El medio ambiente en la agenda electoral
Iván Restrepo
U
na de las características de la actual contienda electoral es la tempestad de propuestas sin sustento hechas por los tres verdaderos candidatos que buscan triunfar el próximo primero de julio. En los dos debates oficiales, más que programas de gobierno hemos visto ataques personales y hasta mentiras. Y en el reciente de Tijuana, se agregó el lamentable espectáculo de los dos moderadores (León Krauze y Yuriria Sierra), que por limitaciones profesionales y en aras de protagonismo, no aprovecharon los 15 minutos de fama de que hablaba Andy Warhol.
Para resolver los problemas que arrastran el medio ambiente y el desarrollo sostenible, los candidatos han recurrido a los lugares comunes. Muy distinto es el panorama que ofrecen quienes integran el Seminario Universitario Sociedad y Medio Ambiente de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Iniciado en 2016 con la participación de investigadores de diferentes disciplinas de nuestra máxima casa de estudios y de otras instituciones, en el más reciente ejercicio académico trazaron una Agenda ambiental 2018, en clara referencia al proceso electoral.
Plantean con un enfoque nada complaciente ni rebuscado, los desajustes sociales y económicos que existen en las regiones rurales y urbanas, en los sistemas terrestres y marinos, en las áreas tropicales, templadas y áridas de México. No dejan de analizar y ofrecen soluciones viables al deterioro ambiental que ocasiona la explotación minera, los fenómenos hidrometeorológicos extremos, el agotamiento de los mantos freáticos, el cambio climático y sus consecuencias para el país. Todos estos asuntos afectan a las sociedades, y en especial a los más vulnerables. El análisis de los temas anteriores lo hacen biólogos, sociólogos, ecólogos, juristas, ingenieros y antropólogos de amplio prestigio: Leticia Merino, Marisa Mazari Hiriart, Adalberto Noyola Robles, María del Coro Arizmendi, César Domínguez Pérez Tejada, Pedro Álvarez Icaza, Gonzalo Chapela y Mendoza, Luis Zambrano González, Salvador Medina Ramírez, Eduardo Peters, Luis Fueyo, Adrián Fernández Bremauntz, Luisa Sierra Brozon y Rodolfo García Zamora.
Precisamente estos temas se exponen en el suplemento La Jornada Ecológica, que hoy pueden consultar los lectores de nuestro diario. Por principio, Leticia Merino, quien coordinó las labores de esta Agenda ambiental 2018, hace un recuento de la importancia que en las actuales plataformas electorales se concede al medio ambiente y destaca que éste ha recibido la atención marginal en los anteriores sexenios presidenciales y en el actual. Aunque en sus programas de gobierno los tres aspirantes que realmente cuentan proponen impulsar el desarrollo sostenible, no incluyen los diagnósticos integrales sobre las dinámicas de los problemas socioambientales del país, algo básico para elaborar y hacer efectivas auténticas políticas públicas sobre la materia. Y esta importante laguna resalta precisamente en los ocho temas que se discutieron en el seminario citado.
Cabe señalar que los participantes en este ejercicio académico destacan lo irracional del modelo económico vigente en México, que prometen continuar los candidatos Anaya y Meade. Por su parte, López Obrador dice que le hará cambios sustanciales pues muestra cada vez más sus limitaciones. Y en efecto: en vez de buscar la conservación y el uso racional de los recursos naturales, así como un crecimiento económico sin deterioro, logra lo contrario y agudiza el distanciamiento social que intenta, entre otras cosas, privatizar la biodiversidad, sin tomar en cuenta a los pueblos originarios.
Como anota Leticia Merino, atender los problemas ambientales y construir un futuro sustentable exige enfoques transversales en los que participe efectivamente la población; demanda la descentralización democrática de recursos y capacidades a los estados y municipios, con contrapesos sociales, transparencia y rendición de cuentas. Y algo básico: asumir la marcada inequidad social en el acceso a los bienes ambientales y reconocer que México es cada vez más vulnerable al cambio climático por el modelo económico vigente.
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