Estado y docentes: oportunidad histórica
La reunión que
sostuvieron ayer dirigentes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores
de la Educación (CNTE) con el presidente electo, Andrés Manuel López
Obrador, es una buena señal que podría llevar al fin de uno de los
periodos más oscuros en la relación del gobierno federal con el
magisterio democrático. En efecto, no podría ser mayor el contraste
entre el mensaje de confianza en el diálogo que emitieron los líderes
magisteriales al término de su reunión con el futuro mandatario, y la
permanente crispación y estado de alerta generados por los personeros
del gobierno saliente.
Cabe recordar que a lo largo del sexenio que habrá de terminar el
primero de diciembre la lucha de la CNTE por la democratización de la
educación estuvo marcada por la resistencia a la precarización laboral
del magisterio público que la administración de Enrique Peña Nieto
intentó imponer bajo la especie de una reforma educativa. Que ésta se
encuentre paralizada en los hechos, pese a los ingentes recursos
políticos y propagandísticos desplegados para someter a los docentes,
supone una demostración más de la firmeza de la coordinadora y de su
legitimidad dentro de las comunidades en las cuales trabaja.Sin embargo, ni esta victoria ni las muchas que han obtenido los educadores democráticos en sus ya casi 40 años de lucha se han logrado sin grandes sacrificios. En este andar que los ha puesto cara a cara con los pasados siete presidentes de la República, los docentes han enfrentado acoso laboral, hostigamiento judicial, persecución, agresiones físicas y patrimoniales e incluso homicidios. En los años recientes, el más atroz de estos eventos tuvo lugar el 19 de junio de 2016 en la comunidad oaxaqueña de Asunción Nochixtlán, donde agentes federales lanzaron un brutal ataque armado contra los profesores y simpatizantes que llevaban a cabo un bloqueo carretero, dejando ocho muertos y más de un centenar de heridos de diversa magnitud.
A esta embestida de las sucesivas autoridades federales –y de muchas
locales– la ha acompañado una campaña de estigmatización no sólo de la
propia CNTE, sino de todos los docentes públicos y de la misma educación
que es responsabilidad del Estado. Dicha campaña, tan feroz como
permanente, ha estado a cargo de los grandes medios de comunicación y
–desde que la alternancia política en el año 2000 aupó al primer plano
del poder a la derecha empresarial– también por diversas instancias
patronales o paraempresariales, dispuestas a usar todo su poder para
empujar una agenda de privatización educativa y desmantelamiento de toda
oposición organizada.
En vista de estos antecedentes, no cabe sino hacer votos por que los
augurios de la reunión de ayer se concreten durante los meses y años por
venir, para beneficio de los trabajadores de la educación, de los
millones de alumnos que se encuentran bajo su tutela, y de la sociedad
en general. No debiera repetirse jamás el sinsentido de una política
educativa diseñada a espaldas y de manera abiertamente hostil hacia sus
principales protagonistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario