“Vive para siempre”
Pese a injurias y ataques, Chávez resultó invicto: Nicolás Maduro
Desfilan decenas de dignatarios en los funerales en Caracas
Acuden personajes como Sean Penn, Jesse Jackson e Ignacio Ramonet
Raúl Castro, Evo Morales, Daniel Ortega y Rafael Correa, entre los gobernantes latinoamericanos que hicieron guardias luctuosasFoto Reuters
Mahmud Ajmadineyad, presidente iraní, besa el ataúd con los restos de Hugo ChávezFoto Ap
Arturo Cano
Enviado
Periódico La Jornada
Sábado 9 de marzo de 2013, p. 2
Caracas, 8 de marzo.
Parece una cumbre de jefes de Estado. Desfilan decenas de dignatarios y, detrás de la raya, los chavistas rasos echan porras o aplauden, según sea el caso. A las puertas de la Academia Militar desde el miércoles desfilan miles de venezolanos frente al ataúd con los restos de Hugo Chávez.
A sugerencia del canciller Elías Jaua, el presidente de Irán, Mahmud Ajmadineyad, voltea hacia la multitud, levanta el brazo izquierdo, cierra el puño y lo agita. Es una de las figuras más ovacionadas, al lado de los presidentes de los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América.
El maestro de ceremonias lo presenta como un “aliado”, alguien con quien Venezuela tiene “coincidencias políticas” y, sobre todo, “un enemigo común”.
El resto de los mandatarios recibe aplausos discretos, con excepción del hijo de un cazador de elefantes a quien, por fin, el pueblo chavista cobra su “¿por qué no te callas?”. “Felipe de Borbón, príncipe de Asturias”, dice el presentador y la multitud se deshace en un sonoro abucheo.
El todavía vicepresidente Nicolás Maduro es el último en llegar, en un convoy de camionetas negras, sin placas. De uno de los vehículos desciende primero su esposa, Cilia Flores, quien es además procuradora general de la república.
Detrás de la valla se levanta el polvo, entre gritos emocionados y apretujones, cuando Maduro decide acercarse y saludar, rápidamente, a algunos afortunados. El grito se impone dada la cercanía del cadáver: “¡Chávez, te juro, que voto por Maduro!”
La consigna comparte el día con otra que se impone en las kilométricas filas para decir adiós al “comandante presidente”: “¡Chávez no murió, se multiplicó!”
Arranca el funeral de Estado, que tiene varios momentos que emocionan hasta las lágrimas a los chavistas. Uno, cuando se hace entrega de una réplica de la espada de Simón Bolívar al “segundo libertador”, al “líder supremo de la revolución”.
Maduro, quien más tarde será investido presidente “encargado” de la república y al mismo tiempo candidato a la presidencia por el chavismo sin Chávez, toma la espada, la saca de su cubierta y la coloca sobre el féretro. Lo acompañan su esposa; el ministro de Defensa, Diego Molero; el presidente de Pdvsa, Rafael Ramírez, y otros ministros. Los jefes del chavismo colocan sus manos unas encima de otras mientras los asistentes, la familia y muchos altos mandos del gobierno se enjugan las lágrimas. Ahí dentro también se grita: “¡Alerta, alerta, alerta que camina, la espada de Bolívar por América Latina!”
De Maisanta a Sean Penn
Sigue el homenaje musical. El venezolano Gustavo Dudamel, director de la Filarmónica de Los Ángeles, viajó a su país tras cancelar un concierto para participar en esta ceremonia.
Dudamel dirige la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar en la interpretación de Alma llanera y otros clásicos venezolanos, además del himno nacional.
Poco antes, el diputado y cantante folclórico Cristóbal Jiménez había interpretado varias piezas de la música llanera, como las que Chávez solía cantar en sus maratónicos programas dominicales (378, que sumaron 69 días completos). Poesía, copla y sabana y el corrido Maisanta, el último hombre a caballo, son dos de las piezas que canta Jiménez acompañado de arpa, cuatro y maracas.
Viene el discurso. Nicolás Maduro muestra su talante de seguidor de Sai Baba cuando habla de que el alma y el espíritu de Chávez “eran tan grandes que ya su cuerpo no lo aguantaba”.
