jueves, 31 de mayo de 2018

GC: una tregua desmentida
Jorge Eduardo Navarrete
 
Mayo estuvo colmado de noticias sobre la guerra comercial (GC) contra China que Washington ha proclamado, pero por fortuna aún no se decide a librar. Comenzó con un publicitado pero infructuoso viaje a Pekín del gabinete económico en pleno, notorio por las pugnas al interior de la delegación estadunidense. A mediados de mes, la visita a Estados Unidos del principal alter ego para temas económicos del presidente Xi Jinping, Liu He, permitió al secretario del Tesoro anunciar, según el Washington Post (20/05/18), que se había acordado poner en suspenso la guerra comercial. Cuarenta y ocho horas después, Trump lo desmintió: No hay tal acuerdo y no me gusta hablar de acuerdos hasta que realmente se consiguen, dijo según CNN politics (22/05/18), en su conocido estilo reiterativo.
La tregua desmentida estuvo rodeada de intentos de alivio de las tensiones: Trump –que actúa como su propio vocero– señaló que, para evitar la pérdida de muchos empleos en China, no prohibiría la venta de componentes de alta tecnología a la empresa china de telecomunicaciones ZTE, aunque le impondría una multa por mil 300 millones de dólares y la forzaría a efectuar cambios en su personal ejecutivo. Esa prohibición había provocado la virtual suspensión de operaciones de la compañía china y causado también víctimas colaterales, como la empresa Qualcomm de EU, según el Financial Times (FT) (26/05/18).
Por su parte, China habría anunciado estar dispuesta a aumentar hasta en 200 mil millones de dólares sus importaciones desde EU, lo que permitiría a Trump cantar victoria en su cruzada para abatir el déficit comercial, según el New York Times (NYT) (17/05/18). El desmentido de cifra tan excesiva, por parte del Ministerio del Exterior de China, también fue inmediato. Días después se registró un gesto conciliatorio real: la reducción, a partir del primero de julio, del arancel chino sobre automóviles importados, de 25 a 15 por ciento, según el FT (22/05/18). Esta medida pareció destinada más a la Unión Europea que a Estados Unidos, pues sus exportaciones de vehículos a China son mucho mayores que las estadunidenses.
Tras este festival de equívocos, la estafeta volvió a manos de Wilbur Ross, secretario de Comercio, que el 2 de junio iniciará en Pekín una nueva serie de conversaciones. Los tuits de Trump le encargan conseguir compromisos de largo plazo, debidamente cuantificados, que garanticen mayores ventas a China de alimentos, materias primas agrícolas e hidrocarburos. “Los chinos –tuiteó Trump, según el NYT (21/05/18)– comprarán a nuestros grandes granjeros casi todo lo que ellos pueden producir”. Así, Estados Unidos se convertiría en el mayor proveedor de bienes primarios de la nueva potencia en tecnologías de avanzada, China.
En vísperas del viaje de Ross a Pekín, el gobierno de Trump actualizó su memorial de agravios frente a China en materia de comercio, inversión y tecnología. Difundió al efecto dos nuevos documentos: un memorándum titulado El presidente Trump confronta las injustas políticas comerciales de China y una declaración sobre las acciones adoptadas o previstas para hacerles frente (ambos aparecen en whitehouse.gov). Además, para cerrar el mes, Trump reiteró que se impondrían en breve aranceles –de 25 por ciento ad valorem sobre 50 mil millones de dólares de exportaciones de China a EU– entre otras medidas punitivas, según el NYT (29/05/18). En otro sentido, China anunció ayer que reduciría los aranceles de importación de una amplia gama de bienes de consumo duradero, algunos de ellos procedentes de EU. Reiteró también que no dejaría de responder a las medidas restrictivas injustificadas de Trump, según la agencia Reuters (30/05/18).
Hasta aquí los hechos recientes. Cuando se habla de comercio exterior, en realidad se habla de muchas otras cosas. La clave de la confrontación comercial sino-estadunidense se halla en la preponderancia tecnológica. Es posible que Trump realmente se preocupe por el saldo de la balanza comercial, con China y con algunos otros países, México entre ellos. En cambio, quienes entienden la dinámica de las relaciones comerciales, económicas y financieras internacionales comprenden que lo que verdaderamente está en juego es el liderazgo del avance tecnológico global. Quienes desean preservar la ventaja estadunidense, más que corregir el déficit comercial con China, buscan evitar la consolidación y éxito del ambicioso programa de diversificación e innovación tecnológicas Hecho en China 2025. Un rápido aumento de las compras a EU sería un precio que Pekín pagaría complacido si le permite invertir y desarrollar empresas conjuntas con tecnologías de avanzada. Si bien China ha alcanzado una posición casi sin rival en el desarrollo y adaptación nacionales de tecnologías de punta, puede aún ganar tiempo por la vía corta de la compra de tecnologías productivas desarrolladas en el exterior y la investigación conjunta con institutos, universidades y empresas de otros países.
Quienes observan la dinámica del conflicto comercial China-EU con la lógica de las películas del oeste, se preguntan quién parpadeó primero. Es claro que Xi ha sido el contendiente más sereno y mejor preparado. Las rivalidades dentro de la delegación estadunidense –documentadas en la prensa estadunidense– constituyen el flanco más débil. Involucran, sobre todo, al secretario Mnuchin, al representante comercial Lighthizer y al consejero Navarro.
Estas turbulencias bilaterales se producen en un entorno global complicado en extremo. A finales de mes, lo enturbió aún más la decisión de Trump de iniciar una investigación sobre los riesgos que para la seguridad de EU suponen sus importaciones de automóviles y otros vehículos, que podría desembocar en la imposición de aranceles y en la disrupción de las cadenas productivas globales de la industria de automotores, en perjuicio sobre todo de Alemania, Canadá, Japón y México –entre otros aliados de EU. Por las mismas fechas, India se sumó a la Unión Europea, Japón, Rusia y Turquía al objetar ante la Organización Mundial de Comercio los aranceles sobre las compras de acero y aluminio de EU, de los que se exentó a Canadá y México debido al Nafta, ahora comprometido –temas ya discutidos en esta columna GC: primeras escaramuzas, La Jornada, (08/03/18).
Más allá de los temas comerciales, a finales de mayo también se agravaron las tensiones en varios frentes: Irán y su programa nuclear; la incierta reunión Trump-Kim en Singapur, y, entre otros, el Mar del Sur de China, donde dos buques de la Armada de EU navegaron en las proximidades de una de las islas artificiales construidas por China. Estas otras fricciones resultan, desde luego, mucho más peligrosas y alarmantes.
Hasta ahora, la guerra comercial declarada por un Trump ansioso de alcanzar el triunfo fácil que anunció desde el primer día, por fortuna no se ha materializado, pero muy pocos apuestan por una tregua duradera.

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