Bajo la Lupa
La geopolítica revolucionaria del gas esquisto (shale gas), según
BND (espionaje alemán)
Alfredo Jalife-Rahme
Durante la fracasada guerra en Irak de la dupla anglosajona Estados
Unidos/Gran Bretaña y otros tutti quanti menores, en la primavera de
2003, fue una constante geoestratégica de Bajo la Lupa situar el viraje
(shifting) del petróleo al gas como uno de los múltiples factores de su
aventura bélica (libro Irak: Bush bajo la lupa, Editorial Cadmo &
Europa, México, 2005).
La prospectiva de Bajo la Lupa se centró en el gas natural sin fracking,
que en ese momento era un secreto de Estado y de las grandes trasnacionales
petroleras anglosajonas.
En vísperas de explosiva PRI-vatización maquillada de los
hidrocarburos (que incluyen en forma subrepticia el cada vez más cotizado gas, a
la par, si no por encima, del petróleo), llama la atención el silencio sepulcral
sobre la enajenación catastral del gas esquisto (shale gas) en México:
tercera reserva mundial (Bajo la Lupa, 29/4/12).
Las pletóricas reservas de México en el noreste –coincidentemente, donde se
libra la “guerra de los cárteles” con mayor intensidad–, en colindancia
terrestre y marítima con Texas, han valido que Stratfor (19/12/12) –polémico
centro de pensamiento texano-israelí– señale al Caribe en términos ditirámbicos
como el nuevo polo geopolítico/geoenergético del siglo XXI.
El gas esquisto forma parte sustancial de la
independencia energética de Estados Unidos, según National Intelligence Council (NIC; ver Bajo la Lupa, 26/12/12).
En las antípodas, la trasnacional noruega Statoil ha iniciado una encuesta
defensiva en la revista británica The Economist (9/2/13) donde la
técnica fracking (una fracturación rocosa que emplea descomunales
cantidades de agua) es vilipendiada por la mayoría de los votantes.
La revista de divulgación científica Scientific American (4/1/12)
coloca al fracking como una de las causas principales de la
intensificación de terremotos, lo cual no importuna la conciencia de las grandes
empresas gaseras anglosajonas (menos, las medievales depredadoras
españolas).
¿Alguien piensa debatir en México, en el desierto de las ideas hipotecadas
por el establishment neoliberal, la devastación ambiental que provoca
el fracking?
Los multimedia anglosajones consideran el advenimiento del fracking
como la llave de entrada para el retorno apoteósico de Estados Unidos
a la cabeza del poder global, con excepción notable en el mundo
occidentaldel centro de pensamiento estratégico europeo dedefensa.org que desecha la
burbujadel gas esquisto.
Der Spiegel On Line (1/2/13), uno de los portavoces oficiosos de la
OTAN, no es la excepción: “Pleno aceleramiento a la vista: EU inclina el poder
global con la escala del fracking”, cuyo subtítulo sintetiza todo,
basado en un informe confidencial de BND (espionaje alemán foráneo), que cobra
peso singular por la naturaleza importadora del país teutónico tan dependiente
del
gas naturalruso.
Resulta que Estados Unidos experimenta un
milagro económicoque no había vivido
desde su odisea por el petróleo hace 100 años.
Cita un reporte de la controvertida Agencia Internacional de Energía (AIE),
la gran enemiga de la OPEP –que suele equivocarse más de lo que acierta–, donde
asevera que gracias al fracking
Estados Unidos sustituirá a Rusia como el mayor productor de gas natural en dos años (¡supersic!).
Estados Unidos también
podría (sic) convertirse en uno de los principales productores de petróleo en 2017(nota: la extracción del gas esquisto está asociada al petróleo).
Hoy el precio del gas natural en Estados Unidos vale la cuarta parte que en
2008 y ha servido para estimular a su desfalleciente industria.
El
milagrodel fracking –válgase el oxímoron, porque va aparejado a una casi catastrófica devastación ambiental– es local y global:
la revolución (sic) del gas está cambiando el equilibrio político del poder en todo el mundo, cuando
fuera de Estados Unidos la extracción se encuentra en su infancia.
A juicio de BND,
los rasgos de un cambiado orden mundial (¡supersic!) ya están emergiendo en las simulaciones de los geoestrategas. Por cierto, el tema del gas esquisto forma parte nodal del Seminario Internacional del Centro de Ciencias de la Transición/Centro de Estudios Geoestratégicos de la UAM-X a finales de mayo.
BND exulta que
el poder discrecional (¡supersic!) de Washington en la política de seguridad y exterior se incrementará sustancialmente como consecuencia de su nueva riqueza energética. Sin duda: en caso de ser real, y no de una vulgar estratagema propagandística.
Según los
optimistas(sic), en los próximos 15 años Estados Unidos ya no tendrá el imperativo geoestratégico de enviar portaviones al Golfo Pérsico y al estrecho de Ormuz, cuando
la amenaza política de productores petroleros como Irán declinará.
