jueves, 28 de febrero de 2019

Astillero
Guiño de Grupo Monterrey a AMLO // Salazar Lomelín al CCE // El PRI busca dirigente nacional // ¿Alito u Osorio Chong?
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▲ ALIANZA DEL PRI, "SÓLO CON LA CIUDADANÍA". El PRI calificó al actual gobierno de autoritario, excluyente y errático, y aseguró que será una oposición responsable, no complaciente. 
Foto Marco Peláez
Sonrisas, abrazos, aplausos y promesas. El presidente Andrés Manuel López Obrador tomó protesta a Carlos Salazar Lomelín como nuevo dirigente del Consejo Coordinador Empresarial que, con esta carta regiomontana, aspira a mejorar sus relaciones con Palacio Nacional.
Dos veces dijo cerrar trato el tabasqueño con el nuevo representante de los grandes capitales nacionales. En cuanto a más inversión y combate a la pobreza, en dos ocasiones habló de trato hecho. En la apariencia, en lo inmediato, un intento de reposición de la luna de miel que Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia de la República y ahora concertador de inversiones, creyó irrompible hasta que llegó la crisis de la cancelación del proyecto del nuevo aeropuerto internacional.
Salazar Lomelín es una pieza del Grupo Monterrey, también llamado Grupo de los Diez. Específicamente, de Fomento Económico Mexicano, Femsa, cuyo presidente del consejo de administración es José Antonio Fernández Carbajal. En ese consorcio, Salazar fue director general de la Cervecería Cuauhtémoc-Moctezuma y de la División Coca-Cola Femsa.
Con este movimiento, el sector empresarial busca prolongar una tregua de conveniencia con el Presidente de la República. El nuevo líder se comprometió a ayudar al gobierno federal en la lucha contra la corrupción y la pobreza: En la difícil tarea de transformar al país, usted y sus colaboradores no están solos, estamos los empresarios como mexicanos. Me interesa decir que en esta misión no buscamos ningún privilegio, queremos acompañarlo y estamos preparados y capacitados para ayudar.
Desproveído de sus atractivos históricos, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) considera realizar en agosto próximo una desangelada elección de su nuevo dirigente nacional. Claudia Ruiz Massieu Salinas de Gortari, quien semanas atrás paseó por Madrid con su polémico tío que fue presidente de la República, al fin dejará un cargo que nunca pudo ejercer a plenitud y se concentrará en sus tareas como senadora.
Ahora, el PRI está en la lona. Pero no sólo ha sido derrotado sino que lo ha sido de manera casi grotesca. Tenía con Enrique Peña Nieto la Presidencia de la República, luego de 12 años de desierto a causa de la llegada de los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón a Los Pinos, y perdió hasta la camisa (aunque Peña Nieto y su pandilla se llevaron los ajuares completos), siendo superado como principal fuerza opositora por Acción Nacional y llegando a niveles tan bajos de votación en las cámaras legislativas federales que quedó en las tallas mínimas denominadas la chiquillada.
Para suplir a Ruiz Massieu se han mencionado extraoficialmente seis aspirantes, los cuales pueden ser ubicados en tres grupos: el primero lo forman tres ex gobernadores que se colocan en la mesa de juego a sabiendas de que no ganarán, pero deseosos de alcanzar algún premio de consolación: la yucateca Ivonne Ortega (especializada en estos regateos), el oaxaqueño Ulises Ruiz Ortiz (siempre recordado por la sangrienta represión al movimiento social encabezado por la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca) y el duranguense Ismael Hernández Deras (de historias sombrías, como casi de manera natural lo han sido los mandatarios de aquella densa entidad norteña); en un extraño apartado aspiracional está el ex secretario de Salud y ex rector de la UNAM, José Narro, quien de alguna manera intenta dar continuidad a su reciente carrera como priísta) y, en un tercer grupo, los aspirantes reales: el gobernador de Campeche, Alejandro Moreno, llamado Alito, asociado al grupo de los Murat y acusado de pactos con dirigentes de Morena o de la 4T para hacerse del timón tricolor y propiciar más alianzas con el nuevo partido en el poder, y el ahora senador y antes secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien acaba de mostrar, en el proceso de negociaciones de la Guardia Nacional en el Senado, una menor disposición que Alito para alinearse a los planes y deseos de Palacio Nacional.
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