martes, 30 de octubre de 2018

México SA
Se acaban los gobiernos gerenciales // Fin al maridaje político-empresarial
Carlos Fernández-Vega
 
Con la decisión de Santa Lucía llega a su fin el gobierno gerencial característico de las seis pasadas administraciones (de MMH a EPN), es decir, aquellas que todo lo privatizaron con el fin de armar jugosos negocios para el pequeño círculo de amigos (la renovada oligarquía nacional) y cobrar sus porcentajes como meros agentes de ventas. Todo a costillas de la nación.
Tras anunciar la decisión, López Obrador no dejó duda alguna: “Se acabó el predominio de una minoría, se terminó la vinculación entre el poder económico y el poder político en México. Aquí queda de manifiesto que hay una división clara, hay una frontera entre poder económico y poder político; el gobierno que está por iniciar es para todos, no es para un grupo, no va a ser un gobierno al servicio de una minoría.
Es el gobierno del pueblo y siempre va a prevalecer el interés general, lo que convenga a la nación. Les guste o no les guste. Todo esto que crearon de ambiente de zozobra, de miedo, de los mercados financieros. Imagínense al Estado mexicano, un Estado democrático, de derecho, porque a eso aspiramos, supeditado a mercados financieros, secuestrado, sólo al servicio de un grupo. El gobierno es de todos, representa a todos y estoy seguro de que se va a ir entendiendo; cuesta trabajo, porque no termina de desaparecer lo antiguo, lo viejo, lo anacrónico.
Así es, y no se trata sólo del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM). Es la historia de seis gobiernos neoliberales al hilo, a lo largo de los cuales no hubo privatización, obra, contrato, concesión y conexos en los que no aparecieran los mismos de siempre, con el poder político a su servicio –no gratuitamente, cierto es– y con políticas públicas como trajes a la medida para que el selecto grupo siguiera medrando con los bienes de la nación, en el entendido de que no tiene llenadera.
Ante el anuncio de López Obrador, los organismos cúpula del sector privado se retuercen como gusanos en sartén (envía un mensaje de grave incertidumbre y daña la confianza del sector empresarial, dice Juan Pablo Castañón, dirigente visible del CCE; el presidente electo ha mentido, traicionado y robado en este proceso de cancelación, grita Gustavo de Hoyos, de la Coparmex), porque a sus distinguidos afiliados de hasta arriba se les cayó no sólo el meganegocio de Texcoco (el aeropuerto y todo lo que ello implica, comenzando por la especulación con terrenos), sino muchísimas cosas más que tenían agendadas para seguir el camino habitual, el mismo que a un grupúsculo de empresarios les permitió acaparar 12 por ciento del PIB nacional.
También se escucha gritar a lo que queda del Partido Acción Nacional, enloquecido por la cancelación del proyecto de Texcoco, cuando nada dijo –por complicidad y sólo como ejemplo– de la Estela de Luz o el robo descarado con motivo del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, todo por cortesía de Felipe Calderón. Ni pío por la gran cadena de moches organizada por los panistas, el robo de la Enciclomedia de Fox, los jugosos negocios de los hijitos de Marta Sahagún o tantos otros atracos blanquiazules, como el Fobaproa, para no ir más lejos, en complicidad con los priístas. Allí sí, todos calladitos, sonrientes y con la mano estirada: oligarquía, sus partidos políticos y sus jilgueros.
Cinco empresarios (Slim, Hank, Vázquez Raña, Quintana y Cortina, el de la Estela de Luz) acaparan la rebanada más gruesa del presupuesto destinado al NAIM, y esa quinteta destacó a la hora del reparto del botín privatizador a lo largo de seis gobiernos gerenciales.
Entonces, lástima que Andrés Manuel dejó de utilizar el término, porque es exacto: minoría rapaz.
Las rebanadas del pastel
Parece que a los votantes brasileros les falló la memoria, pues no recordaron la dictadura en su país (1964-1985) y llevaron a Planalto a uno de sus más feroces herederos, el fascista Jair Bolsonaro.
Twitter: @cafevega

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