miércoles, 26 de abril de 2017

Recién se comienza a entender la razón por la cual los autodenominados ‘Cascos Blancos’ fueron galardonados con un premio internacional: otorgar autenticidad a sus videos sobre el presunto ataque químico en Idlib con el fin de agredir a Siria.
Como se conoce, los Medios destacaron profusamente la supuesta labor humanitaria desarrollada en zonas controladas totalmente por los grupos terroristas Daesh y Al-Qaeda, donde filmaron eventos trágicos mostrando su función médico asistencial donde los niños eran los principales afectados.
Desafortunadamente para sus patrocinadores, muy pronto se descubrió que dicha organización estaba conformada por militantes takfiríes que incluso en Facebook se declaraban partidarios del islamismo radical, así como se develaba el montaje fílmico de sus aventuras cinematográficas de contenido propagandístico en contra de quienes combatían con éxito dichas bandas criminales.
En esta dirección, las recientes declaraciones del presidente Donald Trump alertando de agresiones a la seguridad nacional y recordando la tragedia del 11 de septiembre de 2001, no hicieron alusión a las investigaciones al respecto pues demostraron un evento calculado desde el interior de las Agencias de inteligencia y que causó más de tres mil personas asesinadas.
Por ello, se hace imprescindible preguntarse si fue autoinflingida la destrucción de las Torres Gemelas, ya que el estudio científico demostró que la caída de los edificios fue programada en forma de demolición, que los coautores provinieron de Arabia Saudí (país a la cual nunca se acusó de colaboración), que el informe a presentarse fue precedido de la muerte de tres periodistas que poseían información relevante sobre el caso, que el Pentágono sufrió debido a un misil y no a una explosión de avión, entre una multiplicidad de extraños sucesos relativos al hecho que fueron ocultados.
Las denuncias referentes al establecimiento de un millonario seguro por el destruido complejo en el Centro Mundial del Comercio, siete semanas antes de su colapso, fueron demoledoras.
Ahora que el conflicto entre EE.UU. y Corea del Norte está en su punto más álgido, así como las amenazas a Siria son absolutamente serias, cobra fuerza la teoría sobre el detonante posible y que puede ser real o provocado de modo planificado en forma de bandera falsa.
¿Es factible un autoatentado en USA?
Las declaraciones del secretario del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU., John Kelly, abriendo la posibilidad que el país sufra próximamente un ataque terrorista (tal como fue el 11-S), reiterando que un hecho de esa naturaleza hay que tomarlo en consideración pues es muy factible que suceda, tiene como antecedente la historia de falsas banderas creadas por el gobierno. El “impecable” currículo inicia desde el siglo XVII con el exterminio de los indígenas, continúa el XIX con la usurpación de México y donde uno de sus símbolos fue la explosión del acorazado USS Maine, que permitió a Estados Unidos apoderarse de Cuba y otras colonias al declarar la guerra a España. El siglo XX fue pródigo en construcciones ficticias y el XXI, con las supuestas armas químicas de Saddam Hussein provocando la invasión en Irak, ha ratificado la reiteración de golpes empleando mecanismos desestabilizadores y violentos, donde una de las expresiones trágicas es el Medio Oriente.
¿Cuál puede ser la forma de un falso positivo, en qué lugar puede realizarse y cuál es su propósito?
Es previsible generar un asalto a una embajada, neutralizar a un alto funcionario estatal, causar un conflicto de fronteras entre estados, derribar un avión, provocar un accidente, realizar una masacre de civiles en lugares concurridos, utilizar gases químicos, entre diversas modalidades, las que podrían suceder en USA o países aliados, con el fin de acusar falsamente a gobiernos soberanos e iniciar su intervención.
No se puede descartar que se presente una agresión como la expuesta por John Kelly y provenga de bandas takfiríes. Sin embargo, es conveniente que el mundo esté avisado que un autoataque puede ser efectuado sin remordimiento para provocar la intervención o conflagración en una nación soberana, o iniciar la Primera Guerra Nuclear y definitiva. Existe ya el aviso.

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