miércoles, 11 de septiembre de 2013

Bajo la lupa
Putin salva a Bashar y a Obama

Alfredo Jalife-Rahme

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, al emitir declaraciones sobre armas químicas y la situación en Siria, ayer en la residencia oficial de Novo-Ogaryovo, en las afueras de MoscúFoto Reuters
Antecedentes: resultó pre­monitoria la prospectiva de Bajo la Lupa (1º y 4/9/13) sobre la via­bilidad de una salida diplomática al ominoso bombardeo unilateral de Siria por Obama: “Peor que bombardear a locas, Obama tiene la oportunidad dorada de transcender como estadista metahistórico para liderar la abolición de las armas químicas, hayan sido usadas por el gobierno sirio y/o por los rebeldes. (…) Estados Unidos ha permitido un apartheid teológico sobre las armas de destrucción masiva (atómicas, biológicas, químicas y radiológicas). Un acuerdo diplomático que cuente con el apoyo de Rusia, que puede resultar el gran triunfador con Irán de los estropicios de EU e Israel en la región, tiene que escenificarse en el marco de Ginebra 2 y, mucho más allá, en la aplicación gradual de la abolición de todas las armas de destrucción masiva sin excepción que, en una primera etapa, debe obligar tanto a Siria como a Israel a firmar y ratificar la Convención de Prohibición de las Armas Químicas que entró en vigor en 1997 y, en una segunda etapa, a la desnuclearización de todo el ‘Gran Medio Oriente’ que incluya tanto el programa atómico de Irán (que se encuentra muy lejos del 90 por ciento del enriquecimiento de uranio para fabricar una bomba atómica) como del máximo de 400 bombas nucleares de Israel, que goza de las unilaterales canonjías celestiales de EU”.
Hechos: en efecto, antes del 12 aniversario del 11/9, según The New York Times (10/9/13), el canciller ruso, Sergey Lavrov, “dijo que había discutido la propuesta con los estadunidenses antes de anunciarla en una conferencia de prensa el lunes por la tarde. Obama y Putin discutieron la idea en forma privada al margen de la cumbre del G-20 la pasada semana y Lavrov la discutió con el secretario de Estado, John Kerry”. Así que el mito alrededor de las “pifias” del atribulado John Kerry es pura teatralidad para encubrir la graciosa huida de Obama, quien reconoce que ni su esposa Michelle, destacada abogada de Harvard, lo apoya en su aventura unilateral que rechaza prácticamente el mundo entero, incluyendo el Vaticano. El mismo Obama, en su gran cruzada multimediática del lunes (¡seis entrevistas por tv!), antes de su relevante discurso del martes por la noche, calificó de “gran avance” (breakthrough) la propuesta rusa que consiste en destruir las armas químicas de Siria bajo supervisión internacional (la ONU) y a que Bashar firme y ratifique la Convención de Prohibición de Armas Químicas (de 1993 que entró en vigor en 1997).
Mis fuentes en Beirut señalan que la sustancia de la propuesta rusa fue producto de un ofrecimiento de los parlamentarios chiítas de Líbano e Irán, quienes hace casi dos semanas habían planteado la original idea al agazapado régimen de Bashar.
El bombardeo quirúrgico uni­lateral de Obama hubiera, a escala local, derrocado de facto al régimen de Bashar –según David Ignatius, confidente de Obama ( The Washington Post, 4/9/13)– y hubiera dado una carta en blanco a Al Qaeda, que se deleita con la expulsión de los cristianos de Siria –como acaba de suceder en la ciudad simbólica de Maalula, donde aún se habla(ba) el arameo semítico (el idioma de Cristo)–, y ha tomado la batuta de la balcanizada oposición siria. El efecto secundario del castigo hubiera sido mucho peor que el statu quo: una iatrogenia de la homeopatía bélica de Obama.
Un “Qaedistán” levantino, co­mo reflejo del ISIS (Islamic State in Iraq and al-Sham: Estado Islámico de Irak y el Levante: Siria y Líbano, Bajo la Lupa, 28/8/13) estaría tocando las puertas del bajo vientre islámico ( soft belly) de Rusia en el Cáucaso en la contigüidad del estratégico mar Caspio (con pletóricas reservas de hidrocarburos) y con su espada de Damocles desenvainada para descarrilar los juegos olímpicos de invierno en Sochi (Rusia) a través de su brazo armado yihadista de los “Muyahidines del Cáucaso y Levante”.
Más allá de la especificidad energética siria (Bajo la Lupa, 8/9/13), están en juego los hidrocarburos del mar Caspio: frontera de Rusia e Irán.
Si por sus reacciones los conoceréis, la propuesta rusa –con­catenación de coincidencias favorables desde los parlamentarios chiítas de Líbano e Irán y la angustia de Bashar, pasando por el rechazo del parlamento británico y la reticencia de la canciller alemana Merkel, hasta la revuelta del Congreso de EU y de la opinión pública mundial/regional/local– ha sido ferozmente criticada por los superhalcones de Israel y los rebeldes sirios, quienes no aprendieron nada de la guerra civil ni en Líbano ni en Irak.
Zbigniew Brzezinski, íntimo geoestratega de Obama, comenta en su Twitter (10/9/13) que “los rusos están quizás inintencionalmente ofreciéndonos algún margen de salida a un potencial caos (¡supersic!) regional en Medio Oriente” (es.scribd.com/doc/167122065/zbig).
Rusia exhibió mayor musculatura que el propio Irán, cuyo presidente, el moderado Hassan Rouhani –recientemente elegido democráticamente–, y su carismático canciller, Mohammad Javad Zarif, manifestaron enorme mesura durante toda la crisis que quizá sea registrada como cercana a la de los misiles de 1962.
Irán, con el enorme peso de ser de los pocos países de la región con un régimen democrático muy sui generis dentro de su estructura teocrática, está dispuesto a negociar su contencioso nuclear con el P5+1 (los cinco permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania), lo cual hubiera sido enterrado con el bombardeo unilateral de Obama al avispero sirio y hubiera desencadenado un efecto dominó hasta Indonesia, el mayor país islámico del mundo (250 millones de feligreses), que se pronunció asombrosamente durante el G-20 contra la aventura militar de Obama.
Conclusión: la propuesta rusa, que rescata simultáneamente a Bashar y a Obama, cuenta con el apoyo singular de los BRICS –en especial de China– y puede imprimir un efecto inverso al bombardeo unilateral de Obama, ya que pone en la mesa del debate integral la desnuclearización de todo el “Gran Medio Oriente” sin excepciones celestiales mediante un quid pro quo creativo: destrucción, firma y ratificación de la Convención de Prohibición de Armas Químicas por Bashar, que debe ser imitada por Israel, al unísono de un acuerdo entre Irán y el P5+1 sobre su contencioso nuclear que culmine en la inspección y vigilancia del reactor nuclear de Dimona concomitante a la desnuclearización de Israel. El “alfa” del alfabeto bélico fue la dotación de un máximo de 400 bombas atómicas de Israel, según el excelso Boletín de los Científicos Atómicos, lo cual orilló al “omega” de la carrera de todas las armas de destrucción masiva en Medio Oriente, como la dotación de armas químicas –“las armas nucleares de los pobres”– por Siria, así como el incrementalismo del enriquecimiento de uranio por Irán (hoy en un máximo de 20 por ciento, que sólo sirve para propósitos médicos). Tampoco se puede seguir ocultando la dotación de las clandestinas armas químicas de Israel, según un reporte de la CIA exhumado por Foreign Policy (9/9/13). La paz suele tener pocas oportunidades: ¡hay que correr el riesgo!

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