lunes, 14 de noviembre de 2011

Me indigno luego existo…



Luis Britto García

A mediados de octubre de 2011 en 951 ciudades de 82 países repletan las calles multitud es cuyo denominador común es la indignación.

Desde fines de los años ochenta en América Latina repletaban ciudades y campos movimientos sociales cuyo lenguaje era la furia.

A latinoamericanos y caribeños se nos llamó facinerosos, turbas, hordas, pero a la larga rompimos la dictadura política liberal y orientamos nuestra región hacia la izquierda.
A europeos y estadounidenses se los llama Indignados, pero son africanos quienes derrocan dictaduras en Egipto y Túnez y enfrentan a la OTAN en Libia y asiáticos quienes combaten los ejércitos del dólar y del euro en Afganistán, Irak, Pakistán y Bahrein.

La tarea del Tercer Mundo es hacer las revoluciones que el Primer Mundo jamás emprende o concluye.

¿Qué es la indignación? ¿Se disipará como la rabieta de las contraculturas de los sesentas? ¿Estallará en el relámpago revolucionario?

Todo sistema pretende funcionar en beneficio de todos y concluye funcionando para sí mismo. Un sistema es una ficción que se sostiene sobre la credulidad de sus víctimas. Cuando la contradicción entre farsa y realidad se hace evidente, la resignación deviene imposible. La indignación es la resignación que desborda el vaso.

Científicos suizos revelan en New Scientist (19/10/2011), que 147 corporaciones dominan la economía global; que 88% de ellas son instituciones financieras como Barclays Bank; JP Morgan Chase; Merill Lynch; Deutsche Bank; Credit Suisse; Goldman Sachs; Morgan Stanley; Mitsubishi Group; Société Générale; Bank of America y Lloyds. Que en su mayoría son estadounidenses o inglesas. Que tras la última crisis diez empresas acaparan más de la tercera parte de la propiedad de Estados Unidos.

Estos dueños del mundo usan el poder político, el militar y elmediático para devastar la naturaleza, incrementar sus riquezas, hacerseinmunes a los impuestos, lucrar fabricando armamentos y declarando guerras depillaje, descargar sobre los trabajadores el costo de crisis y rescatesfinancieros y condenarlos a la sobreexplotación, el desempleo y la perdida detodos sus derechos sociales.

Nos han quitado todo salvo la rabia.

Legítimo es indignarse, siempre que la furia se convierta enconciencia, ésta en planes y los planes en hechos.

Pero de la indignación al hecho hay mucho trecho.

Camino por la Plaza del Sol en Madrid:Entre el vendaval de consignas, sobresalen algunos temas: protesta pacífica,evitar relación con partidos o sindicatos, no votar por partidos del status,desconfiar de programas u organización.

Pero muchas de las peticiones parecen programaspartidistas o sindicales: derecho a una vivienda digna, aplazamiento dehipotecas, reforma fiscal favorable para las rentas más bajas, sanidad pública,gratuita y universal.

Decía Einstein queel más evidente síntoma de locura era esperar resultados distintos de la mismaconducta. Pretender que manteniendo el capitalismo eliminaremos los males delcapitalismo es la más evidente señal de esquizofrenia.

Me indigno contralos Indignados, que durante tanto tiempo se resignaron.

No se trata desuplicar a los parlamentos leyes que moderen la usura y cobren la modestísimaTasa Tobin de 0,1% sobre las ganancias del capital financiero: se trata deconvertirse en legislador y prohibir como crimen de lesa humanidad laespeculación y la explotación.

No se trata deimplorar empleo al 1% que se ha apropiado de las empresas y bienes creados porel trabajo del 99% de la humanidad: se trata de expropiar a los expropiadores,asumir el control de los medios de producción y hacerlos funcionar en beneficiode quienes los crean y trabajan en ellos.

No se trata desuplicar educación gratuita, sino de garantizar que la formación profesional ycientífica que se imparta para todos sea además ejercida en beneficio detodos.

El problema no esplantear peticiones al poder sino convertirse en poder y cumplirlas.

El capitalismo nodejará de ser explotador, alienante y asesino cuando se lo pidan, sino cuandose lo impidan.

A mediados deoctubre de 2011 en 951 ciudades de 82 países repletan las calles multitudescuyo denominador común es la indignación.

Desde fines de losaños ochenta en América Latina repletaban ciudades y campos movimientossociales cuyo lenguaje era la furia.

A latinoamericanosy caribeños se nos llamó facinerosos, turbas, hordas, pero a la larga rompimosla dictadura política liberal y orientamos nuestra región hacia la izquierda.

A europeos y estadounidensesse los llama Indignados, pero son africanos quienes derrocan dictaduras enEgipto y Túnez y enfrentan a la OTAN en Libia y asiáticos quienes combaten los ejércitos deldólar y del euro en Afganistán, Irak, Pakistán y Bahrein.

La tarea delTercer Mundo es hacer las revoluciones que el Primer Mundo ni emprende niculmina.

¿Qué es laindignación? ¿Se disipará como la rabieta de las contraculturas de los sesentas?¿Estallará en relámpago revolucionario?

Todo sistema pretendefuncionar para todos y concluye funcionando para sí mismo. Un sistema es unaficción que se sostiene sobre la credulidad de sus víctimas. Cuando lacontradicción entre farsa y realidad se evidencia, la resignación devieneimposible. La indignación es la resignación que desborda el vaso.