¡Objeción!, al estilo penal inglés: un rubro de los energéticos podrá
declinar, pero nunca desaparecer, como es el caso del carbón, que menguó pero no
fue eliminado por el petróleo y el gas, ni siquiera en Estados Unidos y Gran
Bretaña.
Stratfor y BND sepultan exagerada y precipitadamente a Rusia y a toda la OPEP
ante el advenimiento del fracking, cuya gran batalla global apenas se
inicia.
En la relevante reunión Wehrkunde, la célebre conferencia de seguridad que se
realiza anualmente en Munich (ver Bajo la Lupa, 6/2/13 –a la que tengo entendido
que México no es invitado–), el fracking estuvo
arriba de la agenda por primera vezcon dos tópicos: 1)
la bonanza de petróleo y gas de Estados Unidos; y 2)
la cambiante geopolítica de la energía.
John Deutch, ex director de la CIA, anterior subsecretario del Departamento
de Energía y
profesordel MIT, exulta en Foreign Affairs (enero/febrero de 2011) que
quizá sea una permitida exageración (sic) clamar la existencia de una revolución (¡supersic!) del gas.
John Deutch se ha posicionado como el polémico gurú globalista del
fracking: miembro de la Comisión Trilateral e integrante de los
consejos de administración de Citigroup, Raytheon (mercader de armas) y la
infame depredadora ambiental Schlumberger (Bajo la Lupa, 5/5/10).
Dados sus obscenos intereses acendrados con Schlumberger, se duda que John
Deutch se conmueva por la devastación ambiental del fracking. Por
cierto, Deutch salió eyectado de la CIA por sonoros escándalos, entre ellos la
exhumación del manejo del narcotráfico por el organismo. ¡Uf !
En Alemania, donde predomina una profunda cultura ambientalista, se ha
instalado un intenso debate sobre los efectos devastadores del fracking,
mientras BND da por gran perdedor a Rusia, que depende de los cuantiosos
ingresos de petróleo y gas convencionales y cuya declinación puede sacudir al
régimen del presidente Vlady Putin (a quien bauticé
zar geoenergético global). ¿Tanto así?
Llama la atención que no exista réplica científica ni geopolítica del lado
ruso a los enajenantes soliloquios anglosajones carentes de la imperativa
antítesis de la dilecta dialéctica hegeliana. Será interesante sopesar la
postura de defensa.org sobre la pretendida
burbujadel gas esquisto.
Sea lo que fuere, el fracking del gas esquisto se ha convertido en
un tema del máximo imperativo geoestratégico, del que el “México neoliberal
itamita” se encuentra notable y deliberadamente ausente.
Twitter: @AlfredoJalife
Facebook:Alfredojalife
Bajo la Lupa
La geopolítica revolucionaria del gas esquisto (shale gas), según
BND (espionaje alemán)
Alfredo Jalife-Rahme
D
urante la fracasada guerra en Irak de la dupla anglosajona Estados
Unidos/Gran Bretaña y otros tutti quanti menores, en la primavera de
2003, fue una constante geoestratégica de Bajo la Lupa situar el viraje
(shifting) del petróleo al gas como uno de los múltiples factores de su
aventura bélica (libro Irak: Bush bajo la lupa, Editorial Cadmo &
Europa, México, 2005).
La prospectiva de Bajo la Lupa se centró en el gas natural sin fracking,
que en ese momento era un secreto de Estado y de las grandes trasnacionales
petroleras anglosajonas.
En vísperas de explosiva PRI-vatización maquillada de los
hidrocarburos (que incluyen en forma subrepticia el cada vez más cotizado gas, a
la par, si no por encima, del petróleo), llama la atención el silencio sepulcral
sobre la enajenación catastral del gas esquisto (shale gas) en México:
tercera reserva mundial (Bajo la Lupa, 29/4/12).
Las pletóricas reservas de México en el noreste –coincidentemente, donde se
libra la “guerra de los cárteles” con mayor intensidad–, en colindancia
terrestre y marítima con Texas, han valido que Stratfor (19/12/12) –polémico
centro de pensamiento texano-israelí– señale al Caribe en términos ditirámbicos
como el nuevo polo geopolítico/geoenergético del siglo XXI.
El gas esquisto forma parte sustancial de la
independencia energética de Estados Unidos, según National Intelligence Council (NIC; ver Bajo la Lupa, 26/12/12).
En las antípodas, la trasnacional noruega Statoil ha iniciado una encuesta
defensiva en la revista británica The Economist (9/2/13) donde la
técnica fracking (una fracturación rocosa que emplea descomunales
cantidades de agua) es vilipendiada por la mayoría de los votantes.
La revista de divulgación científica Scientific American (4/1/12)
coloca al fracking como una de las causas principales de la
intensificación de terremotos, lo cual no importuna la conciencia de las grandes
empresas gaseras anglosajonas (menos, las medievales depredadoras
españolas).
¿Alguien piensa debatir en México, en el desierto de las ideas hipotecadas
por el establishment neoliberal, la devastación ambiental que provoca
el fracking?
