jueves, 28 de febrero de 2019

Alejandro Muñoz, el autoproclamado presidente que no interesa a Washington

Escrito por  Daynet Rodríguez Sotomayor / CubaSí
La más reciente parodia, que ha salido de las fronteras de la virtualidad, es la del autoproclamado presidente de Colombia: Alejandro Muñoz.


Tras la ridícula pero peligrosa autoproclamación por encargo de Juan Guaidó, una operación guiada por EE.UU. para propiciar la intervención en Venezuela y el derrocamiento del legítimo presidente Nicolás Maduro, muchos fueron los memes y burlas que se sucedieron en las redes. Y los ecos todavía continúan.
La más reciente parodia, que ha salido de las fronteras de la virtualidad, es la del autoproclamado presidente de Colombia: Alejandro Muñoz, un actor y humorista.
Ataviado con una banda presidencial, Muñoz se autonombró el lunes como presidente del país sudamericano, en medio de una manifestación en contra de la reunión del "Cartel de Lima", que se celebró en el Palacio San Carlos, sede de la cancillería colombiana, y con la asistencia del vicepresidente estadounidense Mike Pence, quien lideraba allí a los complotados.
Pero Muñoz no logró acaparar mucha gran prensa, más allá de la nota de humor. ¿A quién interesa desestabilizar el gobierno de Iván Duque en Colombia, alumno aventajado y obediente de la Casa Blanca? Nadie ha dado esa orden, ni mucho menos importa promover las peticiones del autoproclamado, que recuerdan algunas cuentas pendientes de los gobiernos colombianos con su pueblo.
Por ejemplo, el primer acto gubernamental de Alejandro Muñoz fue "declarar la paz", con lo que puso el dedo en la llaga de la tragedia colombiana: el logro de una paz definitiva y duradera en un país donde, tras el acuerdo con las guerrillas de la FARC (hoy partido político), se asesinan diariamente a líderes sociales. Según Marcha Patriótica y el Instituto de Estudios para el Desarrollo de la Paz, unos 226 líderes resultaron muertos violentamente entre enero y noviembre de 2018. Y el número crece... Sin contar con que aún son distantes el restañamiento de otras heridas de la guerra: la pobreza, los reasentamientos de refugiados, la entrega de tierras.
Agregó Muñoz el deseo de "un Ejército para la paz y no para la guerra", que por supuesto no le podrá ser concedido cuando las Fuerzas Armadas colombianas son las más cercanas aliadas del Comando Sur estadounidense, y una punta de lanza contra su vecino Venezuela. Y por la misma razón tampoco se le cumplirá su primera "acción internacional": "arreglar con el Gobierno de EE.UU. para que nos saque sus bases militares de este país".
Solo el tema de la paz, hubiera bastado para invisibilizarlo. Pero Muñoz, en su improvisado discurso en clave de humor, cavó su propia tumba como posible político ante los ojos de Trump y compañía cuando habló de "no más narcotráfico, no más neoliberalismo", lo que equivaldría a decir no más Colombia, y no más imperio.
Muñoz dijo otras verdades que merecerían ser titulares. Conminó a Estados Unidos a hacer "la verdadera democracia", recordó que "detrás de cada presidente, hay una guerra", y se refirió a la necesidad de una "ayuda humanitaria urgente para ese país, "porque son los mayores consumidores de drogas del planeta", según lo reconoció el propio exsecretario de Estado, Rex Tillerson, en un viaje a Perú.
Y al ser consultado por uno de los presentes de cuándo sería el nombramiento de un nuevo embajador de Colombia ante Washington, dijo que ya se encontraba allá, representado por los millones de colombianos que se encuentran trabajando en ese país, reportó RT.

Muñoz ni siquiera tiene autobiografía para exhibir: no fue fabricado por ninguna universidad norteamericana, ni participó en alguno de los programas para la formación de líderes subversivos, como el de Gobernabilidad y Gestión Política que postgraduó al Guiado venezolano.
Sin aval, y con todas esas peticiones, nacidas del sentido común y de la necesidad de reparación y justicia, está claro que Alejandro Muñoz no recibirá ningún encargo de los halcones imperiales, ni será reconocido por los gobiernos títeres que hoy se rasgan las vestiduras pidiendo democracia, y ayuda humanitaria a mano armada, para Venezuela. 

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