UNAM: ¿qué hacer con la delincuencia?
Los recientes hechos de violencia delictiva en Ciudad Universitaria (CU) y el notorio incremento de la inseguridad y el narcomenudeo en
ese campus principal y central de la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM) han vuelto a poner bajo los reflectores el viejo debate
sobre la pertinencia de permitir el ingreso a las corporaciones
policiales, una polémica espinosa y conflictiva. Ayer el comisionado
nacional de Seguridad, Renato Sales, dijo que éstas sólo intervendrían a
petición de las autoridades universitarias, lo que no excluye que los
homicidios y otros hechos delictivos perpetrados en CU deban ser
investigados y enfrentados.
La presencia policial en la zona universitaria ha sido, desde
siempre, discreta en extremo, y sólo por excepción unas cuantas veces se
han realizado despliegues masivos de efectivos. La más reciente fue
hace 18 años, cuando la entonces Policía Federal Preventiva ocupó las
instalaciones universitarias para poner fin a los reductos de la huelga
estudiantil que había estallado en abril de 1999. En esa y otras
ocasiones, la entrada de uniformados a los planteles de la UNAM ha sido
vista como una práctica asociada a la represión de movimientos
estudiantiles.Una vertiente de la discusión tiene que ver con la autonomía de la institución: algunas voces plantean que ese estatuto es incompatible con la operación policial en los campus de la máxima casa de estudios, en tanto que otras señalan que la autonomía es un atributo que permite a la universidad autogobernarse, tener una vida institucional sin injerencias, definir sus lineamientos académicos y de investigación y hacerse cargo de su propia administración, pero que no conlleva un sentido de extraterritorialidad y menos aún de zona al margen del marco legal.
Con este telón de fondo, la UNAM estableció desde hace mucho su propio organismo de vigilancia, cuyos empleados no portan armas y cuyo efecto disuasorio funcionó, en términos generales, pero que actualmente se encuentra rebasado por el incremento delictivo que en general, padece el país, y Ciudad de México, en particular. Sería iluso suponer que los vigilantes universitarios podrían neutralizar a narcomenudistas que –como pudo constatarse en los homicidios de la semana pasada cerca del anexo de Ingeniería– no dudan en disparar a matar.
En tales circunstancias, lo más indicado parecería que la
propia comunidad universitaria propusiera y sometiera a debate
soluciones para salvaguardar los campus de la UNAM de la criminalidad y
la violencia. Sería pertinente una discusión amplia, incluyente y
respetuosa, en la que participaran las autoridades de la casa de
estudios, los profesores, los investigadores, los estudiantes y los
trabajadores administrativos. CU y los otros campus conforman la casa de
todos ellos y en la hora actual todos se encuentran en riesgo. No se
puede ignorar que el problema de la criminalidad y las agresiones que
trae aparejadas es de orden nacional y en tanto no se adopte una
estrategia oficial que reduzca la violencia delictiva atacando sus
razones de fondo y recurriendo más a la inteligencia que a la violencia,
no será posible contar con ámbitos enteramente libres de estos trágicos
y exasperantes fenómenos.
Aun así, algo tendrá que hacerse para contener los delitos en los
planteles de la UNAM y parece acertado suponer que la mejor respuesta
nacería del diálogo y el debate. La Jornada ofrece, respetuosa y
fraternalmente, dar espacio en sus ediciones cotidianas a las diversas
reflexiones que los integrantes de la comunidad universitaria puedan
aportar en el examen de los posibles lineamientos de seguridad y
erradicación de los delitos en la máxima casa de estudios. Tal vez sea
tiempo de echar mano del pensamiento, la ciencia, la tecnología, la
cultura, la imaginación, el arte y el deporte, como instrumentos en
contra de la agresión y la muerte y en favor de la vida, la convivencia
dentro de las leyes y la integridad de todos. A fin de cuentas, los
quehaceres referidos han sido, son y seguirán siendo las principales
fortalezas universitarias y sus frutos serán siempre bienvenidos en
estas páginas, ahora más que nunca
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