viernes, 1 de septiembre de 2017

Desaparecidos imborrables
José Cueli
 
Las voces indígenas, timbre extraño, mezcla de resignación y rugido. Voces que transmiten su pensamiento de un lugar a otro –del campo a la ciudad y de la ciudad al campo–, del pasado al presente y del presente al pasado, dando nuevos significados, no sólo en términos de lenguaje, sino políticos e institucionales. Voces que no son sólo una operación lingüística de un idioma a otro, sino la multiplicación alrededor de las voces, de iniciativas, afectadoras del conjunto del sentido.
Los indígenas hoy como ayer transforman el espacio público, donde despliegan nuevos fantasmas, con muertos desde la conquista que encarna la cuestión de la colonización y habría hecho revivir de manera implacable la siempre viva fatuidad de Europa. El estigma sustituye al texto: de este choque del desorden moral y la anarquía católica con el orden pagano, se pueden hacer surgir inauditas conflagraciones de fuerzas e imágenes, sembradas aquí y allá de diálogos brutales. Esto a través de luchas de hombre a hombre que llevan consigo las ideas más opuestas (Antonin Artaud, citado por Jacques Derrida).
Víctimas, desaparecidos –Ayotzinapa: desaparecidos que segundo a segundo se van volviendo aparecidos–, humillados, castrados; repiten hoy la apertura al porvenir y hacia el otro. Relación con los desaparecidos a través de fantasmas enraizados en la cultura. Los análisis políticos y sociales tendrán que estar determinados por dichas desapariciones, de las cuales Ayotzinapa será símbolo.
Indígenas que escriben y hablan en la red del espacio que no lugar y abren su realidad fantasmal. Fantasmagorías que buscan traducción posible intentando multiplicarse (como diría Derrida) alrededor del texto. Al grabar sus actos en la plancha de la vieja Tenochtitlán, Monte Albán y Chichén Itzá, etcétera.
Aguijón de voces que remueven toda la sangre, color de tierra como hermanos, en arterias que marcaban los bordes con aquellos que no conocían ni los esperaban.
Los desaparecidos que se vuelven aparecidos representan una reconquista en que habrá que recurrir a razonamiento e identificarla por sus parecidos a ciertos rasgos. Completar la identidad, la cara antigua con ayuda de la memoria. Desfile espectral de muertos sin máscara en fiesta. Monigotes casi muertos que revelan en el cuerpo moribundo la verdad del tiempo, movedizo e invisible. Presencias ausencias diseminadas, abriendo el campo (palabras de Jacques Derrida) la misma imagen no es visible ni invisible, ni perceptible ni imperceptible. Indígenas que si no hablan, sí escriben internamente jeroglíficos, ideogramas, etcétera, y sienten que una mano invisible los expulsa de la vida. En su escritura interna busca quienes desean ser.

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