Bajo La Lupa
Trump sale de Siria y se medio retira de Afganistán, pero se queda en Irak // Se gesta la divisón norte-sur de Medio Oriente
Alfredo Jalife-Rahme
▲ Donald Trump y Melania Trump se reunieron el jueves con soldados de su
país en la base aérea de Ramstein, Alemania. El presidente
estadunidense aprovechó una visita relámpago a sus tropas en Irak para
defender su retirada de Siria y declarar que ha llegado a su fin el
papel de Estados Unidos como policía global.
Foto Afp
En la Era de los misiles hipersónicos, como el icónico Avangard que exulta el zar Vlady
Putin, cambiaron radicalmente las coordenadas del tiempo y el espacio,
cuando una invasión militar puede ser paradójicamente más incómoda que
benéfica (http://bit.ly/2QaKTSt)”.
Varios medios de Estados Unidos confesaron que carecen de
defensa algunacontra el misil hipersónico ruso Avangard (http://bit.ly/2QbcQtc), lo cual adelanté hace casi un año (http://bit.ly/2OTZvX3).
Trump anunció en forma intempestiva la salida del ejército estadunidense de Siria y su retirada
a mediasen Afganistán, donde mantiene 14 mil tropas que serán reducidas a la mitad, mientras fortalece su presencia en Irak (http://bit.ly/2VhU3QX), lo cual orilló al secretario del Pentágono, general James Ma-ttis, a presentar su renuncia en términos poco amables (http://bit.ly/2rW2LGR).
Trump se queda sin los militares con quienes inició su polémico
mandato: el teniente general Michael Flynn y los generales H.R.
McMaster, James Mattis y John Kelly, pero en su calidad de comandante
supremo de las fuerzas armadas de Estados Unidos visitó, con su esposa
Melania, la base aérea Al-Assad en Irak occidental, con el fin de diluir
las protestas domésticas de sus adversarios e iniciar su campaña de
relección.
A mi juicio, el redespliegue de Trump es para concentrarse en sus dos
grandes guerras –geoeconómica y geopolítica– contra China, como declaré
a CNN (http://bit.ly/2QawrK0).
La derrota de Estados Unidos desde Siria hasta Afganistán es de los Bush, Obama y Hillary Clinton; no de Trump.
La cartografía de Medio Oriente cambió dramáticamente con vencedores y
perdedores: entre los primeros, Rusia, Irán, Turquía; y entre los
segundos, Estados Unidos, los kurdos (http://bit.ly/2Q7RJYU), Israel y la mayoría de las seis petromonarquías del Golfo, con la excepción de Catar.
Durante mi reciente estancia en Estambul, detecté el eje conformado
por Turquía/Irán/Catar/Hamas (Gaza), lo cual deja atrás el simplismo
maniqueo de sunitas contra chiítas que beneficia las balcanizaciones
israelí-anglosajonas.
Se gesta la división de Medio-Oriente entre su geografía norteña más poderosa (Turquía/Irán/Pakistán) y sureña,
primordialmente empantanada con su guerra en Yemen –la cual había sido
anticipada por Alastair Crooke, ex agente británico, luego asesor del
canciller europeo Javier Solana y hoy connotado analista de Strategic
Culture.
Es probable que, además de los dos trascendentales factores del misil supersónico ruso Avangard y de las dos guerras –geoeconómica y geopolítica– de Trump contra China, haya contribuido el
efecto Khashoggi.
No pasaron desapercibidos tanto la inusitada dureza del Congreso
contra la presencia de Arabia Saudita en Yemen como el reporte de la CIA
contra el príncipe heredero Mohamed Bin Salmán, quien nunca ocultó su
repugnancia hacia sus
tres villanos: Turquía, Irán y el
extremismo islámico(https://reut.rs/2Q7QngM ).
Los vacíos siempre se llenan. Sputnik anuncia que “Turquía continúa la concentración de tankers y artillería cerca de su frontera con Siria”, donde se concentran los kurdos “apoyados ( sic)” por Estados Unidos e Israel (http://bit.ly/2QaCIWc).
También el portal ruso asevera que el “Kremlin confirma el control de la estratégica ciudad de Manbij por el ejército sirio (http://bit.ly/2VciQWB)”.
La intempestiva salida de Trump de Siria y su media retirada de
Afganistán han tenido reverberaciones con el trueque de las alianzas
intermitentes: visita del presidente sudanés Omar al-Bashir a Siria;
reapertura de la embajada de Emiratos Árabes Unidos en Damasco; probable
invitación del presidente sirio Al Assad a la próxima cumbre de la Liga
Árabe de marzo en Túnez; cambio del gabinete en Arabia Saudita,
etcétera.
De no ser por la concentración del ejército de Estados Unidos en Irak
–donde tampoco es muy bien recibido que se diga frente a la protesta de
la mayoría de los chiítas pro-iraníes que piden la expulsión del
ejército ocupante después de 17 años–, ahora estuviésemos ante la
concreción del
corredor chiíta–eco del famoso
Creciente chiítaque adelanté hace 12 años (http://bit.ly/2Qcvcdo)– desde Teherán hasta Beirut.
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