Así está el panorama de Venezuela a un mes de la intentona golpista de Guaidó
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Sputnik / Stringer
El
mantra de la oposición venezolana "Todas las opciones están sobre la
mesa", que compite en con el manido "cese de la usurpación, gobierno de
transición y elecciones libres", ha cobrado un (doble) sentido mucho más
profundo desde que ambas partes —Gobierno y oposición— han reconocido
abiertamente que hay un proceso de negociación abierto en Oslo.
Noruega
es un país impecable, propicio para auspiciar un proceso de este tipo
entre dos partes con demasiado sobamiento mutuo y desconfianza sibilina.
Norge, como suena en su idioma natal, no cuenta con un pasado
colonial en el continente como en el caso de Reino Unido, España o
Bélgica.
No
hay intereses económicos o políticos en su mesa de madera de pino
blanco que no solo decora con estilo y practicidad estándar a las masas.
Oslo ha acompañado numerosos procesos de paz desde mediados de la
década de los 90: Colombia, Guatemala, Palestina, Israel, Sudán del Sur,
Afganistán, Filipinas…
Y tal y como ha señalado en un comunicado su Ministerio de Relaciones
Exteriores, cuenta con una relación "estable y estrecha" con países
como EEUU y con "buenas relaciones" con otros actores mundiales
importantes, partes activas en el tablero de multipolaridad —en el que
ha aprendido a jugar Venezuela— como la UE, Rusia o China.
La de Noruega es la sexta vez que el chavismo y la oposición se sientan a dialogar. Hubo otros intentos en 2014, 2016, 2017 y 2018. Todos infructuosos. El último estuvo cerca de convencer. Aquella imagen de las plumas estilográficas azabache pantera sobre la mesa en Santo Domingo dio la vuelta al mundo. Era un martes de adrenalina, 6 de febrero de 2018, y solo quedaba firmar. Nunca ocurrió.
Ha pasado más de un año y hoy los voceros son otros, sobre todo en el lado opositor. En lugar de Julio Borges —jefe de la delegación opositora en República Dominicana y actual prófugo de la justicia venezolana, acusado de participar en el intento de magnicidio contra el presidente Maduro en agosto de 2018— hay otros representantes de más o menos solera mediática.
Están
el vicepresidente de la Asamblea Nacional, Stalin González, el
exministro Fernando Martínez Motolla, y el exalcalde Gerardo Blyde.
Todos ellos estarán acompañados —y he aquí el punto quizá más
interesante por su lectura entre líneas del comunicado que emitió el
propio Juan Guaidó en torno al diálogo de esta semana— del exrector del
Consejo Nacional Electoral, Vicente Díaz, que asesorará técnicamente a
unos y a otros.
La presencia de Vicente Díaz augura la discusión de líneas rojas en
el proceso: una posible salida electoral al conflicto venezolano
perpetuado en el tiempo. ¿Pero qué tipo de elecciones podrían plantearse
las partes?
Para Juan Romero, Director del Centro de Investigaciones y Estudios Políticos y Estratégicos (CIEPES), "hay más posibilidades de un acuerdo para convocar unas elecciones legislativas que unas presidenciales".
Romero ve probable, y la presencia de Vicente Díaz de nuevo lo hace factible, "una renovación de la estructura del CNE". Esto significa un posible cambio entre el personal de la cúpula del Poder Electoral. No así un cambio en las reglas del sistema de votación, que a su juicio cuenta con auditorías previas muy estrictas, y es uno de los pocos con un proceso completamente automatizado a nivel mundial.
Un dato significativo sobre la cuestión electoral lo aporta esta semana la encuestadora DATINCORP, que asegura que un 80% de los venezolanos iría a votar a unas elecciones parlamentarias convocadas por un nuevo CNE imparcial.
Cuando se cumple un mes desde que Caracas amaneció con una imagen que parecía que haría historia dentro y fuera de las fronteras venezolanas, con Juan Guaidó y Leopoldo López en los alrededores de la base militar de La Carlota llamando a un alzamiento cívico y militar contra Nicolás Maduro, la situación en Venezuela ha virado hacia una balanza poco trasgresora. Al menos en lo que a la oposición le habría gustado tras aquel fallido intento de golpe de Estado. El 30 de abril no hizo historia y a pocas semanas de la precuela del siempre mediático 1 de Mayo, el discurso es otro aunque se trate de mantener las apariencias. En su último comunicado sobre el proceso en Oslo (que por cierto tardó varios días en reconocer después de que la palestra fuese oficial), Guaidó insiste en que "la negociación es aquella que nos lleve al cese de la usurpación".
Es decir, a una salida de Maduro previo paso a cualquier consenso, algo que para el Director del CIEPES "no pasa de un enunciado político para tratar de mantener la animosidad de sus adeptos; pero así no se discute en una mesa de negociación". "En los puntos donde no hay ninguna posibilidad de acuerdo, ese punto queda automáticamente descartado y se trabaja la posibilidad de consenso sobre otros puntos coincidentes", resalta.
Lo
cierto es que, a pesar del intento de preservar las formas con el tono y
el discurso, en este último mes la capacidad de movilización de Juan
Guaidó ha caído estrepitosamente, tanto que ni siquiera hay nuevas
convocatorias previstas después de los últimos chascos. El propio
proceso de negociación en Noruega le está costando duras críticas entre
los sectores más radicales de la derecha que creyeron en una agenda de
promesas inmediatas.
El fantasma de la división interna en las filas opositoras, nada
amigo de procesos de paz y diálogo, vuelve a palpitar con fuerza,
mientras que el panorama para muchos de los actores que participaron en
la intentona golpista del 30 de abril ha empeorado significativamente de
una manera objetiva.
Leopoldo López continúa en la residencia del embajador de España poniendo en un compromiso al Gobierno de Pedro Sánchez y sin atisbos de una salida o solución temprana; 14 diputados acusados de participar en el levantamiento podrían ser detenidos en cualquier momento y varios de ellos han tenido que huir del país o refugiarse en diferentes sedes consulares en Caracas.
Y el propio Guaidó se enfrenta a las críticas de los suyos mientras aspira en Noruega a una salida digna después de jurar que no participaría jamás en negociaciones 'falsas' con la supuesta 'dictadura'.
Para
Jorge Ladera, magister en Filosofía de la Guerra por la Escuela
Superior de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), "la aventura
del 30 [de abril] no tuvo mayor recorrido porque allí no estaban
presentes representantes de los altos mandos militares sino sujetos de
mandos medios que no lograron movilizar a la base operativa militar".
El apoyo de la mayoría de las Fuerzas Armadas a Nicolás Maduro se ha
consolidado durante este mes de incertidumbres. La cúpula ha demostrado
estar de su lado y para el politólogo "la unidad monolítica del Ejército
no está en duda porque han superado situaciones muy álgidas sin
quebrarse".
Para entender porqué no funcionó el último gran intento de la oposición de sacar a Maduro por la fuerza hay que pararse a comprender la idiosincrasia de las Fuerzas Armadas venezolanas.
"Con
la llegada del presidente Chávez, se hace una redimensión de la
arquitectura de la FANB y se garantiza la incorporación masiva de
personas de todos los estratos sociales bajo la convocatoria de la
defensa de la soberanía y la independencia del país. Las personas que
hoy dirigen el Ejército venezolano están formadas en el contexto de la
Revolución Bolivariana y se mantienen firmes en esa línea discursiva",
afirma.
El experto no ve probable en el corto plazo una intervención militar
por parte de EEUU tras los sucesos del 30 de abril. La opción más
dramática, que durante varias semanas sobrevoló los titulares de la
prensa nacional e internacional, parece descartada por desgaste y por el
costo político que supondría para una posible reelección de Donald
Trump una guerra que pocos estadounidenses quieren.
Subestimar la capacidad militar de Venezuela también fue un error de cálculo que cometieron sus adversarios políticos. Para Ladera, ante una posible invasión militar de EEUU con Brasil y Colombia como aliados estratégicos en el terreno, tendrían que enfrentarse a la batería de defensa antiaérea venezolana, la más avanzada del continente.
¿Está Venezuela preparándose para una guerra a pesar del comienzo de
una nueva ronda de diálogo? La Doctrina Militar del país está soportada
en el principio de la guerra popular prolongada y la Guerra del Pueblo;
y la Ley Orgánica de Seguridad de la Nación plantea la participación de
la sociedad civil en la defensa del territorio. Una guerra nunca es
descartable en el país con las reservas certificadas de petróleo más
grandes del mundo.
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Sputnik / Esther Yáñez Illescas
La de Noruega es la sexta vez que el chavismo y la oposición se sientan a dialogar. Hubo otros intentos en 2014, 2016, 2017 y 2018. Todos infructuosos. El último estuvo cerca de convencer. Aquella imagen de las plumas estilográficas azabache pantera sobre la mesa en Santo Domingo dio la vuelta al mundo. Era un martes de adrenalina, 6 de febrero de 2018, y solo quedaba firmar. Nunca ocurrió.
Ha pasado más de un año y hoy los voceros son otros, sobre todo en el lado opositor. En lugar de Julio Borges —jefe de la delegación opositora en República Dominicana y actual prófugo de la justicia venezolana, acusado de participar en el intento de magnicidio contra el presidente Maduro en agosto de 2018— hay otros representantes de más o menos solera mediática.
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Sputnik / Ruslan Krivobok
Para Juan Romero, Director del Centro de Investigaciones y Estudios Políticos y Estratégicos (CIEPES), "hay más posibilidades de un acuerdo para convocar unas elecciones legislativas que unas presidenciales".
"Las presidenciales fueron el año pasado y el
estoicismo de Nicolás Maduro se ha convertido en un punto de honor para
el chavismo", asegura en conversación con Sputnik. "El acompañamiento
internacional sería clave para que las fuerzas políticas en pugna se
midan en un escenario de máxima confiabilidad", agrega.
Para
el politólogo, ningún proceso de negociación es fácil y en el caso
concreto de esta nueva ronda de diálogo asegura que se trata más de "un
proceso de facilitación para retomar la necesidad de encontrarse frente a
frente y discutir una agenda política".
"Por lo tanto, no debemos esperar resultados inmediatos", concluye,
no sin antes manifestándose profundamente optimista por esta nueva etapa
que comienza, a pesar de los malos augurios de la historia reciente.Romero ve probable, y la presencia de Vicente Díaz de nuevo lo hace factible, "una renovación de la estructura del CNE". Esto significa un posible cambio entre el personal de la cúpula del Poder Electoral. No así un cambio en las reglas del sistema de votación, que a su juicio cuenta con auditorías previas muy estrictas, y es uno de los pocos con un proceso completamente automatizado a nivel mundial.
Un dato significativo sobre la cuestión electoral lo aporta esta semana la encuestadora DATINCORP, que asegura que un 80% de los venezolanos iría a votar a unas elecciones parlamentarias convocadas por un nuevo CNE imparcial.
Cuando se cumple un mes desde que Caracas amaneció con una imagen que parecía que haría historia dentro y fuera de las fronteras venezolanas, con Juan Guaidó y Leopoldo López en los alrededores de la base militar de La Carlota llamando a un alzamiento cívico y militar contra Nicolás Maduro, la situación en Venezuela ha virado hacia una balanza poco trasgresora. Al menos en lo que a la oposición le habría gustado tras aquel fallido intento de golpe de Estado. El 30 de abril no hizo historia y a pocas semanas de la precuela del siempre mediático 1 de Mayo, el discurso es otro aunque se trate de mantener las apariencias. En su último comunicado sobre el proceso en Oslo (que por cierto tardó varios días en reconocer después de que la palestra fuese oficial), Guaidó insiste en que "la negociación es aquella que nos lleve al cese de la usurpación".
Es decir, a una salida de Maduro previo paso a cualquier consenso, algo que para el Director del CIEPES "no pasa de un enunciado político para tratar de mantener la animosidad de sus adeptos; pero así no se discute en una mesa de negociación". "En los puntos donde no hay ninguna posibilidad de acuerdo, ese punto queda automáticamente descartado y se trabaja la posibilidad de consenso sobre otros puntos coincidentes", resalta.
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REUTERS / Manaure Quintero
Leopoldo López continúa en la residencia del embajador de España poniendo en un compromiso al Gobierno de Pedro Sánchez y sin atisbos de una salida o solución temprana; 14 diputados acusados de participar en el levantamiento podrían ser detenidos en cualquier momento y varios de ellos han tenido que huir del país o refugiarse en diferentes sedes consulares en Caracas.
Y el propio Guaidó se enfrenta a las críticas de los suyos mientras aspira en Noruega a una salida digna después de jurar que no participaría jamás en negociaciones 'falsas' con la supuesta 'dictadura'.
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AFP 2019 / Federico Parra
"Ahora bien, que exista la posibilidad de que
algún sujeto sea susceptible de manipulación, chantaje o soborno para
traicionar el proyecto… Eso siempre es posible. En una sociedad nada es
absoluto", constata Ladera.
Para entender porqué no funcionó el último gran intento de la oposición de sacar a Maduro por la fuerza hay que pararse a comprender la idiosincrasia de las Fuerzas Armadas venezolanas.
"No es un Ejército convencional o como estamos
acostumbrados a ver en otros países de América Latina, donde los
militares responden a élites económicas y políticas", explica el
especialista en asuntos militares.
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REUTERS / Miraflores Palace
Subestimar la capacidad militar de Venezuela también fue un error de cálculo que cometieron sus adversarios políticos. Para Ladera, ante una posible invasión militar de EEUU con Brasil y Colombia como aliados estratégicos en el terreno, tendrían que enfrentarse a la batería de defensa antiaérea venezolana, la más avanzada del continente.
"Además, desde el punto de vista físico
combativo", continúa, "las fuerzas venezolanas están proporcionadas
respecto a las de Colombia, superan a las de Guyana y tienen la
capacidad real de hacer un gran daño a las de Brasil".
Todo ello sin contar con los 2 millones de milicianos que forman
parte de la Unión Cívico-Militar incluida en la Constitución de la
República Bolivariana, y que durante este mes han comenzado a recibir
entrenamiento militar continuado junto a diversas organizaciones de la
sociedad civil.
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