberg en la segunda sección del bosque de Chapultepec (la llamé Cuando la basura nos alcance) permitió que 500 mil visitantes se dieran cuenta del problema que significaba en la ciudad y el país en general.
Gerardo Bernache, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores
en Antropología Social, sede Guadalajara, lleva años analizando la
basura de dicha ciudad y su área conurbada. Gracias a la colaboración
que ha logrado con otros especialistas sabemos lo que pasa en otras
urbes del país. Sus investigaciones y propuestas para solucionar el
problema tienen la ventaja de que pueden aplicarse en todo México. Pero
las ignoran las autoridades. Por su parte, Héctor Castillo Bertier ha
documentado el quehacer de los pepenadores, quienes rescatan de la
basura todo lo que puede reciclarse o reutilizarse.
En todos los trabajos realizados por especialistas y organismos
gubernamentales se advierte la necesidad de resolver el problema con
sistemas productivos menos generadores de desechos, con la utilización
en los hogares de hasta el último gramo de comida en buen estado (hoy se
tira en promedio 10 por ciento de la que adquiere cada familia), con
procesos de reciclaje modernos, y enviando lo demás a rellenos
sanitarios que cumplan con las normas internacionales en la materia, o
creando abono en hogares o sitios especiales.
Desde hace décadas el Poder Legislativo y las instancias oficiales
aprueban medidas muy claras sobre el manejo adecuado y la correcta
disposición final de la basura de los hogares y las actividades
económicas. La realidad muestra que se cumplen en mínima parte. Mención
especial merece el confinamiento de los residuos peligrosos provenientes
de la industria. México no dispone todavía de suficientes. Y cuando los
ha querido establecer recibe el justo rechazo ciudadano, como en
General Cepeda, Coahuila, y en Guadalcazar, San Luis Potosí. Una vez
más, se ignoran las normas oficiales sobre la materia.
El nuevo gobierno todavía no informa sobre su política para reducir
la generación de desechos en los hogares y la industria, para
reciclarlos, reutilizarlos al máximo. No necesita inventar el agua
tibia. Sólo se requiere hacer cumplir la legislación vigente en la
materia.
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