Las acciones de las autoridades no han sido
eficaces ni eficientes, advierten en foro
Falsas salidasdel gobierno a la crisis de inseguridad, acusan especialistas
La solución no está en quitar libertades ni en el empleo indiscriminado de la fuerza o de la ley
Emir Olivares Alonso
Periódico La Jornada
Martes 27 de febrero de 2018
Martes 27 de febrero de 2018
El Estado mexicano ha fracasado en su función
básica de brindar justicia y seguridad para procurar la protección de la
vida, la integridad y los bienes de la población. La evidencia
Al participar en la inauguración de la segunda Conferencia
Internacional sobre Seguridad y Justicia en Democracia: Hacia una
Política de Estado Centrada en los Derechos Humanos, organizada por el
organismo a su cargo y la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM), el ombudsman aseveró que es necesaria la reconstrucción
de las políticas públicas en materia de seguridad y justicia, que deben
colocar en el centro a las personas y sus derechos.es irrefutable: el país acaba de vivir el año más violento de las décadas recientes (con más de 46 mil homicidios) y los índices de criminalidad van en aumento, aseveró el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Luis Raúl González Pérez.
El objetivo de la conferencia es que especialistas debatan sobre la crisis de inseguridad y violencia que enfrenta el país y propongan soluciones. En junio de 2011 se realizó la primera edición, que fue coordinada por el destacado constitucionalista universitario Jorge Carpizo (fallecido en marzo de 2012), y elaboró 36 propuestas concretas. El documento fue presentado por el entonces rector José Narro Robles a representantes de los poderes de la Unión, a los gobiernos locales y a quienes aspiraban a la Presidencia de la República, entre ellos al hoy titular del Ejecutivo federal, Enrique Peña Nieto. Pero no tuvo ningún eco.
Las autoridades optaron por caminos y rutas distintas a las sugeridas. Las estrategias no se centraron en la prevención del delito, el abatimiento de la impunidad, la reducción del número de muertes y de lesionados, la preservación de la integridad de las personas y la defensa de sus derechos humanos. A casi siete años de distancia, la realidad ha puesto en evidencia que las acciones emprendidas por los distintos niveles de gobierno no fueron eficaces ni eficientes. El entorno complejo que se enfrentaba en nuestro país en 2011 no es más alentador en 2018, lamentó el ombudsman.
Agregó que la respuesta a la violencia y la inseguridad no
radica en reducir o eliminar los derechos y libertades de las personas
ni en el uso indiscriminado de la fuerza o la aplicación arbitraria de
la ley.
Lamentó que se haya dejado de lado la prevención y que las
estrategias sean reactivas. Dio dos datos: entre 2007 y 2014, los
operativos de la Secretaría de la Defensa Nacional se incrementaron casi
400 por ciento y el número de militares desplegados aumentó casi 70 por
ciento, mientras la dotación de recursos para policías civiles no
presentó las mismas tasas de desarrollo; además, el gasto federal se
duplicó en seguriad al pasar de 130 mil millones en 2006 a 264 mil en
2016.
Si sumamos los recursos que desde 1996 se han erogado en este rubro habríamos superado el millón de millones de pesos con resultados que están lejos de ser, cuando menos, aceptables.
La abogada general de la UNAM, Mónica González Contró, sostuvo que la
respuesta a la crisis de inseguridad ha sido una política de mano dura
que supone, entre otras cosas, la ampliación del catálogo de delitos, el
endurecimiento de las penas, mayor control policiaco y la
militarización del país.
Son falsas salidas que lejos de representar una solución, agravan la situación, pues implican violaciones a derechos humanos.
El rector Enrique Graue Wiechers dijo que la vinculación de
seguridad, justicia y derechos humanos son la única forma de vivir en
paz.
Por eso debe ser una política de Estado, y más que una política es una obligación del Estado.
Infortunadamente, señaló, el Estado está en deuda con los ciudadanos
que aún añoran la seguridad y el respeto pleno a sus derechos. Muestra
de esa deuda son las 150 mil vidas que ha cobrado la llamada guerra
contra el narcotráfico o los datos que colocan a 2017 como el año más
violento en nuestra historia reciente.
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