Fidel Castro: el atleta mayor de Cuba
Escrito por
José Francisco Reinoso Zayas, Jit
A seis décadas de exponer los principios de la política deportiva
nacional, Cuba y los deportistas de la Isla recuerdan al padre del
movimiento deportivo en la Revolución.
A seis décadas de exponer los principios de la política deportiva nacional, Cuba y los deportistas de la Isla recuerdan al Atleta Mayor, Fidel Castro, padre del movimiento deportivo en la Revolución a partir del 1 de enero de 1959.
Veintiocho días después del triunfo revolucionario, el Comandante en
Jefe declaró en la Ciudad Deportiva de La Habana: «...venimos decididos a
impulsar el deporte y llevarlo tan lejos como sea posible...».
«El deporte es fuente de voluntad, constancia, vigor físico y
agilidad mental (...) No me parece correcto que los héroes del deporte,
nuestros campeones, queden después en la miseria. Eso no sería estímulo
al deporte», remarcó Fidel.
También afirmó entonces: «Construiremos miles y miles de campos en
toda la República (...) Nuestro nivel deportivo es muy bajo. Debemos
aspirar a elevarlo rápidamente, dando esa oportunidad de desarrollarlo a
todos los atletas por igual...».
«El mejor estímulo que puede crearse para el atleta es asegurarle su
retiro y saber premiar a los que llegan a campeones», abundó.
Gracias a ese ideario y a la realidad de su prédica, niños, jóvenes y
mayores pudieron rubricar sueños a través del movimiento creado, con
los juegos nacionales escolares, los campeonatos de primera categoría en
múltiples disciplinas, las actividades deportivas para los
trabajadores, los juegos de montaña y la atención a discapacitados.
Su entusiasmo de los años estudiantiles del Colegio de Belén y de La
Universidad de La Habana, centros en los que practicó béisbol, fútbol,
atletismo y baloncesto, lo mantuvo con creces en la voluntad de lograr
un deporte de nuevo tipo en el país, humanista, solidario y en beneficio
de la salud del pueblo.
Tres acontecimientos marcaron el derrotero atlético en los primeros
años de la Revolución: la estructuración de una Serie Nacional de
Béisbol, convertida en el principal espectáculo en nuestro archipiélago,
con una concepción nueva que aglutinó a jugadores de todo el país; la
creación del organismo rector del deporte, la educación física y la
recreación (Inder) y la definición de esta actividad como un derecho del
pueblo.
Junto a ello aparecieron las escuelas provinciales de iniciación
deportiva, las academias, los centros juveniles y nacionales de alto
rendimiento, las escuelas de formación para profesores de educación
física y de orden superior, los estadios de béisbol en todas las
provincias y otras instalaciones, a lo largo y ancho del país.
Aumentó también paulatinamente la participación cubana en eventos
internacionales y a la par se escribieron páginas gloriosas de defensa a
la soberanía y de la dignidad, cuando fuerzas externas intentaron
cerrar el escenario de certámenes deportivos a representaciones del país
antillano.
En esos momentos creció la imagen de Fidel, quien infringió derrotas
morales a los enemigos de Cuba como en 1966, año en que el gobierno de
Estados Unidos pretendió evitar la presencia de la delegación tricolor
en los Juegos Centroamericanos y del Caribe con sede en Puerto Rico.
Asimismo se le vio aquí y allá, en medio de sus responsabilidades
como jefe de Estado, practicando béisbol, tiro deportivo, caza
submarina, pesca, baloncesto, ajedrez, tenis de mesa; asistiendo a
recibimientos de equipos y delegaciones o a eventos de diferentes
deportes como atletismo, fútbol, boxeo, judo, pesas, polo acuático,
remo, voleibol y muchos otros.
Fidel respaldó permanentemente la inclusión de la mujer en la
actividad deportiva, la enseñanza de la educación física en las niñas
campesinas y compartió momentos inolvidables con las flamantes Morenas
del Caribe, campeonas mundiales y tres veces titulares olímpicas, así
como con baloncestistas, atletas, judocas, esgrimistas...
Aun se rememora su sensibilidad ante los accidentes domésticos que
experimentaron la Tormenta del Caribe, Ana Fidelia Quirot, y el pelotero
de Industriales y la selección nacional Juan Padilla Alonso.
Resultó de gran impacto humano el seguimiento dado por Fidel a ambos
deportistas, así como la defensa que desarrolló por el prestigio del
Príncipe de las Alturas y recordista mundial de salto alto, Javier
Sotomayor, a quien acusaron injustamente de dopaje en los Juegos
Panamericanos de Winnipeg.
Su legado deportivo es inconmensurable debido a los principios
esgrimidos permanentemente, su preocupación por el bienestar y la
atención a los deportistas y por la pureza del olimpismo y del
movimiento deportivo cubano, que tiene hoy a muchos monarcas olímpicos,
mundiales, panamericanos y centroamericanos, en uno y otro sexo.
A 60 años de aquellas directrices en el deporte, expuestas por
nuestro inolvidable líder, rememoramos de forma sintética los argumentos
por los que glorias deportivas, aficionados, seguidores de la actividad
del músculo y la población en general consideran a Fidel Castro como El
Atleta Mayor de Cuba.
(*) El autor fue portero de la selección nacional de fútbol y presidente de la Asociación de Fútbol de Cuba.
(*) El autor fue portero de la selección nacional de fútbol y presidente de la Asociación de Fútbol de Cuba.
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