Medias verdades y mentiras
Carlos Martínez García
Para Desde la Fe todo se reduce a presiones de “grupos rabiosamente antagónicos de la Iglesia [católica]”. A esta conclusión llega el semanario oficioso de la arquidiócesis de México, publicación que hace eco de las posiciones del arzobispo Norberto Rivera Carrera, respecto del contundente informe del Comité de Protección de los Derechos de los Niños de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
El 5 de febrero pasado, en una sesión del mencionado comité de la ONU, verificada en Ginebra, Suiza, la llamada Santa Sede fue señalada de haber practicado continuadas políticas que, en la práctica, protegieron a muchos sacerdotes pederastas y se olvidaron de los derechos de quienes sufrieron terribles abusos. El informe no gustó a los representantes del Estado Vaticano, y los altos eclesiásticos más beligerantes han dado instrucciones a sus medios noticiosos para que se lancen con todo contra el documento que ha exhibido a una Iglesia que anómalamente tiene un asiento como Estado observador en la ONU.
El escrito que infructuosamente busca desmentir al organismo de la ONU que protege los derechos de la infancia es un depurado ejemplo de la política del avestruz. Pretende que cerrando los ojos, metiendo la cabeza en algún lugar, es posible desaparecer la realidad circundante. Los lectore(a)s interesados pueden consultar por sí mismos el editorial en el cual Desde la Fe niega cada punto de lo sostenido en Ginebra por el Comité de Protección de los Derechos de los Niños de la ONU.
En la primera de las siete falsedades que Desde la Fe halla en el informe de la ONU, parece que sin ruborizarse, afirma que “La Iglesia católica es la institución que más ha pugnado por la defensa de los derechos de los niños en todo el mundo”. Acto seguido enfatiza que “los casos de abusos sexuales por parte de algunos sacerdotes han sido actos criminales deplorables, por los cuales no sólo se ha pedido perdón públicamente, sino que se ha adoptado una política de ‘cero tolerancia’ para erradicar este crimen atroz”. La publicación católica convenientemente olvida que uno de los señalados de proteger abusadores sexuales de niños fue quien marca la línea editorial del semanario Desde la Fe: el cardenal Norberto Rivera Carrera.
En un extenso reportaje de Sanjuana Martínez, publicado en La Jornada (13/11/2006), en cuyo título se resume lo desarrollado en el cuerpo de la pieza periodística (“Norberto Rivera supo todo y protegió al pederasta Nicolás Aguilar Rivera”), se dan pormenores escalofriantes sobre cómo denunciantes y víctimas del sacerdote se toparon con la incomprensión y el rechazo del alto clérigo. En lugar de contribuir para que Nicolás Aguilar fuese juzgado penalmente por sus aberrantes abusos, Norberto Rivera se dio a la tarea de convencer a las víctimas de que “guardaran el secreto y no acudieran a las autoridades a denunciarlo, luego de que el presbítero violó a más de 60 niños de la Sierra Negra de Puebla”.
Norberto Rivera nunca ha reconocido su ominoso actuar en el caso del sacerdote Nicolás Aguilar. Tampoco ha dado muestras de dar cuentas sobre la decidida defensa que hizo de Marcial Maciel Degollado y las acusaciones que realizó sobre algunos periodistas, a quienes señaló de estar vendidos a interesados en calumniar al fundador de los legionarios de Cristo. De los tres jerarcas católicos romanos que más salieron a proteger al legionario mayor (Juan Sandoval Íñiguez, Onésimo Cepeda y el propio Rivera Carrera), fue Norberto quien se destacó por desestimar la información que quisieron hacerle llegar personas bien enteradas de los abusos consumados por Marcial Maciel.
El entonces sacerdote Alberto Athié, a quien le confiaron su testimonio varios afectados por el pederasta serial y fundador de los legionarios de Cristo, cuando se hizo público en La Jornada el caso Maciel (14-17/4/1997) intentó comunicar a Rivera Carrera que las acusaciones tenían sólidos fundamentos y no eran parte de un complot ni afanes de escandalizar. La respuesta del prelado fue tajante y seca: “‘¿No entendiste lo que dije a los medios? ¡Todo es un complot! ¡No tengo más que decir! Hasta luego, padre Athié’. Me retiré totalmente desconcertado, pensé que me escucharía” ( La voluntad de no saber, Grijalbo, 2012, p. 193).
Desde la Fe sigue en la tradición del complot de los enemigos de la Iglesia católica para explicarse un informe como el de la ONU: la organización internacional “ha sido presionada por grupos rabiosamente antagónicos de la Iglesia, abortistas, promotores lésbico-gays y SNAP, esa asociación que lucra con el dolor de las víctimas, y tantas más”. SNAP (Survivors Network of those Abused by Priests) es un grupo que ha ganado muchos casos de demandas por pederastia a la Iglesia católica en Estados Unidos, y por ello es objeto de las más agrias recriminaciones y descalificaciones como las que le hace Desde la Fe.
Parece que las medias verdades y las mentiras completas no son las que se encuentran en el informe de la ONU, sino en una publicación que busca culpabilizar a otros y exonerar a los suyos.
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