martes, 30 de enero de 2018

El presidente de China,  Xi Jinping, y el presidente de EEUU, Donald Trump

¿Por qué el mundo quiere a China y no a EEUU como líder global?

© REUTERS/ Jonathan Ernst
Mundo
Los aliados de EEUU dudan respecto a la capacidad del país estadounidense de cumplir con sus promesas y ampliar su esfera de responsabilidades, declaró a Sputnik el politólogo chino Yang Danzhi.
Tras un año de Presidencia de Donald Trump varios países han empezado a interactuar de una forma diferente con el liderazgo de EEUU en el mundo. Eso es lo que se extrae de una encuesta elaborada por la empresa Gallup en 130 países. 
El índice de aprobación de la política de EEUU disminuyó del 48% registrado en 2016 hasta el 30% de 2017. Esta cifra supone un mínimo histórico que no se veía desde los últimos años de George W. Bush en el cargo. Durante su campaña electoral Donald Trump prometió volver a hacer de EEUU un país poderoso y dar la mayor de las prioridades a los intereses propios en su política exterior.
Sin embargo, poco a poco Washington está dejando de desempeñar el papel de líder global mientras que nuevos actores están empezando a ocupar sus posiciones. Así, China ya ha adelantado a EEUU como el mayor socio de muchos Estados de América Latina. 

Además, será Pekín y no los contribuyentes estadounidenses el mayor beneficiario en caso de que Washington tome la decisión de abandonar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, en inglés).  Según la encuesta, los países de América del Norte y los de América del Sur ven a Alemania o China —y no a EEUU— como líderes globales. 
Asimismo, Washington sigue perdiendo posiciones en Asia. El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica —que EEUU abandonó al inicio de la Presidencia de Trump— fue concebido como una herramienta para impedir el fortalecimiento de la influencia de China en Asia.
La salida de EEUU de este acuerdo revitalizó el Partenariado Económico Comprehensivo Regional (PECR), que fue auspiciado por China.
No obstante, esta no fue la única causa por la que el índice de aprobación política de EEUU bajó tan bruscamente. La retórica agresiva de Washington en relación a Corea del Norte está envenenando la situación en Asia. 

Un presidente tan impulsivo como Trump, con acceso a un botón nuclear, es cada vez más percibido como una amenaza capaz de hacer escalar el conflicto coreano, lejos de su rol deseable de pacificador. En estas circunstancias, Pekín parece más atractivo que Washington para desempeñar el papel de líder, opina Yang Danzhi, politólogo del Centro de Investigaciones de Seguridad Regional de la Academia de Ciencias Sociales de China. "Los aliados de EEUU dudan de que el país norteamericano sea capaz de cumplir con sus promesas y ponen en tela de juicio su capacidad (…) de ampliar su esfera de responsabilidades en asuntos internacionales", recalcó Danzhi en una entrevista con Sputnik.
El experto considera que muchas naciones del Sudeste Asiático dudan ahora de los planes de futuro de Washington. 
"Por su parte, China se comportó como un líder activo y lo suficientemente valiente como para tomar las riendas de sus responsabilidades internacionales (…). Eso significa que, partiendo de la defensa de sus intereses estratégicos (…) China puede desarrollar sus relaciones con todos los países y construir una comunidad de destino común", afirmó el experto chino. 
Lo más interesante es que los encuestados de Europa, que tradicionalmente apoyaban a EEUU, otorgaron el mismo índice de aprobación a la política estadounidense y a la china.
Por ahora solo el continente africano se decanta por el liderazgo de EEUU. El 51% de los países de la región apoya la política estadounidense. Sin embargo, incluso en este continente, China le pisa los talones al país norteamericano con un 50% de aprobación.
Teniendo en cuenta el ritmo de crecimiento de la influencia de China en África y el volumen de inversiones de Pekín en la región nadie puede estar seguro de que Washington no perderá en el futuro sus posiciones. 
Yang Danzhi considera que últimamente EEUU se ha visto incapaz de administrar los complicados procesos mundiales mientras que los nuevos actores globales empezaron a desafiar su supremacía en la arena internacional.

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