domingo, 29 de abril de 2012

Bajo la Lupa
El sexenio Repsol de Calderón: ¿quién controla(rá) el gas shale de México (tercera reserva global)?
Alfredo Jalife-Rahme
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Jóvenes participan en el acto de respaldo al gobierno argentino por la expropiación de YPF, efectuado el viernes pasado en Buenos AiresFoto Xinhua
Antecedentes: desde hace cinco años alerté sobre la Aznarización de Repsol: desastre en Sudamérica y ganga en México (Bajo la Lupa, 26/12/07): “el aznarismo, es decir, el fundamentalismo intervencionista neoliberal fiscalista español […] constituye el suicidio (sic) de España, lo cual empieza a permearse con una de sus principales trasnacionales en Latinoamérica, la prácticamente quebrada petrolera y gasera Repsol que empieza a sufrir las consecuencias de la triple debacle neoliberal global”, al unísono del inminente derrumbe inmobiliario español. Se cumplió nuestro vaticinio al pie de la letra. Por lo visto, nadie lee en el gobierno calderonista que resultó un vulgar sexenio Repsol.
Como si nadie en México supiera comprar o vender gas, gracias a los auspicios de la dupla Calderón/Mouriño, la rama peruana de Repsol vendió gas natural por 6 mil millones de dólares a su matriz Repsol, que a su vez lo revendió trianguladamente a México (CFE) en 21 mil millones de dólares: ¡una ganancia circular exorbitante de 15 mil millones de dólares! En ese momento Repsol había sido expulsada de Argelia (acaba de serlo de Argentina; Bajo la Lupa, 22/4/12) y se encontraba por enésima vez al borde de la insolvencia cuando apareció la providencia energética de Calderón.
Las cantábricas Iberdrola y Gas Natural Fenosa (dominada bursátilmente por Repsol) controlan 30 por ciento de la generación privada de electricidad de CFE.
Gastón Pardo, solvente corresponsal de la Red Voltaire, expuso cómo Repsol y los bancos españoles se encuentran en la retaguardia del engaño a México gracias a Calderón, a quien acusó desde hace cuatro años de maniobrar para la privatización de Pemex mediante su colusión con Repsol (elecodelospasos.net, 21/2/08).
Como fugaz secretario de Energía (duró ocho meses), Calderón entregó la explotación del gas natural de la cuenca de Burgos a… ¿adivinen a quién?: ¡Repsol!
Inter Press Service (27/4/12) expone que Repsol ha recibido un trato preferencial (¡supersic!) en México reflejado en dos grandes contratos para explotación y abastecimiento de gas. Una de esas concesiones la obtuvo en 2003 como única (sic) candidata para explorar y perforar un yacimiento de gas en la cuenca de Burgos (nota: la mayor reserva de gas natural de México situada en Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila, asignada a la empresa radicada en España a un precio de ganga por 2 mil 437 millones de dólares); el otro contrato es el acordado en 2007 con CFE para proveer de gas natural licuado a sus plantas de las zonas centro y oeste de México. Corre la broma entre mis amigos catalanes que en la Guía Repsol de sus restaurantes recomendados, el platillo favorito es el bocadillo Calderón.
Tras la privatización maquillada del gas natural por el sexenio Repsol, ¿quién controla(rá) el gas shale (gas de esquisto) de México?
Hechos: la extracción del gas shale por “fractura hidraúlica (fracking)” de rocas profundas en el subsuelo con grandes cantidades de agua (¡supersic!) provoca terremotos (¡supersic!), como sucedió en Ohio y Oklahoma (Scientific American, 4/1/12; CBC News, 17/4/12).
El documental Gasland, de Josh Fox, exhibe el impacto depredador del fracking: de alcances profundos en la opinión pública mundial, como Inside job, de Matt Damon, quien desnudó la corrupción de los académicos de las insignes universidades de EU, quienes ocultaron los fraudes de Wall Street que ocasionaron la crisis global.
