El sionismo se supera día a día en su sed de crímenes
La
sed de crímenes de Israel parece no tener límites y cada día comete más
violaciones de los derechos humanos con el pueblo palestino.
El
régimen israelí día a día comete nuevas y más atroces acciones contra
Palestina y su pueblo, comprobando, que en materia de violar los
derechos de los hombres y mujeres que habitan esta tierra, de infringir
el derecho internacional y en ello ser apoyado por países cómplices de
la ocupación y colonización, es una entidad que se supera, cínicamente,
en forma permanente.
Al menos que exista un reconocimiento para aquel que se destaca en
ocupar, colonizar, asesinar y generar un sistema de apartheid en
Palestina, esa superación sionista sólo visualiza la necesidad de
derrotar a quien hace de la muerte de otros seres humanos su forma de
concretar una identidad nacida en oscuras maniobras entre las potencias
vencedoras de la Segunda Guerra Mundial. Sometidas a una especie de
“crisis de conciencia” frente a los crímenes cometidos por
el nacionalsocialismo en los años de esa guerra. Lo sintomático es, que
el sentimiento de culpabilidad sólo favoreció a las víctimas judías pero
no a millones de soviéticos, gitanos, presos políticos alemanes,
deficientes mentales entre otros. Una realidad que muestra la habilidad
del lobby sionista en masificar su “esclarecimiento” su hasbara que ha
inundado al mundo con sus historias y mitos históricos y religiosos.
Dinero para Afianzar el sionismo
Comenzó a desarrollarse así lo que intelectual estadounidense de
religión judía, Norman Finkelstein denomina “La Industria del
Holocausto” cuyos efectos los ha tenido que pagar el pueblo palestino
convertido hoy en la víctima del que antaño lo era y hoy devenido en
victimario. “Finkelstein descubre la doble extorsión a la que los grupos
de presión judíos han sometido a Suiza y Alemania y a los legítimos
reclamantes judíos del Holocausto y denuncia que los fondos de
indemnización no han sido utilizados en su mayor parte para ayudar a los
supervivientes del Holocausto, sino para mantener en funcionamiento la
industria del Holocausto”
En los últimos setenta años —desde el nacimiento de la entidad
sionista— el 14 mayo de 1948, Palestina ha sufrido un proceso de
ocupación y colonización de su territorio a manos de todos los gobiernos
israelíes, sin excepción. Un régimen surgido tras la puesta en práctica
de la recomendación establecida en la Resolución Nº 181 de la
Organización de las Naciones Unidas –la ONU– del 29 Noviembre del año
1947, que dio la basa para definir la partición de una tierra, que en un
56,47% este organismo exhortó fuese asignada a colonos judíos de origen
europeo, en desmedro de una población palestina, que sin derecho a
apelación vio fragmentada su tierra a un 43,53%. Al-Quds (Jerusalén),
con 100.000 judíos y 105.000 árabes, fue declarada corpus separátum.
La partición fue aceptada, con toda lógica por los sionistas, toda
vez que los judíos eran propietarios de sólo el 6% del territorio, no
sin antes constatar que las presiones del lobby sionista y los intereses
de las superpotencias surgidas tras la Segunda Guerra Mundial tuvieron
un papel trascendental. Una división del territorio palestino,
concretada en el marco del nacimiento de Israel, el mismo día que el
mandato británico sobre Palestina llegaba a su fin – mayo del año 1948
-. Pero, ese porcentaje adjudicado en forma inconsulta y a contrapelo
de los derechos palestinos, era insuficiente para el sionismo, que con
apetito desmedido ansiaba conquistar todo el territorio palestino
mediante un proceso de judaización, donde la violencia y la agresión
crónica han ido en apoyo de esta tarea de conquista y que ha dejado
reducida a Palestina, en la actualidad, a menos del 10% de su superficie
original.