Asegura también que en la historia venezolana nunca hubo un líder “más vilipendiado, injuriado, atacado”, por la canalla mediática. Nada le hizo mella, añade: “aquí está, invicto, puro, transparente, único, verdadero, vivo para siempre para éste y todos los tiempos futuros”.
Aspecto de las honras fúnebres en la Academia Militar de CaracasFoto Reuters
Escuchan, además de mandatarios y representantes de 55 naciones, personajes como Sean Penn, Jesse Jackson, Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, y José Antonio Abreu, fundador del mundialmente famoso sistema de orquestas juveniles de Venezuela y maestro de Dudamel.
Modelo de socialismo que Chávez halló “por su propio camino”
Varios tramos de la fila quedan lejos de las pantallas en las cuales pueden seguirse los pormenores del funeral de Estado. La gente, que lleva horas de espera, prefiere seguir soportando el solazo que perder su lugar.
“¡Los 10 millones tuyos (cifra de votos que Chávez se puso como meta, sin conseguir nunca) serán para Maduro!”
Mucha gente ha pasado la noche entera frente al edificio donde se encuentra el ataúd. Como Josué González, del Zulia, que pide ayuda bajo un árbol porque a él y ocho de sus compañeros “nos dejó el bus y no tenemos ni para comer”.
Quienes se acercan a las pantallas lloran cuando escuchan la selección dirigida por Dudamel y las canciones llaneras. Y aplauden al escuchar a Maduro decir que cuando Chávez “descubrió, por su propio camino, que en el capitalismo era imposible estabilizar a la sociedad, darle igualdad a los pueblos, y era imposible sostener las democracias verdaderas, dijo: ‘Voy a levantar las banderas del socialismo nuestro, americano, indígena, bolivariano, cristiano. Vamos a atrevernos con audacia a construir ese sueño de la humanidad’”.
Elena Abreu, una anciana que vino desde Ciudad Ojeda, que pasó la noche entera en la fila, no sabe nada de teoría socialista. Arrastra una maleta, una vez que logró “ver a mi presidente”. Es menudita y vende flores. Se queja de no haber dado “mi testimonio”. Y lo da. Cuenta que el 4 de febrero de 1992 la despertaron unas vecinas y que después de mirar al teniente coronel Hugo Chávez, en la célebre alocución en la que expresó que “por ahora” no había alcanzado su objetivo, dijo: “al fin llegó alguien que nos va a defender de estos desgraciados”.
El presidente chofer
En octubre, el hoy fallecido mandatario llevó a su campaña una cancioncita pegajosa que hablaba de la alegría y de la felicidad del pueblo y remataba con un “Chávez corazón del pueblo”.
Tras su victoria electoral nombró vicepresidente a Nicolás Maduro, quien hasta entonces se desempeñaba como canciller. Al anunciar su nombramiento, el presidente extinto dijo: “Nicolás era chofer del Metro, y cómo se han burlado de él, la burguesía, y ahora es vicepresidente” (antes del chavismo, efectivamente, Maduro era dirigente del sindicato de trabajadores del Metro).
Pues se siguen burlando. Apenas se anuncia que será ungido presidente, en las redes sociales comienza el
choteo.
El lema de campaña del opositor Henrique Capriles fue “Hay un camino”. El chiste va así:
“Capriles: Hay un camino.
“Maduro: Yo manejo”.
Y una parodia de la canción de campaña chavista: “Sigue la vía, dale alegría, escucha bien lo que estoy diciendo, no chocaremos y llegaremos, Maduro corazón del Metro”.
Los chavistas responden con tuits de este tono: “Los burguesitos usan la etiqueta: #MaduroCorazonDelMetro. Odiaban al Chávez indio y negro. Odian al Maduro de la clase trabajadora”.
Chistes aparte, quizás el dato no sea tan irrelevante. Si la memoria no falla, Maduro es el tercer sindicalista en llegar a la presidencia de un país sudamericano. Los otros: el cocalero Evo Morales y el mecánico tornero Luiz Inacio Lula da Silva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario