jueves, 30 de agosto de 2018

Ciudad perdida
La influencia del cuarto de junto // Nuevo partido de derecha
Miguel Ángel Velázquez
C
ulpas aparte, algo que tendrá que ser analizado, y muy a fondo, sobre los acuerdos comerciales entre México y Estados Unidos, será la influencia de la iniciativa privada mexicana en las decisiones que se tomaron al final de las negociaciones y que, según los mismos empresarios, fueron concesiones que nuestro país hizo a los vecinos del norte.
Ni Estados Unidos ni Canadá tuvieron un equipo asesor formado por los dirigentes más importantes de los sindicatos patronales, lo que de suyo pervertía las negociaciones entre los gobiernos pues, desde luego, no persiguen ni perseguían intereses comunes.
Se le llamó el cuarto de junto y en él participaron, según las primeras informaciones, 150 líderes empresariales, más que un equipo consultor, un ejército de hombres que persiguieron negocios antes que intereses nacionales; por eso, cuando dicen que México tuvo que ceder, deberíamos saber qué tanto pesó la fuerza de ese ejército en ese México tuvo que ceder, y qué beneficios pudieron haber obtenido esos cuya influencia tuvo que ser decisiva en los acuerdos comerciales alcanzados, de los que se ufana el presidente Donald Trump.
Es muy probable que la fuerza del gobierno mexicano se viera menoscabada, inutilizada, por el ejército de los patrones y por sus intereses, porque a fin de cuentas si la opinión que saliera del cuarto de junto no iba a ser escuchada, ¿para qué estaba allí?
Y no es nada nuevo, la participación de las fuerzas del mercado en el gobierno de nuestro país fue dominante –podríamos decir que gobernó el mercado en porcentajes muy altos–, tanto que dejó a un lado la labor de la política y convirtió las decisiones fundamentales en horizontes de negocio, donde el interés común no tuvo cabida.
Por eso el cuarto de junto. En los convenios se trató, por ejemplo, la suerte de los salarios de la clase trabajadora, pero los empleados, de todo tipo, no tuvieron ninguna opinión para la toma de decisiones, menos aún los campesinos. Sus voceros, entonces, fueron los dueños de las fabricas, los señores de las empacadoras.
La administración que termina dejó el gobierno en manos del libre mercado, y espanta ahora que la posibilidad de que ese mal se extienda por otros seis años si vemos las declaraciones del enviado de Andrés Manuel López Obrador como observador en lasnegociaciones.
Habrá que recordar, una y otra vez, que el voto en las pasadas elecciones dejó muy claro que no se quiere más de lo mismo. Se votó por el cambio, por un cambio profundo, y eso significa que el gobierno no puede ser cómplice de lo que ya hizo daño. Desde siempre se dijo, recio y quedito, que el TLCAN sería otro instrumento de dominación en contra de México que se volvería aún más dependiente de las decisiones de Estados Unidos, hoy queda claro que la dependencia ha crecido. Aguas.
De Pasadita.
Mientras en el PAN y el PRD se habla y se reflexiona sobre el fracaso de su alianza, Mauricio Tabe y quien será la cabeza de los diputados locales del PRD, Jorge Gabiño, buscan tender nuevos puentes, el tiempo de los arrepentimientos parece haber pasado y andan en eso de crear un nuevo capítulo. Créanos, ellos se entienden muy bien.
Y es que las posibilidades de pesar en el Congreso de la Ciudad de México, cada uno por su lado, son muy pocas, así que si antes la alianza fue por estrategia, ahora parece darse por sobrevivencia, o tal vez ahora las pláticas se encaminen a crear un nuevo horizonte político en el que PAN y PRD construyan un nuevo partido de derecha que logre algo más de lo que se tiene hoy. Hasta podrían invitar al PRI. Total...

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