La ocupación de Palestina, la alianza tejida entre el imperialismo
estadounidense, el sionismo israelí y el wahabismo saudí han marcado
parte importante de un contencioso que signa el desarrollo de los
acontecimientos en el Levante Mediterráneo y por extensión a Oriente
Medio. Sobre todo con un sionismo que se destaca en su papel de entidad
perversa, criminal, que desde su entrada en Palestina desde fines del
Siglo XIX sirvió, primero, de lanza del imperialismo británico a inicios
del siglo XX y del imperialismo estadounidense desde fines de la
Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad, con un papel añadido:
centrar sus ataques contra la comunidad del Islam y generar procesos de
desestabilización contra la República Islámica de Irán. Consigno,
igualmente, las herramientas utilizadas por el sionismo para limpiar su
imagen y de la necesidad de poner fin a esta ideología como alternativa
para alcanzar la paz en la región y entre ello la autodeterminación del
pueblo palestino.
La instalación del régimen sionista en Palestina ha significado, por
ejemplo, el mismo año de su nacimiento, la expulsión de 700 mil
palestinos de sus tierras históricas en lo que se conoce como la Nakba
–catástrofe en árabe– acompañada de la destrucción de aldeas, pueblos y
ciudades palestinas en un proceso de limpieza étnica, que ha continuado
hasta el día de hoy. Todo ello con la acción contínua de tres delitos
mayores en el plano del derecho internacional y que no prescriben:
crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y genocidio equiparables
en su gravedad y que han sido establecidos en el llamado Estatuto de
Roma de la Corte penal Internacional (CPI). En Palestina, cualquier
tribunal internacional que investigara la conducta de Israel en estos 70
años encontraría abundantes pruebas de los dos primeros delitos y
argumentos más que suficientes para sostener el tercero de ellos.
Tras la proclamación de Israel el año 1948, todas sus
administraciones políticas, sin distinción entre laboristas, Likud o
partidos ultranacionalistas y religiosos, han tenido como centro de su
accionar, en el plano político interno y externo, el impedir la
autodeterminación del pueblo palestino. Los procesos de paz en los
cuales Israel ha contado con la ayuda incondicional y complicidad de
Estados Unidos y sus socios europeos, han significado, simplemente,
dilatar el cumplimiento de las resoluciones internacionales respecto a:
abandonar los territorios ocupados, permitir el retorno de los
refugiados, desmantelar el muro que divide Cisjordania y dejar de
construir asentamientos poblados con colonos extranjeros. Hoy incluso
aliados del sionismo como el gobierno australiano, presidido por Scott
Morrison del Partido Liberal – reconocido cristiano evangélico pro
sionista - que ha decidido reconocer a Al-Quds Oeste como Capital de
Israel, violando con ello el estatus legal y todas las resoluciones de
la ONU con relación a esta ciudad. Una medida en correspondencia con la
política pro-sionista de Washington que en diciembre de 2017 anunció el
traslado de su embajada, un aviso que generó duras críticas tanto de los
palestinos como de líderes internacionales.
Con su conducta violatoria del derecho internacional, los regímenes
israelíes han convertido en letra muerta, cada negociación que se ha
llevado a cabo, destacando en ello cada uno de los puntos de los
denominados Acuerdos de Oslo, prueba irrefutable que Israel jamás estuvo
dispuesta a cumplir sus compromisos internacionales y prueba,
igualmente, que la autodenominada “mayor democracia de Oriente Medio” es
simplemente una entidad falsaria, que basa ese mito en el trabajo
multimillonario de su estrategia de hasbara, destinada a higienizar una
sociedad mayoritariamente amoral, violenta y desquiciada.
