viernes, 28 de abril de 2017

El Paso Exprés de Cuernavaca
Juan Tonda*

El llamado Paso Exprés es una obra que si se analiza con cuidado representa un beneficio para los turistas que van de la Ciudad de México a Acapulco, Ixtapa o Zihuatanejo o bien a los que viajan del sur de Morelos a la Ciudad de México, pero poco ayuda a los cuernavaquenses, porque los carriles que tiene la lateral son prácticamente los mismos que se tenían antes de la obra (que eran dos carriles grandes con un acotamiento); ahora hay tres carriles (aunque no en todo el tramo) y no hay acotamiento.

Si usted mide el ancho de los carriles anteriores a la obra y los actuales, se llevará una desagradable sorpresa los lavaron y se encogieron. Los dos carriles centrales son más estrechos que los que había antes. Y también los tres carriles laterales (en algunas partes son dos) son más estrechos que los carriles normales de la carretera y no hay acotamiento ni banqueta. Se debe reconocer que ahora todo está hecho de concreto hidráulico.

Entre los dos carriles llamados exprés encontramos una división y en ocasiones barda que separa los dos carriles exprés de los tres laterales. Desconozco bajo qué estudio se decidió separar los carriles, dado que lo correcto hubiera sido hacer cinco carriles de cada lado sin ninguna división. Bueno, todo mundo conoce la teoría del embudo: si vengo de un lugar con muchos carriles y los reduzco a uno o dos se hace un embotellamiento. Y de hecho esto ya ocurrió el día de la inauguración; se hizo una cola de varios kilómetros de largo, porque la mayoría de personas que circula va a diferentes lugares de Cuernavaca y sus alrededores. Y de venir de dos carriles por la autopista de sur a norte, no podían subir al puente y los enviaron por la lateral del puente distribuidor de Palmira. Dadas las protestas de la ciudadanía, se pensó un poco y se abrió la división entre carriles centrales y laterales pasando el puente, lo que a todas luces es un acierto. ¡Pero lo mismo debería ocurrir en la otra dirección!

Otro grave error de el Paso Exprés fue no considerar a unos animales bípedos que se llaman seres humanos y que también tienen derecho a circular la carretera por unos pasos que se denominan banquetas o cuando menos acotamiento, como lo que hay en todas las carreteras. En el acotamiento pueden circular además de las personas, las bicicletas, los animales de carga o estacionar el transporte cuando se descompone o le falta la gasolina. ¡El Paso Exprés no tiene acotamiento!

Pero el colmo de la obra es que ¡no hay paso de la parte exprés a las partes laterales en todo Cuernavaca! Todo lo anterior sin contar que el concreto hidráulico no está parejo, no hay luminarias, ni tampoco letreros.

Entonces uno se pregunta: ¿a quién beneficia esta obra? Porque como está hecha parece que únicamente es para los turistas que van de vacaciones a Guerrero, pero es una obra que perjudica a los morelenses.

Un punto de vista de una persona que no es experta y que recoge muchas opiniones de los ciudadanos –aunque los expertos tienen la última palabra– es que una posible solución es quitar la división de los carriles en todas las partes que sea posible (es decir, en todo el trayecto excepto de Galerías a la segunda gasolinera, si vamos de sur a norte, dado que hay desniveles en dicha parte). Con ello se tendrían cinco carriles en la mayor parte del trayecto.

Otra solución, que llamaría la light, es dejar libres cinco carriles en las entradas en ambas direcciones al puente de Palmira por el sur y la entrada a la glorieta de la Paloma y el acceso a los carriles exprés al salir de la misma, por el norte. Ello redundará en una mejor comunicación entre el norte y el sur de Cuernavaca y los poblados vecinos.

Esperamos que los expertos de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y de la Secretaría de Movilidad de Morelos nos indiquen si es posible hacer dichas modificaciones para beneficio de los morelenses.

Instituto de Energías Renovables, UNAM Temixco, Morelos

* juantonda@ier.unam.mx

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