Un general que no sabe lo que es la democracia
Emir Sader
Un general brasileño ha manifestado preocupación
con la democracia, con lo que se demuestra que no sabe lo que es. Antes
de todo, porque no le toca a un general manifestar preocupación por la
democracia. Lo cual, por sí solo, es antidemocrático, no está entre sus
funciones. El general debiera estar preocupado por la protección de las
fronteras del país respecto del tráfico de drogas y de armamento, entre
otras funciones.
Pero el general tampoco conoce la historia de Brasil, en particular
en lo que atañe a la democracia. La última vez que generales
manifestaron preocupación por la democracia, se valieron de esa supuesta
preocupación para destruir, de la forma más brutal precisamente a la
democracia en Brasil. Así empezó el periodo más sombrío de la historia
del país, que duró 21 años y que destrozó todo lo que había sido
construido de democracia en Brasil.Bastaría que el general leyera los libros de historia para darse cuenta de lo que no es democracia, producto de la acción de sus colegas de institución. Todo ha empezado con actitudes como esa, de preocupación militar por la democracia, que ha llevado a todo lo negativo que se ha abatido sobre el país.
Al mismo tiempo que el general no conoce a Brasil. La democracia fue violentada, hace pocos años y, al parecer, el general no se ha dado cuenta, cuando el voto popular no es respetado y una presidenta fue impedida de ejercer el mandato para el cual había sido relegida democráticamente. Por lo que se sabe, el general no manifestó ninguna preocupación por la democracia en aquel momento.
Más recientemente, un ex presidente, el único hombre público que tiene la confianza de la gran mayoría del pueblo, porque ha gobernado de la forma más democrática a Brasil, saliendo del gobierno con 87 por ciento de apoyo, fue condenado sin haber cometido ningún crimen y sin que exista ninguna prueba de irregularidades que él hubiera cometido. Por lo que se sabe, el general no se dio cuenta, una vez más, que la democracia estaba siendo destruida. Sus preocupaciones estaban en acusaciones sin fundamento de corrupción en contra de ese hombre público.
Si conociera a Brasil y a su pueblo, y supiera lo que es democracia, el general sabría que lo que amenaza a la democracia en Brasil es el hecho de que el país ha sido siempre, hasta hace poco, el país más desigual del continente más desigual de mundo, de que el país ha estado en el Mapa del Hambre de la ONU.
Si hubiera estudiado un poco el tema, sabría que la extrema
pobreza, el hambre, las inmensas desigualdades, son incompatibles con la
democracia, régimen en que todos debieran ser iguales frente a ley,
pero que, en nuestras sociedades, son extremadamente desiguales.
Qué amenaza para la democracia es que los militares se pronuncien
sobre el sistema político y amenacen con intervenir impunemente. En
lugar de criticar a los subordinados que han cometido ese crimen en
contra de la democracia, el general hizo declaraciones en la misma
dirección.
Nunca hubo en Brasil un régimen tan corrupto como la dictadura
militar, cuando los escándalos eran escondidos por la censura ejercida
por los soldados en contra de los medios. La corrupción siempre ha
existido en Brasil, todavía más en la dictadura castrense. Lo que
amenaza a la democracia es la falta del ejercicio libre y soberano del
pueblo para decidir los destinos del país, sin interferencias indebidas
del Poder Judicial y sin amenazas de un nuevo golpe militar.
Desafortunadamente, las fuerzas armadas brasileñas han impuesto una
amnistía para que se ignoren crímenes cometidos durante la dictadura,
legitimando hasta la tortura, crimen imprescriptible, por el derecho
internacional. Brasil ha quedado, hasta hoy, en la contramano de ese
derecho, por mantener la herencia vergonzosa de la época de la dictadura
militar.
Lo que las fuerzas armadas más temen son las Comisiones de la Verdad,
como han manifestado sobre la intervención militar en Río de Janeiro.
¿Por que ese temor a la verdad? Deberían, al contrario, acatar las
resoluciones de la Comisión de la Verdad sobre los crímenes cometidos
durante la dictadura militar y asumir una profunda autocrítica, que
incluya nunca más meterse en política ni manifestar cualquier
preocupación, menos todavía amenazar volver a intervenir, que es la más
grande amenaza a la democracia en Brasil.
La única forma de garantizar la democracia en Brasil son las
elecciones directas y libres, dejando en manos del pueblo el derecho de
decidir, sin injerencias ni de jueces, ni de militares, los destinos del
país. En ese caso Brasil volvería a tener una democracia sin ningún
tipo de tutela.
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