La paradoja de Sansón
Todos conocemos la historia de Sansón; los más viejos como yo al menos por haber visto la película Sansón y Dalila con la deslumbrante actriz Hedy Lamarr.
El relato nos cuenta de Sansón, personaje bíblico que representa la lucha de su pueblo contra los Filisteos, dotado de fuerza hercúlea cuyo secreto estaba en sus cabellos.
Pero enamorándose de Dalila, mujer filistea, le revela el secreto así que, ésta, cortándole el pelo mientras estaba dormido, logró quitarle su fuerza.
Capturado y encarcelado por los Filisteos fue constreñido, cegado, a trabajar encadenado a un molino de grano.
Cuando su pelo vuelve a crecer, Sansón va recuperando toda su fuerza y un día, durante una fiesta al templo donde los jefes Filisteos lo habían llevado como trofeo, haciendo fuerza sobre las columnas que sostenían el edificio, añadiendo: “Muera yo con los filisteos” lo derrumbó muriéndose él y todos los Filisteos que allí estaban.
Pero enamorándose de Dalila, mujer filistea, le revela el secreto así que, ésta, cortándole el pelo mientras estaba dormido, logró quitarle su fuerza.
Capturado y encarcelado por los Filisteos fue constreñido, cegado, a trabajar encadenado a un molino de grano.
Cuando su pelo vuelve a crecer, Sansón va recuperando toda su fuerza y un día, durante una fiesta al templo donde los jefes Filisteos lo habían llevado como trofeo, haciendo fuerza sobre las columnas que sostenían el edificio, añadiendo: “Muera yo con los filisteos” lo derrumbó muriéndose él y todos los Filisteos que allí estaban.
La frase desde aquel tiempo se hizo emblemática de una acción que se considera, a pesar de todo, positiva: aunque dañina, letal para unos, viene aceptada por ser letal también para muchos otros.
Es la llamada “paradoja de Sansón”.
La que fue un cuento bíblico, quizás mítico y fantástico, es lo que a menudo se presenta en la vida real.
Quizá es solo una broma la del hombre que se corta los atributos para que se fastidie su mujer, pero hay casos por igual peligrosos, estúpidos, sinsentidos y contraproducentes.
En los mercados financieros, en esto últimos años, estamos viendo la mismísima situación.
En los mercados financieros, en esto últimos años, estamos viendo la mismísima situación.
Hay agentes económicos, que alcanzado un determinado nivel de “tonelaje”, no pueden más quebrar, desplomarse. Si estallaran ellos, estallaría el sistema entero, es decir sería la quiebra de la economía a nivel mundial.
Así nos dicen políticos y gobiernos y para asustarnos más nos dibujan panoramas apocalípticos: empresas que cierran; estados que quiebran; millones de gentes en las calles, hambrientas; niños llorando al pecho exhausto de las mamás. En pocas palabras una especie de apocalipsis social de resultados inimaginables.
Y, según este esquema, Bancos como Citybank (quien era la más grande del mundo), Fanny Mae y Freddie Mac y otros seguros en los EEUU, y otros bancos en el mundo, en España y ahora por último MPS en Italia, que ya eran y son quebrados, no se les permite de quebrar.
La “paradoja de Sansón” dictada al revés: hay que aceptar que no muera uno para que no se mueran todos.
La “paradoja de Sansón” dictada al revés: hay que aceptar que no muera uno para que no se mueran todos.
Pero ¿es correcto esto? ¿Es cierto que no hay alternativa a la quiebra de los bancos que la nacionalización de los mismos? Es cierto que tenemos que seguir (sobretodo en los bancos pero también en las grandes empresas) socializando las perdidas después que los mismos han privatizados, en la buena, los beneficios?
No, claro que no.
Existen otras posibilidades que en gran medida reproducen los mecanismos virtuosos que encontramos en las familias, en la sociedad patriarcal, en un mercado libre: los platos rotos los pagan los que los han quebrado.
Existen otras posibilidades que en gran medida reproducen los mecanismos virtuosos que encontramos en las familias, en la sociedad patriarcal, en un mercado libre: los platos rotos los pagan los que los han quebrado.
Pero, hacemos un pasó atrás para examinar como puede pasar que bancos y empresas se encuentran quebradas.
Un banco -una empresa, una familia- está quebrado cuando su pasivo es superior a su activo. Puede decirse, aunque menos correcto de un punto de vista financiero pero que lleva al mismo resultado, cuando gastan más de lo que cobran.
Un banco -una empresa, una familia- está quebrado cuando su pasivo es superior a su activo. Puede decirse, aunque menos correcto de un punto de vista financiero pero que lleva al mismo resultado, cuando gastan más de lo que cobran.
Activo es el valor de lo que tenemos; pasivo es de donde hemos sacado el dinero para conseguir el activo.
Si el banco concedió prestamos a clientes dudosos que ahora no le pagan, su activo se baja del mismo valor; mientras el pasivo, de donde ha sacado el dinero prestado, permanece igual. Se crea un déficit en los fondos propios del banco.
Si el banco concedió prestamos a clientes dudosos que ahora no le pagan, su activo se baja del mismo valor; mientras el pasivo, de donde ha sacado el dinero prestado, permanece igual. Se crea un déficit en los fondos propios del banco.
Normalmente y correctamente, la entidad entraría en concurso de acreedores, vendería sus activos al mejor postor y con lo obtenido trataría de saldar sus deudas. Pero, como las inversiones bancarias -los préstamos dudosos- no tienen prácticamente valor esto se resuelve en una pérdida total para los acreedores.
Y que pasa en este momento.
Que gobiernos y bancos centrales van a rescatar bancos y empresas para evitar “el peligro de la difusión del riesgo total”, “la descomposición del sistema económico” con las imágenes aterradoras difundida por los medios sometidos y complacientes.
Al final, los que van a pagar el costo de la mala gestión, de la falta de prudencia, de las negociaciones cuanto menos “alegres” para no decir corruptas, no son los que han causado el problema, los administradores, los gestores, sino los desavisados contribuyentes.
¿Les parece justo? ¿Les parece correcto?
Pienso que no, pero esto es lo que ha pasado, que sigue pasando, que pasará hasta cuando, indignados, no levantaremos la cabeza.
Pienso que no, pero esto es lo que ha pasado, que sigue pasando, que pasará hasta cuando, indignados, no levantaremos la cabeza.
Hay una solución que pero no se aplica pues es más fácil, más simple cargar al asno que todo soporta.
Los acreedores, que son los que han dado prestado el dinero al banco (entendiendo con eso que tenían confianza en las operaciones del banco) tendrían que cambiar su parte del pasivo del banco en capital social: en el mismo tiempo se llegaría a una disminución de la deuda y a un aumento de los fondos propios del banco.
Con está recapitalización forzosa de la deuda bancaria se evitaría la quiebra del banco, los contribuyentes no sufrirían las consecuencias de las acciones ajenas y, aun más importante, los acreedores, los inversionistas no estarían aprovechando del rescate público de la banca, lo que se le llama riesgo moral, las pérdidas yendo asumidas por los responsables.
Para profundizar esta idea les aconsejo “Una alternativa liberal para salir de la crisis” por Juan Ramón Rallo economista español de la Escuela Austriaca, que acabo de leer.http://juanramonrallo.com/about/
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