domingo, 28 de enero de 2018

CRÓNICA: Ha nacido un niño

Escrito por  Liz Martínez Vivero/Especial para CubaSí
Su llanto de recién nacido inunda la casa y también los rostros, todavía nerviosos, de los jóvenes progenitores. Luego sonríen, casi aliviados.

Ha nacido un niño. Su llanto de recién nacido inunda la casa y también los rostros, todavía nerviosos, de los jóvenes progenitores. Luego sonríen, casi aliviados. Después de nueve meses de la que parecía una espera eterna.

Lejos de los suyos, para los padres primerizos ha sido un año difícil. Hoy ven coronado su esfuerzo. A la mañana siguiente él vuelve al trabajo. En la noche anterior, la primera junto a su José, por supuesto, se ha tornado una odisea conciliar el sueño.

La casa es pequeña… cuando el niño llora lo sabe cada rincón. Debe procurar un mejor lugar, de momento, cuando sus conocidos preguntan cómo ha ido todo, se infla de orgullo para declararles que es un varón.

Con todo y que no sabe lo que vendrá, hoy se llena de orgullo. Después llegará todo el sacrificio de las escuelas, pero sabe que valdrá la pena. Para su primogénito, quiere el mejor futuro. Ese niño está llamado a prolongar su apellido, a hacerlo grande a base de sus esfuerzos.

Los primeros gorjeos son la simiente preciosa de la excelente oratoria que lo acompañará siempre. Ya en la escuela su hermosa letra se conjuga con la claridad de las ideas. El padre parte a trabajar en una finca y le acompaña para ayudarlo con los papeles. Desde allí escribe a su madre y sus hermanas, la carta es el primer documento que ha llegado hasta nuestros días, salido de su pluma diáfana.

Y más adelante con 17 eneros cumple prisión y en el dolor del presidio injusto conoce a Lino Figueredo, un niño con apenas 12 años.

Así lo describe:

Era verdad. Era un niño. Su estatura apenas pasaba del codo de un hombre regular. Sus ojos miraban entre espantados y curiosos aquella ropa rudísima con que le habían vestido, aquellos hierros extraños que habían ceñido a sus pies.

Mi alma volaba hacia su alma. Mis ojos estaban fijos en sus ojos. Mi vida hubiera dado por la suya. Y mi brazo estaba sujeto al tablero del taller; y su brazo movía, atemorizado por el palo, la bomba de los tanques.

En España termina de cumplir, lejos de su Patria que recién había soltado la mordaza para dejar escuchar el grito de guerra:

No es un sueño, es verdad: grito de guerra
Lanza el cubano pueblo, enfurecido;
El pueblo que tres siglos ha sufrido
Cuanto de negro la opresión encierra.
Del ancho Cauto a la Escambraica sierra,
Ruge el cañón, y al bélico estampido,
El bárbaro opresor, estremecido,
Gime, solloza, y tímido se aterra.
Sigue tejiendo su historia. Corta en el tiempo pero ¡qué gran historia!

 (…)

Ha nacido un niño… su llanto de recién nacido inunda la casa y los rostros de los jóvenes padres. No tienen como saber lo que sucederá con su vida. Ese día, 28 de enero, hace 165 años ya, deciden llamarlo José Julián Martí Pérez.

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