Este año 2018 ha sido especialmente violento en las acciones llevadas
a cabo por el régimen de Tel Aviv contra la población palestina, sobre
todo contra aquella situada en la bloqueada Franja de Gaza, que desde el
30 de marzo de este año 2018 se manifiesta cada viernes en la
denominada “Marchas por el Retorno” en las inmediaciones de la valla que
separa este enclave costero de la Palestina Históricapalestino. Una
Campaña de protesta cuyo objetivo estratégico es denunciar la ocupación
de los territorios palestinos por parte del sionismo y el bloqueo al
cual está sometida la Franja de Gaza desde el año 2006. El mensaje es
claro: los palestinos se aferran y se aferrarán a su suelo y al legítimo
retorno avalado por gran parte de las resoluciones de la ONU respecto a
la ocupación ilegítima de Israel sobre palestina.
No hay paz posible sin la desaparición del sionismo
Después de cada acción militar, saldada con innumerables muertos
palestinos: niños, mujeres, hombres, destrucción de su escasa
infraestructura. Miles de heridos, encarcelados, bloqueos, castigos
colectivos, cierre de escuelas, corte de agua y energía. Tras cada
acción calificada abrumadoramente como criminal, algún personaje de
cierta relevancia suele decir “¡Necesitamos reactivar el proceso de paz
entre Palestina e Israel!” y con ello cree haber descubierto la rueda o
algún proceso político de nueva hornada, que traerá la paz a Palestina,
desconociendo la conducta llevada a cabo por Israel, en forma crónica
desde su nacimiento.
¿A qué proceso de paz o negociación nos referimos cuando salta a la
palestra este llamado? ¡A ninguno! No existe tal desarrollo de
conversaciones, no existe tal posibilidad de paz, pues todo murió desde
el momento que se firmaron los Acuerdos de Oslo, cuyo incumplimiento
consolidó la sospecha que la autodeterminación del pueblo palestino era
sólo una charada, un anzuelo para pescar incautos. Un señuelo destinado a
ganar tiempo, para que el sionismo comenzara a concretar su obra
exterminadora con objetivos evidentes: Servir como punta de lanza de los
intereses globales del imperialismo. Dominar Palestina, sus recursos
acuíferos y de hidrocarburos en la costa gazetí. Controlar la frontera
con El Líbano, Siria, Jordania y Egipto respondiendo a los intereses de
la triada conformada por el imperialismo, el wahabismo saudí y el
sionismo, haciendo así inviable la posibilidad de un Estado Palestino
manteniendo una hegemonía occidental con lacayos regionales.
Para Norman Finkelstein, Profesor de Teoría Política y un
especialista en el conflicto palestino-israelí “Los ataques de Israel a
Palestina han sido diseñados para sabotear un posible compromiso de paz
con los palestinos, aun cuando los términos de este le favorezcan
ampliamente”. Es, en este marco, donde los ataques contra el pueblo
palestino se han incrementado aunque ello signifique involucrar otros
países y movimientos de resistencia. Ya sea con el estallido de la
primera Intifada el año 1987 y su desarrollo hasta el año 1995. La
segunda Intifada con punto de inicio contemporánea con el comienzo de la
llamada Guerra contra el terror por parte de Estados Unidos y sus
aliados tras los atentados de septiembre del 2001 en territorio
estadounidense.
Una segunda Intifada que tendrá su corolario con la Operación “Días
de Penitencia” llevada a cabo por Israel contra Gaza en septiembre del
año 2004 y el inicio del bloqueo a ese enclave a partir del año 2006
tras el triunfo del Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina
(HAMAS) en las elecciones generales palestinas llevadas a cabo ara
elegir el Consejo Legislativo palestino (poder legislativo de la
Autoridad Nacional Palestina) que debía elegir al primer ministro. Una
elección que causó la división entre HAMAS y Al-Fatah y la intervención
occidental e Israelí en el proceso para impedir que HAMAS tomara el
control político de Palestina tras su triunfo con el 44% de los votos y
74 de los 132 asientos legislativos, con sanciones y apoyos a la facción
derrotada que llevó a la llamada Guerra de los Hermanos, generándose la
Wakseh –la humillación en árabe– determinándose además, por parte de
Israel un bloqueo que se mantiene hasta el día de hoy.
