sábado, 20 de diciembre de 2014

Secuestro en Australia, la iranofobia e islamofobia en el mundo
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Por Rasul Gudarzi

Un hombre armado, identificado por los medios australianos de comunicación como Man Haron Monis, irrumpió la mañana del lunes en una cafetería, en el centro de Sídney, y tomó como rehenes a 17 personas mientras llevaba las banderas de los terroristas del Frente Al-Nusra y de los terroristas takfiríes de Daesh.

El incidente terminó, tras más de 16 horas, con el asalto de las fuerzas especiales, que a su vez conllevó la muerte del secuestrador y de dos rehenes.
Este incidente llenó los titulares de los medios de comunicación y más que el contenido de la noticia, es decir, el tema del secuestro, en los mismos se destacó más la identidad del secuestrador y el hecho de atribuir tal acto a los iraníes. En el siguiente artículo queremos hacer un repaso a los antecedentes del secuestrador y abordar por qué se atribuye el incidente a Irán, además de analizar si se puede hacer tal atribución o no.

Haron Monis es catalogado como un delincuente, en cuyo expediente aparecen diferentes cargos, como complicidad en el asesinato de su exesposa, 40 acusaciones de acoso sexual y enviar cartas llenas de insultos a los familiares de los soldados australianos que murieron en Afganistán.

Además, el mismo primer ministro australiano, Tony Abbott, reconoció en la rueda de prensa que dio tras el suceso que el secuestrador contaba con antecedentes penales, además de presentar problemas mentales, circunstancias sobre las que Irán había puesto sobre aviso a las autoridades australianas con anterioridad.

Haron huyó de Irán a Australia en 1996, alegando ser un refugiado, y cambió su nombre de Mohamad Hasan Montaqi por el de Man Haron Monis, asumiendo también el título de Sheij Haron, y pese a que Irán había solicitado su extradición al Gobierno australiano, esta petición nunca se materializó y tampoco Australia tomó medidas serias al respecto.

Esta es la imagen que han dado a conocer acerca del secuestrador y se la han atribuido a Irán, pero en este mismo contexto hay que destacar unos puntos importantes para aclarar más la situación.

En primer lugar, hay que aludir a los informes y las informaciones reflejadas en diferentes fuentes de noticias que nos dicen claramente que Haron, desde 1996, no vive en Irán y que el mismo país persa le estaba persiguiendo desde entonces.

En segundo lugar, debemos fijarnos en sus palabras: “gracias a Dios ya no soy más un chií”, algo que pone de relieve que todo lo que hizo en estos años, especialmente a partir de 2010, vestido de forma similar a los ulemas chiíes, no tienen nada que ver con los chiíes ni con los iraníes. Especialmente cuando mediante una carta dirigida al líder de los terroristas de Daesh, Ibrahim al-Samarrai, en 2014, dijo que abandonó la religión chií y expresó su lealtad a ese grupo.

Con todo esto, nos enfrentamos a dos guiones detrás de ese gran Show televisivo que se esfuerza por destacar el nombre de Irán en este contexto.

La primera posibilidad reside en que el secuestrador era una persona perteneciente a una organización que tiene problemas con el sistema de la República Islámica de Irán y, mediante este acto, pretendía poner en un mal lugar a Irán de cara a la opinión pública, algo que puede justificar el por qué de su aparición ante los medios de comunicación vestido como los ulemas chiíes, para luego ser presentado como un clérigo radical. Por lo tanto, se puede considerar a Haron un antiraní más que un iraní.

Este asunto se percibe la incorporación de los miembros de la banda terrorista Muyahedin-e Jalq (MKO, por sus siglas en inglés), quienes operaban contra el Gobierno iraní, a los terroristas de Daesh, afirmaciones que se reflejan en las declaraciones de Ahmed al-Sharifi, experto en asuntos de seguridad y estratégicos de Irak, quien dijo: “los vehículos blindados de que disponen los terroristas de Daesh son los mismos que utilizaban los Muyahedin-e Jalq”; razón por la cual, de ser probado que el secuestrador es iraní, y teniendo en cuenta sus antecedentes, se puede concluir que él ha desempeñado un rol como actor, cuyo cometido era manchar la imagen de Irán ante la opinión pública mundial, algo que, desde hace más de tres décadas, llevan haciendo los terroristas del MKO.

Pero podría haber otra posibilidad, es decir, esta persona, sin ninguna intención de perjudicar a Irán y solo en base a sus creencias realizó, este acto; no obstante, fue el Occidente el que se aprovechó de la coyuntura para cumplir con su plan de iranofobia e islamofobia.

Incluso, es posible que los medios de comunicación y las mismas autoridades australianas digan que el secuestrador no era un agente de Irán, sin embargo, lo importante es el plan de iranofobia que llevaron a cabo para echar por tierra la imagen de un clérigo iraní y chií, presentándolo al mundo como un violador y un delincuente.

No obstante, hay que decir que en cualquier parte del mundo y en cualquier lugar hay personas buenas y malas, por lo tanto, no parece lógico generalizar en estos casos. Irán es un país que desde el inicio de la creación de Daesh se opuso a este grupo criminal y puso de manifiesto que los hechos que protagoniza este grupo, así como sus prácticas, no tienen nada que ver con el Islam, además de que sus actos no concuerdan ni siquiera con los valores humanos.

Además, si algunos quieren generalizar en este caso, es decir, atribuir los hechos realizados por este individuo a los iraníes o chiíes, entonces debemos afirmar que todos los gobiernos, cuyos ciudadanos se han incorporado a las filas de Daesh, son terroristas y están a favor de este grupo.

msf

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