Por Cuba y América Latina
Publicado 1 enero 2015 (Hace 21 horas 44 minutos)
La victoria revolucionaria de 1959 en la mayor de las Antillas cambió su rumbo y el de toda Latinoamérica
**Tomado de Cubahora
Basta observar las imágenes de los días iniciales de enero de 1959 y leer los cintillos de la prensa, incluida la burguesa, si se quiere entender lo que significaba para el pueblo de Cuba el Triunfo de la Revolución. La primera página de la revista Bohemia titulaba: “Que no vuelva jamás el monstruo” y su editorial en pliegos interiores: “De las tinieblas a la luz”.
Los rostros expresando regocijo pleno, las calles y avenidas repletas de personas apretujándose en el intento de saludar y tocar a los rebeldes al paso de la Caravana de la Libertad, las muchedumbres que se reunían a escuchar los discursos de sus líderes, son elocuentes.
Es que con los barbudos de uniforme verde olivo que bajaban de las montañas, con su recorrido a través de la Isla, llegaba la esperanza de no volver a escuchar el estampido de bombas y disparos en la madrugada, de no volver a encontrar al amanecer cadáveres de jóvenes en cualquier lugar de la nación, de no volver a temer la tortura; de no volver a sufrir esbirros como Rolando Masferrer, Esteban Ventura, Lutgardo Martín Pérez, los hermanos Cañizares, Orlando Piedra, Pilar García, Carratalá, los Tabernilla.
Y pronto vendría más.Vendría el incentivo al auge de los movimientos de liberación en América Latina y el Caribey los desafíos a la hegemonía de los Estados Unidos. Inspirados en la Revolución cubana, quienes en el orbe lucharan por el bienestar de sus pueblos, contarían con su solidaridad militante, que contribuyó a la preparación de cuadros, ayuda material —fundamentalmente algún armamento— y combatientes.
Brotes guerrilleros importantes se produjeron en Venezuela, Guatemala, Colombia, Perú y Bolivia, aunque casi ningún país del área se mantuvo al margen. En Nicaragua, surgiría el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN); en República Dominicana, el Movimiento 14 de Junio (M-14J); el Movimiento Revolucionario 13 de noviembre (MR-13) y las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), en Guatemala; el Frente de Liberación Nacional, en Venezuela; el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), en Perú; las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Colombia, entre muchos otros.
Por ello el historiador marxista británico de origen judío, Eric Hobsbawn, en su conocida Historia del siglo XX escribió que la Revolución cubana “(…) llevó la estrategia guerrillera a las primeras páginas de los periódicos del mundo entero (…)”. Y el Che, en su“Mensaje a la Tricontinental”, emitido desde suelo boliviano en abril de 1967, dice que América empieza a hacerse sentir en la voz de la vanguardia de sus pueblos que es la Revolución cubana.
Indudablemente, la victoria insurreccional del 1º de enero de 1959 en la Isla, devendría el acontecimiento político-social de más trascendencia en América Latina pasadas las primeras cinco décadas de la anterior centuria, e inauguraría una nueva época en la región.
En su libro Absuelto por la historia, el periodista cubano Luis Báez recoge opiniones de personalidades como Carlos Altamirano, exsecretario general del Partido Socialista de Chile, quien aseguró: “(…) La Revolución cubana es el hecho histórico de mayor magnitud ocurrido en nuestro continente en este siglo (…)”; del pintor ecuatoriano Osvaldo Guayasamín, que afirmaba: “(…) es la realización de todos los pueblos que aspiran a ser (…)” ; y de Santiago Carrillo, exsecretario general del Partido Comunista de España, que alababa: “(…) no se repetían recetas (…) se hacía camino al andar (…)”.
“(…) a partir de la Revolución cubana los pueblos de América fueron más (…) independientes y empezaron a actuar de otra forma en la esfera internacional (…)”, expresó el Comandante en Jefe, en la clausura del XVI Congreso de la CTC, el 28 de enero de 1990.
Incluso detractores como el controvertido escritor peruano, Mario Vargas Llosa, en su novela Travesuras de la niña mala,reconocería que jóvenes de los cinco continentes “(…) soñaban con repetir en sus países la gesta de Fidel Castro y sus barbudos (...)”.
Transcurridos 56 años de aquel enero sin igual, el contexto latinoamericano es totalmente diferente y Cuba sigue inspirando a sus habitantes y los de otras latitudes.
*Ivette Villaescusa Padrón es investigadora del Instituto de Historia de Cuba y colaboradora de Cubahora.
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