La situación de bloqueo contra la Franja de Gaza se ha visto
incrementada con las operaciones de agresión y destrucción llevadas a
cabo por Israel contra ese enclave y sus habitantes el año 2008 bajo los
nombres hollywoodenses de “Plomo Fundido”. El año 2012 con el nombre de
“Pilar Defensivo”, y las operaciones del 2014 signadas con la
denominación de “Margen Protector”. A lo mencionado hay que adicionar
los asesinatos iniciados el 30 de marzo del año 2018 mediante el uso de
francotiradores apostados en la valla que separa los territorios de la
Palestina Histórica ocupada y la Franja de Gaza. Día a día nuevos
mártires se suman a la larga lista de muertos en el pueblo palestino,
mientras la entidad sionista afianza sus lazos con Washington, la
Monarquía wahabí y apoya todo proceso de desestabilización de países y
movimientos que tarde o temprano vencerán al sionismo y todo aquello que
representa esta ideología califica en su oportunidad por la propia ONU
como “una forma de racismo y discriminación racial”
Considerando el tiempo transcurrido de este siglo XXI, desde el
inicio de la Intifada Al-Aqsa el año 2000, hasta el cierre de este
artículo, que incluye a los últimos asesinados en Ramalá y los
centenares de asesinados en las denominadas Marchas Por el Retorno a
manos de francotiradores israelíes apostados en la valla que separa la
Franja de Gaza de la Palestina Histórica, la cifra de muertos a manos
del ejército invasor, con apoyo de los colonos armados instalados en los
asentamientos en Cisjordania, es de 9.550 palestinos. El número d
heridos se eleva sobre los 120.000. Esto, según datos recopilados por el
B’TSELEM— el Centro de Información Israelí por los Derechos Humanos en
los Territorios Ocupados— y según los cuales también han muerto durante
este período de tiempo y a causa del conflicto1.246 israelíes.
El poeta nacional palestino Mahmud Darwish nos refiere, que el
combate de su pueblo tiene un componente esencial a la hora de entender
el campo de batalla en que se libra esa lucha contra el opresor: el campo de la memoria. En
el sentido que uno de los actores, el sionismo, pretende borrar,
eliminar, invisibilizar la memoria de un pueblo milenario, su historia,
su lengua, comida, el vestuario, su arqueología, en esencia su cultura,
mediante un proceso de judaización. El otro actor, el pueblo palestino, a
pesar de una política de exterminio puesta en práctica desde el momento
mismo que nace la entidad sionista, lucha día a día para que esa
memoria permanezca, porque esté presente aún en las condiciones más
adversas.
Una Palestina indomable, que haciendo uso de todas las formas de
lucha resiste, para gloria de sus hijos e hijas y para la admiración de
todos aquellos que creemos que más temprano que tarde Palestina será
capaz de alcanzar su plena libertad. Objetivo que se compruebe al
conocerlos en Ramalá, Beit Lahm (Belén), en Ariha, Beit Jala, Beit
Sahour, en Al-Quds y al observar su resistencia empecinada en la Franja
de Gaza. Al hablar con sus hombres y mujeres, al verlos orgullosos
exhibir su identidad como palestinos, a pesar de la ocupación,
colonialismo y apartheid que ha soportado por siete décadas. El Sionismo
podrá superarse en materia de buscar nuevos mecanismo de muerte, en
seguir ocupando y colonizando palestina. Ofreciendo declaraciones
desquiciadas como la del hijo del primer ministro Benjamín Netanyahu,
que ha llamado expulsar a todos los musulmanes de los territorios
ocupados. Pero, esa conducta homicida, intrínseca al sionismo, no podrá
superar nunca la dignidad de un pueblo que día a día se alza con más
orgullo y generando más y más admiración en aquellos que apoyan la
autodeterminación de palestina y condena la ocupación, el racismo y una
colonización sionista, sedienta de sangre, pero cuyo final está cada día
más cercano
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