jueves, 31 de agosto de 2017

México SA
Pobreza, ¿mito genial?
Inegi-Coneval, de la mano
Delito rebasa instituciones
Carlos Fernández-Vega
 
Es una maravilla: oficialmente, en el bienio 2014-2016 aumentó el ingreso, se redujo la pobreza, se abatieron las carencias sociales, y los mexicanos felices. El triángulo perfecto –Sedesol, Inegi y Coneval– para un resultado mágico: la política social funciona como relojería suiza y la noticia de tal hazaña se divulga justo en vísperas de lo que algunos denominan informe de gobierno (el penúltimo de la administración peñanietista, aunque en los hechos sea el último, porque ya vienen los destapes y la campaña electoral por el hueso mayor) y la tan esperada celebración faraónica por los innumerables logros alcanzados.
Bien a bien no se sabe qué paso, qué marcó la diferencia, qué hizo posible la supuesta mejoría social en el país, pero en el citado triángulo aseguran que el sustento es sólido como para afirmar que en dicho bienio millones de mexicanos salieron del voluminoso ejército de depauperados, el cual ha crecido sexenio tras sexenio… menos en el peñanietista, con todo y que los resultados de éste han sido igual de mediocres y raquíticos que los reportados por administraciones anteriores.
¿Qué sucedió? ¿La economía creció a paso veloz? ¿Se incrementó sustancialmente el ingreso petrolero? ¿Se desmanteló la impúdica concentración del ingreso y la riqueza? ¿El empleo dejó de ser precario y paga salarios crecientes? ¿Qué fue? Algo extraordinario debió suceder entre 2014 y 2016 para que sin rubor alguno el Inegi y el Coneval (Sedesol para eso está, una dependencia del Ejecutivo dedicada a aplaudirle al jefe) aseguren que el ingreso aumentó y la pobreza se redujo en un país en el que la mediocridad es la norma y la economía no crece más allá de 2 por ciento desde hace tres décadas y media, que la mejoría salarial se mantiene prófuga, al igual que la justicia social, y que, en fin, las políticas públicas son trajes a la medida no para la mayoría de los mexicanos, sino para los barones.
Lo anterior viene a colación, porque el pasado lunes el Inegi afirmó que el periodo de referencia el ingreso de los mexicanos aumentó (2.1 por ciento como promedio nacional), mientras que ayer el Coneval aseguró que en el mismo periodo la pobreza se redujo. La siguiente es la numeralia oficialmente reconocida por esta última institución:
El porcentaje de la población en situación de pobreza en 2016 (43.6 por ciento) fue menor que el reportado en 2014 (46.2), en 2012 (45.5) y en 2010 (46.1).
El número de personas en situación de pobreza en 2016 (53.4 millones) fue menor al reportado en 2014 (55.3 millones), aunque mayor que en 2012 (53.3 millones) y 2010 (52.8 millones).
El porcentaje de la población en situación de pobreza extrema en 2016 (7.6 por ciento) fue menor que en 2014 (9.5), 2012 (9.8) y 2010 (11.3).
El número de personas en situación de pobreza extrema en 2016 (9.4 millones) fue menor que en 2014 (11.4 millones), 2012 (11.5 millones) y 2010 (13.0 millones).
En 27 entidades federativas el porcentaje de la población en situación de pobreza se redujo entre 2010 y 2016, así como entre 2014 y 2016.
La reducción del porcentaje de población en situación de pobreza extrema entre 2010 y 2016 tuvo lugar en 31 entidades federativas; entre 2014 y 2016 esta reducción se observó en 29 entidades, especialmente entre los estados que mostraban los mayores niveles de población en pobreza extrema.
En el combate a la pobreza aún existen retos importantes: lograr un ritmo de crecimiento económico elevado y sostenido; propiciar el ejercicio pleno de los derechos sociales; abatir las desigualdades regionales y entre grupos de población; y reducir la inflación a niveles previos a los de 2017.
Esas son las cifras oficiales, sin olvidar que la Ley General de Desarrollo Social obliga a que la medición de la pobreza incluye debe considerar los siguientes indicadores: ingreso de los hogares, carencias sociales en materia de educación, acceso a los servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, acceso a servicios básicos en la vivienda, acceso a la alimentación, y grado de cohesión social.
Ello, sin olvidar que, según sus propias cuentas, 21.4 millones de personas registran un ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo y que 62 millones adicionales tienen un ingreso inferior a la línea de bienestar a secas, es decir, 83.4 millones de mexicanos (alrededor del 67 por ciento de la población total) a quienes simple y llanamente no les alcanza para absolutamente nada. Pero aseguran contar con bases sólidas para afirmar que en México el ingreso subió y la pobreza bajo.
De acuerdo con el Coneval, institución que a su vez se basa en la información del Inegi, en el bienio 2014-2014 alrededor de dos millones de mexicanos abandonaron las filas de la pobreza extrema y se instalaron en las de la pobreza a secas, para igualar el número de depauperados con el que inicio el sexenio de Peña Nieto (53.4 millones). Sin embargo, en el mismo periodo 100 mil personas engrosaron el inventario de la población vulnerable por ingresos (carece de, pues), pero -según la estadística oficial- este segmento no registró carencias (¿no tiene con qué comer, pero al mismo tiempo no tiene carencias?).
¿Son creíbles los informes del Inegi y del Coneval? En las instituciones dicen que sí, y que tienen bases científicas. Pero queda la duda: después del severo agarrón (metodológico) del año pasado, ¿sin más, llegan a la meta 2016 tomadas de la mano, perfectamente de acuerdo y con resultados positivos?
En el último bienio del calderonato (2010-2012) el crecimiento económico promedió 3.9 por ciento anual (el garbanzo de a libra del tal Jelipe), mientras que la inflación acumulado fue de 7 por ciento. De cualquier forma, en ese periodo dos millones de mexicanos se sumaron a la pobreza moderada.
En el bienio 2014-2016 de Peña Nieto el promedio de crecimiento económico fue de 2.3 por ciento (40 por ciento menor al citado garbanzo del tal Jelipe), con una inflación acumulada de 5.7 por ciento. Pero se dio el milagro: mayor ingreso, menor pobreza, según dicen.
Entonces, ¿regresamos a los tiempos de Pedro Aspe, cuando éste repetía como periquito que en México la pobreza es un mito genial?
Las rebanadas del pastel
El delito rebasó a las instituciones, reconoce Enrique Peña Nieto (La Jornada, Rosa Elvira Vargas), y si es gravísimo que permanentemente lo denuncie la ciudadanía agredida, el hecho de que lo admita el legalmente responsable de las instituciones que dicen combatir el delito es un agravio a la nación.
Twitter: @cafevega

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