Científicos suizos revelan en NewScientist (19/10/2011), que 147 corporaciones dominan la economíaglobal; que 88% de ellas son instituciones financieras como Barclays Bank; JPMorgan Chase; Merill Lynch; Deutsche Bank; Credit Suisse; Goldman Sachs; MorganStanley; Mitsubishi Group; Société Générale; Bank of America y Lloyds. Que ensu mayoría son estadounidenses o inglesas. Que tras la última crisis diezempresas acaparan más de la tercera parte de la propiedad de Estados Unidos.

Estas corporaciones usan sus inmensas ganancias para crecerespeculativamente, y los impuestos de los contribuyentes como caja chica parasalir de los aprietos en los cuales los meten sus estafas. La Financial Stability Board estadounidense maneja una lista de29 bancos calificados como “demasiado grandes para caer”, pues con ellos sevendría abajo el capitalismo; 17 son europeos, 8 estadounidenses y 4 asiáticos.

La seguridad de que el Estado los rescatará de cualquier desastre haceque los ahorristas los prefieran: ello les permite pagar menores tasas deinterés, con lo cual monopolizan el ahorro y la ganancia gracias a estaprotección que equivale a un subsidio de 34.100 millones de dólares por añopara los 18 mayores bancos de Estados Unidos.

Así, los impuestos salvan a los financistas de las consecuencias desus fraudes y financian el complejo militar industrial que posibilita destruirpaíses, pero no queda suficiente para costear educación, seguridad ni unsistema médico digno de tal nombre para el infeliz contribuyente que los paga.

Los dueños del mundo usan el poder político, el militar y el mediáticopara devastar la naturaleza, incrementar la concentración de capital, hacerseinmunes a los impuestos, lucrar fabricando armamentos y declarando guerras depillaje, descargar sobre los trabajadores el costo de crisis y rescatesfinancieros y condenarlos a la sobreexplotación, el desempleo y la perdida detodos sus derechos sociales.

De tal manera el Estado, que debería representar a todos, primerorepresenta y luego simplemente presenta los intereses de la clase dominante. Ladoctrina postmoderna de la Muerte de la Política, el Consenso de Washington y lospaquetes del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial lo despojan detoda función fuera de la de instrumento del capital y azote del desposeído.

Todo vínculo no recíproco es tiranía. El Estado que no representa anadie es apoyado por Nadie.

La indignación estalla cuando la única participación que se permite ala mayoría es el sacrificio. Un sistema puede despojar a sus víctimas de todosalvo de la rabia.

Legítimo es indignarse, siempre que la furia se convierta en conciencia,ésta en planes y los planes en hechos. Pero de la indignación al hecho haymucho trecho.

El sistema maneja las indignaciones con el silencio, como hace con eltelón mediático que cubre a Islandia después que su pueblo forzó al gobierno anegarse al pago de la Deuda Pública;con masacres abiertas, como la que ejecutaron las tropas sauditas contra lasprotestas en Bahrein, o mediante corrupción intelectual, como la perpetrada porlas industrias culturales que confiscaron y comercializaron las simbologías delas contraculturas de los años sesenta.

En fin, la indignación puede ser empleada para el uso más inicuoposible: en tiempos de imperialismo humanitario, Estados Unidos y el sicariatode la OTAN y delos medios pueden inventar movimientos sociales, fabular que se los reprime, ydestruir un país con el pretexto de protegerlos, como sucedió con el genocidiode Libia.

Camino por la Plaza del Sol en Madrid:Entre el vendaval de consignas, sobresalen algunos lemas: protesta pacífica,desconfiar de programas u organización, evitar relación con partidos osindicatos, no votar por partidos del status.

Pero muchas de las peticiones parecen programaspartidistas o sindicales: derecho a una vivienda digna, aplazamiento dehipotecas, reforma fiscal favorable para las rentas más bajas, sanidad pública,gratuita y universal.

Alguna vez señalé que las revoluciones arrancan cuandomenos se las espera, son hechas por improvisados sin experiencia y avanzan conel motor de la praxis. Pero raramente llegan a ser revoluciones sinorganización ni ideología revolucionaria.
Decía Einstein queel más evidente síntoma de locura era esperar resultados distintos de la mismaconducta. Pretender que manteniendo el capitalismo eliminaremos los males delcapitalismo es la más palmaria señal de esquizofrenia.
Me indigno contralos Indignados, que durante tanto tiempo se resignaron.
No se trata desuplicar a los parlamentos leyes que moderen la usura y cobren la modestísimaTasa Tobin de 0,1% sobre las ganancias del capital financiero: se trata deconvertirse en legislador y prohibir como crimen de lesa humanidad laespeculación y la explotación.
No se trata deimplorar empleo al 1% que se ha apropiado de las empresas y bienes creados porel trabajo del 99% de la humanidad: se trata de expropiar a los expropiadores,asumir el control de los medios de producción y hacerlos funcionar en beneficiode quienes los crean y trabajan en ellos.
No se trata desuplicar educación gratuita, sino de garantizar que la formación profesional ycientífica que se imparta para todos sea además ejercida en beneficio detodos.
El problema no esplantear peticiones al poder sino asumir el poder y cumplirlas.
El capitalismo nodejará de ser explotador, alienante y asesino cuando se lo pidan, sino cuandose lo impidan.

http://luisbrittogarcia.blogspot.com

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