sábado, 25 de mayo de 2019

México SA
PIB cae 0.2 por ciento // ¿El peor desde 2009?
 
El Inegi confirmó los números que el propio instituto divulgó el pasado 30 de abril, los cuales, como ahora, advertían sobre el descenso de 0.2 por ciento en el producto interno bruto (PIB) del país en el primer trimestre de 2019, algo que, sin duda, no es buena noticia.
Sin embargo, los que ayer justificaban –con los argumentos más alocados– la eterna precariedad de la economía mexicana hoy se convulsionan por las cifras divulgadas por el Inegi y subrayan que la cifra negativa registrada entre enero y marzo de 2019 es la menor desde 2009 (el año de la crisis, durante el cual, como dice la canción, todo se derrumbó) sin acotar la abismal diferencia entre un resultado y otro.
Por eso va el detalle: en el primer trimestre de 2009 el producto interno bruto no se redujo… se desplomó 7.5 por ciento (proporción equivalente al crecimiento acumulado por México en tres años), mientras el número negativo del primer trimestre de 2019 fue de 0.2 por ciento. La diferencia entre la primera cifra y la segunda es de 37.5 veces, de tal suerte que es más que exagerada la comparación utilizada para dimensionar el resultado de enero-marzo del presente año. Vamos, no hay forma de hacerlo.
Qué bueno que adviertan sobre los peligros para la economía mexicana, lo negativo que es su escuálido crecimiento y que enciendan los focos amarillos por resultados como el de enero-marzo de 2019. Pero, para no ir más lejos, cifras negativas en uno u otro trimestre se reportan desde hace tiempo.
Por ejemplo (las cifras también son del Inegi), entre octubre y diciembre de 2018 el producto interno bruto simplemente no creció (cero por ciento, ni frío ni calor dirían por ahí), sintomático resultado que anunciaba cifras negativas para el siguiente trimestre, tal como sucedió.
En el segundo trimestre de 2018 el PIB cayó 0.4 por ciento, 0.3 por ciento en el tercero de 2017 y 0.1 por ciento en el cuarto de 2015. Y como ellos, muchos más. Hasta donde da la memoria, en todos los periodos que se reportaron cifras negativas los funcionarios responsables del área salían a decir, micrófono en mano, que la economía mexicana va por el correcto y que si bien molestaban algunas piedritas en el camino lo demás era perfecto. Y los jilgueros aplaudían como focas.
Lo cierto es que la economía mexicana no reporta resultados satisfactorios, ya no se diga espectaculares, desde hace 36 años, porque una tasa anual promedio de crecimiento de 2 y piquito por ciento no es para celebrar ni presumir –como hicieron seis gobiernos neoliberales al hilo–, sino para encontrar caminos alternativos o, de plano, para ponerse a llorar.
Ninguna de esas dos posibilidades fue explorada por los gobiernos neoliberales. Se aferraron a la ruta trazada –con los resultados ya conocidos y padecidos– y de llorar nada: del autoelogio, el aplauso y la negación no pasaron, y México acumuló 36 años con un pinchurriento crecimiento económico de 2 por ciento como promedio anual.
Pero para la tecnocracia encendida, furibunda, hoy una caída trimestral de 0.2 por ciento la pone histérica y le provoca los más irracionales cuan apocalípticos presagios, cuando en tiempos no muy lejanos un resultado similar, o incluso peor, lo justificaban con cualquier cantidad de comentarios alucinantes, como el ya célebre de José Ángel Gurría –resumido aquí en entregas anteriores–, en el sentido de que la economía mexicana casi es de otro planeta y está en otra dimensión, y ello ha sido posible gracias, afortunadamente, al trabajo de tantos años.
Entonces, cierto es, el resultado del primer trimestre es negativo, y no se verán modificaciones sustanciales si el gobierno insiste en transitar por la misma ruta fallida de los últimos 36 años. El cambio tiene que ser real.
Las rebanadas del pastel
Si de pronósticos económicos se trata, cómo olvidar (2008) al entonces secretario calderonista de Hacienda, Agustín Carstens, quien en su bola de cristal divisó un catarrito para México por la crisis en Estados Unidos. Y así nos fue.

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