Los multimedia anglosajones consideran el advenimiento del fracking
como la llave de entrada para el retorno apoteósico de Estados Unidos
a la cabeza del poder global, con excepción notable en el mundo
occidentaldel centro de pensamiento estratégico europeo dedefensa.org que desecha la
burbujadel gas esquisto.
Der Spiegel On Line (1/2/13), uno de los portavoces oficiosos de la
OTAN, no es la excepción: “Pleno aceleramiento a la vista: EU inclina el poder
global con la escala del fracking”, cuyo subtítulo sintetiza todo,
basado en un informe confidencial de BND (espionaje alemán foráneo), que cobra
peso singular por la naturaleza importadora del país teutónico tan dependiente
del
gas naturalruso.
Resulta que Estados Unidos experimenta un
milagro económicoque no había vivido
desde su odisea por el petróleo hace 100 años.
Cita un reporte de la controvertida Agencia Internacional de Energía (AIE),
la gran enemiga de la OPEP –que suele equivocarse más de lo que acierta–, donde
asevera que gracias al fracking
Estados Unidos sustituirá a Rusia como el mayor productor de gas natural en dos años (¡supersic!).
Estados Unidos también
podría (sic) convertirse en uno de los principales productores de petróleo en 2017(nota: la extracción del gas esquisto está asociada al petróleo).
Hoy el precio del gas natural en Estados Unidos vale la cuarta parte que en
2008 y ha servido para estimular a su desfalleciente industria.
El
milagrodel fracking –válgase el oxímoron, porque va aparejado a una casi catastrófica devastación ambiental– es local y global:
la revolución (sic) del gas está cambiando el equilibrio político del poder en todo el mundo, cuando
fuera de Estados Unidos la extracción se encuentra en su infancia.
A juicio de BND,
los rasgos de un cambiado orden mundial (¡supersic!) ya están emergiendo en las simulaciones de los geoestrategas. Por cierto, el tema del gas esquisto forma parte nodal del Seminario Internacional del Centro de Ciencias de la Transición/Centro de Estudios Geoestratégicos de la UAM-X a finales de mayo.
BND exulta que
el poder discrecional (¡supersic!) de Washington en la política de seguridad y exterior se incrementará sustancialmente como consecuencia de su nueva riqueza energética. Sin duda: en caso de ser real, y no de una vulgar estratagema propagandística.
Según los
optimistas(sic), en los próximos 15 años Estados Unidos ya no tendrá el imperativo geoestratégico de enviar portaviones al Golfo Pérsico y al estrecho de Ormuz, cuando
la amenaza política de productores petroleros como Irán declinará.
¡Objeción!, al estilo penal inglés: un rubro de los energéticos podrá
declinar, pero nunca desaparecer, como es el caso del carbón, que menguó pero no
fue eliminado por el petróleo y el gas, ni siquiera en Estados Unidos y Gran
Bretaña.
Stratfor y BND sepultan exagerada y precipitadamente a Rusia y a toda la OPEP
ante el advenimiento del fracking, cuya gran batalla global apenas se
inicia.
En la relevante reunión Wehrkunde, la célebre conferencia de seguridad que se
realiza anualmente en Munich (ver Bajo la Lupa, 6/2/13 –a la que tengo entendido
que México no es invitado–), el fracking estuvo
arriba de la agenda por primera vezcon dos tópicos: 1)
la bonanza de petróleo y gas de Estados Unidos; y 2)
la cambiante geopolítica de la energía.
John Deutch, ex director de la CIA, anterior subsecretario del Departamento
de Energía y
profesordel MIT, exulta en Foreign Affairs (enero/febrero de 2011) que
quizá sea una permitida exageración (sic) clamar la existencia de una revolución (¡supersic!) del gas.
John Deutch se ha posicionado como el polémico gurú globalista del
fracking: miembro de la Comisión Trilateral e integrante de los
consejos de administración de Citigroup, Raytheon (mercader de armas) y la
infame depredadora ambiental Schlumberger (Bajo la Lupa, 5/5/10).
Dados sus obscenos intereses acendrados con Schlumberger, se duda que John
Deutch se conmueva por la devastación ambiental del fracking. Por
cierto, Deutch salió eyectado de la CIA por sonoros escándalos, entre ellos la
exhumación del manejo del narcotráfico por el organismo. ¡Uf !
En Alemania, donde predomina una profunda cultura ambientalista, se ha
instalado un intenso debate sobre los efectos devastadores del fracking,
mientras BND da por gran perdedor a Rusia, que depende de los cuantiosos
ingresos de petróleo y gas convencionales y cuya declinación puede sacudir al
régimen del presidente Vlady Putin (a quien bauticé
zar geoenergético global). ¿Tanto así?
Llama la atención que no exista réplica científica ni geopolítica del lado
ruso a los enajenantes soliloquios anglosajones carentes de la imperativa
antítesis de la dilecta dialéctica hegeliana. Será interesante sopesar la
postura de defensa.org sobre la pretendida
burbujadel gas esquisto.
Sea lo que fuere, el fracking del gas esquisto se ha convertido en
un tema del máximo imperativo geoestratégico, del que el “México neoliberal
itamita” se encuentra notable y deliberadamente ausente.
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