La angustia mundial crece cuando Francia y Bulgaria han prohibido el fracking.
Los científicos (sic) y académicos (sic) de EU, pecuniariamente muy bien lubricados por las trasnacionales petroleras/gaseras, con tal de beneficiar al depredador “lobby energético”, ¿serán capaces de escamotear los hallazgos incontrovertibles sobre los sismos que causa el fracking?
En un país geológicamente proclive a los sismos y con el trauma del temblor de 1985 a cuestas, como México, ¿no es arriesgado a finales del sexenio Repsol lanzarse a ciegas a la explotación del gas shale con el fin de alimentar la rapiña de trasnacionales ecocidas?
Hoy en EU más de la tercera parte de la producción de gas natural pertenece al gas shale y se calcula que en 20 años alcanzará la mitad.
La Administración de Información de Energía (de EU) considera que el gas shale puede incrementar en 40 por ciento el gas técnicamente recuperable del mundo, lo que marcaría un dramático giro estratégico de EU que pasaría de ser importador de petróleo (para depender menos de Medio Oriente) a exportador del gas shale.
Sylvia Pfeifer, de The Financial Times (22/4/12), aduce que el gas shale reconfigura la geopolítica (¡supersic!) al influir en las decisiones de inversiones de las empresas nacionales (¡supersic!) e internacionales que han gastado miles de millones de dólares adquiriéndolo en América del Norte (sic).
Hasta donde me quedé, la única petrolera nacional todavía de América del Norte es Pemex (muy sui generis, porque se encuentra bajo el doble control trasnacional/geopolítico desde hace mucho). Se infiere que en la fase terminal del sexenio Repsol, Pemex ya tiene línea respecto al gas shale.
En el ranking de los 10 primeros países en reservas de gas shale, medido en billones (trillones en anglosajón) de pies cúbicos (bpc), México ocupa un asombroso tercer lugar mundial: 681 bpc, detrás de China (mil 275, primer sitio) y Argentina (774, ¡segundo!; de allí la guerra del gas con Repsol, Bajo la Lupa, 22/4/12), y antes de Sudáfrica (485, cuarto), EU (482, quinto), Australia (396, sexto), Canadá (388, séptimo), Libia (290, octavo; ahora se entiende la guerra de la OTAN), Argelia (231, noveno) y Brasil (226, décimo).
El tripartito TLCAN norteamericano (mil 551 bpc) viene en segundo lugar detrás de los BRICS quienes ostentan las mayores reservas de gas shale del mundo (mil 986 bpc, sin contar las reservas de Rusia e India).
Conclusión: Pfeifer arguye que los apologistas del gas shale tienen que demostrar en forma concluyente (sic) que sus beneficios superan cualquier costo ambiental (¡supersic!) cuando enfrentan a los activistas del cambio climático, quienes se oponen al mayor uso de hidrocarburos y no faltarán muchos gobiernos –entre quienes, por lo visto, se encuentra el crepuscular sexenio Repsol de Calderón– que harán caso omiso de los riesgos humanos con tal de conseguir la enorme promesa de una energía independiente y barata con creación de empleos. ¿Independiente y barata para quien, cuando su costo telúrico, ambiental y geopolítico es colosal?
Dejo en el tintero la entrega ignominiosa por uno de los peores congresos apátridas de la historia nacional (y quizás mundial) de los hidrocarburos de Pemex en el Golfo de México –el famoso tesoro–, mediante el engaño jurídico de la explotación conjunta de los yacimientos transfronterizos, lo cual, según CNN/Expansión (“México y EU van por el ‘tesoro’ del Golfo”; Edgar Sigler, 22/2/12) que arrojarían un mínimo de 5 billones de dólares, equivalentes a 4.3 veces el PIB nominal (¡supersic!) de México: una privatización de facto, que no se atreve a pronunciar su nombre, del sexenio Repsol de Calderón.

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