México, "invadido" por los cultivos transgénicos: ¿Qué hay detrás?
Publicado: 1 feb 2018 12:04 GMT | Última actualización: 1 feb 2018 12:04 GMT
29 de las 32 entidades federativas de México
han sembrado semillas de maíz modificadas genéticamente.
Las
corporaciones que desarrollan tecnologías agroalimentarias han fijado a
México, cuna y reservorio mundial del maíz, como blanco de sus
experimentos.
Por años, transnacionales como Monsanto
y Bayer –en vías de fusión–, PHI Pioneer, Dow Agrosciences y Syngenta
se han esforzado no solo en introducir maíces genéticamente modificados y
nanomaíces, sino sobre todo en producirlos y venderlos masivamente.
Y han avanzado en su ambición: en 29 de las 32 entidades federativas del país se han sembrado sus semillas en fase experimental, y en las tres restantes hay evidencias de contaminación y liberación 'accidental', según el estudio 'Treinta años de transgénicos en México', del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (Ceccam).
Entre enero de 2005 y agosto de 2017, el Gobierno mexicano emitió 595 permisos para siembra de nueve productos transgénicos, incluido el maíz, en 5.770.000 hectáreas, en fases experimental, piloto y comercial.
"El
territorio nacional está invadido por este tipo de cultivos. Habíamos
subestimado la manera en cómo estaban avanzando, aunque para la fase
comercial solo están autorizados el algodón y la soja", explica Daniel
Sandoval, autor de la investigación del Ceccam.
Actualmente, las transnacionales e incluso la Embajada de EE.UU. en México promueven permisos que afectarían otras 9.700.000 hectáreas, donde también podrían producir alfalfa, canola, frijol, naranja, limón y trigo genéticamente modificados.
Maíz, lo más preocupante
En
rechazo al maíz transgénico, se han unido científicos comprometidos con
la sociedad, organizaciones no gubernamentales, defensores de derechos
humanos, activistas, agricultores y pueblos indígenas. Y gracias a una
demanda colectiva –presentada desde 2013– se han frenado los permisos
que otorga la federal Secretaría de Agricultura para el caso del maíz.
Adelita
San Vicente, directora de la Fundación Semillas de Vida y representante
legal en esa acción legal colectiva, señala que con los transgénicos
"se está contaminando el centro de origen del maíz y se está violando nuestro derecho a la biodiversidad".
Rodrigo
Ojeda de Koning, director jurídico de Monsanto Latinoamérica Norte, lo
rechaza: "No existe ningún impacto con relación a la siembra de este
grano, ya que no está permitido realizarla en tanto se resuelve la
demanda presentada por la acción colectiva".
Consultado por RT, asegura que esa transnacional nunca obtuvo permisos de liberación comercial de maíz genéticamente modificado, por lo que tampoco lo comercializa.
Y
aclara que, desde septiembre de 2013, la empresa no realiza actividades
experimentales ni de prueba con granos transgénicos de maíz, debido a
que el gobierno federal está impedido de otorgar permisos por la acción
colectiva.
Acaparamiento territorial
Así como controla el 90% del mercado mundial de semillas transgénicas, Monsanto también lidera la carrera en México. Entre 2005 y agosto de 2017 presentó 379 solicitudes de liberación de organismos genéticamente modificados: de algodón fueron 228; de maíz, 109; soja, 32; alfalfa, ocho; y canola, dos.
Ojeda
de Koning asegura que su tecnología no viola el derecho a la
biodiversidad. "Estamos convencidos de que nuestros desarrollos
coadyuvan con su protección, porque las semillas híbridas y
biotecnológicas ofrecen mayores rendimientos y se aprovecha mejor la
tierra disponible para la agricultura".
Monsanto no es la única en este negocio: la alemana Bayer –que desde septiembre de 2016 busca hacerse de Monsanto– cuenta 168 solicitudes;
las estadounidenses PHI Pioneer, 133; Dow Agrosciences, 26, sumados a
otros 18 obtenidos en sociedad con PHI; y Forage Genetics, cinco; la
suiza Syngenta, 56; y la Embajada de EE.UU., dos.
"Nos
sorprende el acaparamiento territorial, porque no solo es maíz: son
nueve cultivos los que impulsan las empresas", dice el investigador
Daniel Sandoval.
El maíz es lo más sensible, por ser nuestro
principal alimento, señala Adelita San Vicente. Y, explica, los cultivos
de ese cereal están suspendidos gracias a la medida cautelar derivada
de la acción colectiva.
En esa demanda no solo se argumenta la amenaza a la biodiversidad,
sino también a la salud humana, porque los transgénicos supuestamente causan cáncer, tumores, abortos y deformaciones en fetos y recién nacidos.
Para
el director jurídico de Monsanto Latinoamérica Norte no existen riesgos
para la salud y el medioambiente asociados a ninguno de sus productos.
Eso, asegura, lo avalan autorizaciones y certificaciones de reguladores
de todos los países donde opera, sin las cuales no podrían
comercializarse.
Sin embargo, Sandoval opina que la inocuidad está
en entredicho: "Hay estudios que comprueban los riesgos a la salud. Y
el problema es que, pese a ello, gobiernos como el de México ceden a las
exigencias de las empresas y nos ponen en riesgo".
El reservorio
natural peligra. San Vicente dice que si pasara un desastre mundial –de
cambio climático, por ejemplo–, tendrían que venir a buscar el maíz no a
los bancos de germoplasma, sino a los campos mexicanos. Si el grano está contaminado aquí, el problema es global.
Nancy Flores
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