…Y mandó a parar
José Blanco
Si AMLO mantiene la tendencia en la
intención de voto que ha mostrado hasta ahora, Perogrullo invita a dar
por hecho que será el próximo presidente de México. Si este hecho se
produce, las causas eficientes no deben ser buscadas primordialmente en
la personalidad o formación de AMLO, ni en la heterogénea composición de
Morena, sino en lo que está a la vista: la crisis en las élites
dominantes y el hartazgo y la muerte de toda esperanza, principalmente
de los excluidos, respecto de esas mismas élites, que hoy se agrupan en
el mundo del panpriísmo neoliberal, PAN-PRI-PRD-MC-PVEM-NA,
todos apoyados por los gobiernos surgidos de esos mismos partidos y por
múltiples fuerzas políticas fácticas, del mundo empresarial, del mundo
mediático y de la mafia del poder: los Salinas y los Fernández de
Cevallos. Falta saber, y se sabrá en las urnas, si ese hartazgo y esa
desesperanza, vencerán al miedo. Un miedo que será cultivado a fondo por
el mundo panpriísta, probablemente apoyado sin reservas por Washington. Ergo, la victoria de AMLO tendrá que ser muy amplia, porque el panpriísmo
producirá no sólo todo el miedo y la confusión que le sea posible, sino
que además será preciso derrotar con votos todas las inmensas trampas
del inefablemente corrupto panpriísmo.
Si AMLO se alza con la victoria, sería indispensable, por el bien del
futuro de la nación, una reforma profunda de las instituciones que
sepulte de una vez por todas al Estado neoliberal. Y esta inhumación
sólo será posible si las masas de excluidos que habrían llevado a AMLO a
la Presidencia, el propio gobierno de AMLO las mantiene vivamente
movilizadas en todo el territorio nacional, a fin de negociar, con esa
fuerza consigo, las reformas que encuentren resistencia en el Congreso.El trabajo de organización que ha venido desarrollando Morena tendría que ser multiplicado, sobre todo si, como parece creerlo firmemente AMLO,
sólo el pueblo puede salvar al pueblo. Hasta el año pasado, AMLO habló en sus mítines, algunas veces, acerca de los círculos de estudio que Morena venía fundando. De ello nada se ha vuelto a oír. Muchos de esos círculos tendrían que ser un eslabón de la organización y movilización de los pueblos excluidos. Pero, más importante aún sería llevar a cabo ese trabajo de movilización en torno a programas ligados a las necesidades de pueblos y comunidades, desde un movimiento municipalista.
México vivió en un Estado oligárquico (1876-1911), que excluía a todos los paupérrimos mexicanos y también a la burguesía incipiente de principios del siglo XX. Pero vino la Revolución y mandó a parar.
Emanóun Estado cuyo régimen político estuvo fundado en el apoyo de las masas trabajadoras, pero claramente autoritario, corporativo, presidencialista, con amplísimos poderes
consagradosen la Constitución Política. La crisis de los años 30 metió a ese régimen en un callejón sin salida.
El gran mérito del cardenismo en aquella coyuntura fue haber
sacado al país de ese callejón, reivindicando el programa reformista de
la Revolución Mexicana, y el estilo reformista de plantear y solucionar
los grandes y graves problemas que enfrentó el país y el propio régimen
político. Acaso el juicio que puede hacerse de los gobiernos que
siguieron al de Cárdenas, fue que no fueron tan ampliamente reformistas
como el del general michoacano. Unos más otros menos, ninguno como el
del cardenismo. Hasta que llegó el neoliberalismo y mandó a parar.
En el tercer mundo, después de Chile, donde el neoliberalismo fue
implantado a sangre y fuego, siguió México, que lo instauró, ¡oh
paradoja!, apoyado en las instituciones, visiblemente las corporativas,
del régimen de la Revolución. Pero llegó la crisis y el agotamiento del
modeloneoliberal, y mandó a parar. Un
modeloque produjo corrupción inaudita, violencia enloquecida, impunidad cínica, desigualdad socioeconómica como nunca, economía reptante, entreguismo vergonzoso. De lo que presume Peña Nieto es de ¡crear las condiciones para que entrara al país más inversión extranjera que nunca!, que es de lo que va la política económica fundamental. No existe un programa de reformas, para el bienestar de la población ni para la integración social y económica de la nación.
La movilización, la organización y el efectivo y actuante consenso de
masas en las diversas regiones del país, se alcanzaría mediante un
programa extenso y profundo de políticas de reformas nacional-populares:
esto es lo que enseña la historia de México. Y la historia no se
repite, pero puede rimar.
Un programa que, además, debe echar lazos de alianza con otros
movimientos nacional-populares que en el mundo brotan en nuestros días.
Intentar ir más allá de un programa como el aludido, exige pasar antes,
por el más acá, el momento de avance bajo ese programa. Un programa de
lucha contra todo tipo de privilegios.
En años recientes ha surgido gran cantidad de movimientos regionales y
locales, bajo una enorme variedad en sus formas y propósitos, algunos
de los cuales han sido juzgados como ilegales. Y sus dirigentes, en
algunos casos, encarcelados. La ceguera política, en casos como esos, no
ve la raíz social y económica de los mismos. La ausencia de democracia
municipal, el manejo centralista, discrecional, ilegal y bárbaro de los
recursos por los gobernadores, la falta de seguridad, la falta de
educación, la falta de todo, han propiciado esos movimientos, incluidos
los
ilegales. La descentralización y un fortalecimiento sustantivo de los municipios, puede hacer parte sustantiva en la lucha contra la desigualdad
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