La increíble historia de los nazis que usaron Colombia como base de operaciones de espionaje
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REUTERS / Kacper Pempel
Si
bien América del Sur no estuvo involucrada a gran escala a Segunda
Guerra Mundial —conocida en la historiografía rusa como Gran Guerra
Patria—, en su territorio operaron algunos focos de espionaje del Tercer
Reich. Sputnik te cuenta cómo funcionaba este esquema en Colombia.
La
presencia de alemanes en América del Sur tiene orígenes mucho anteriores
a los conflictos bélicos que marcaron a fuego el siglo XX. La comunidad
teutona —numerosa en muchos países o con poder en ámbitos como el
comercio, la industria o las finanzas— en ocasiones fue objeto de
discriminación mientras ocurrían la contienda en frentes lejanos.
Estos lazos fueron aprovechados cuando varios criminales de guerra nazis escaparon y encontraron refugio en tierras australes. Pero también fue un recurso del que se aprovechó Berlín para obtener valiosa información sobre lo que ocurría en el 'patio trasero' de EEUU. Colombia no fue la excepción. A continuación, Sputnik te presenta la historia de algunos espías alemanes que operaron en ese país. Según se explica en el libro 'Colombia Nazi' (1986), de los investigadores Silvia Galvis y Alberto Donadio, hay algunos nombres importantes para entender el espionaje alemán durante la guerra en el país cafetero.
En esta empresa se le unió su connacional Georg Nikolaus, uno de los nombres más destacados de la lista de espías nazis en colombia. También con un prontuario en las Fuerzas Armadas alemanas, participó en la creación de un "una red de informantes y observadores", además de facilitar "el contrabando de petróleo mexicano hacia Alemania, rompiendo el bloqueo económico británico".
No
obstante, llegado el año 1940, las actividades de ambos espías llegaron
a un obstáculo: semejante red requería gratificar económicamente a sus
miembros y era necesario sostener también a sus ideólogos. Al intentar
solucionar esto, los alemanes intentaron obtener 1,4 millones de dólares
a través de las cuentas de la Embajada de Italia en EEUU. Sin embargo,
el plan fue frustrado cuando el diplomático de Roma que llevaba este
dinero fue detenido por las autoridades mexicanas, que habían sido
alertadas por el FBI.
A su vez, Georg Nikolaus había vivido durante años en Colombia, país
donde tenía vínculos sociales y económicos. Allí, hasta 1938 fue
empleado del Banco Alemán Antioqueño, que tras el estallido del
conflicto devino en Banco Comercial Antioqueño.
En 1938, fue desvinculado de la entidad financiera y regresó a Alemania. El año siguiente, unos meses antes de la invasión a Polonia, Nikolaus se alistó en el Ejército y realizó actividades de inteligencia, dirigidas a las actividades económicas de Francia, Holanda y Reino Unido, desde la ciudad de Hanover.
Sin embargo, con el tiempo volvió a América Latina, como lo demuestra su vínculo con Karl von Schleebrügge. En el camino pasó por Bucaramanga, donde tomó el contacto con Max Vogel, otro alemán radicado en Colombia.
Vogel
había trabajado en una firma de comercio exterior, dedicada a la venta
de café al extranjero y a la compra de manufacturas, que luego eran
distribuidas por tiendas de todo el país. Ambos se conocían de la época
de empleado bancario de Nikolaus.
El rol de Vogel sería fungir de remitente de las comunicaciones que
Nikolaus enviara hacia Alemania a través de varios intermediarios en
toda la región. Este trabajo, que comenzó en 1940, se vio obstaculizado
en 1943, cuando las fuerzas del orden colombianas lo arrestaron. Sin
embargo, el alemán "negó toda vinculación con el espionaje nazi".
¿Cuál era la explicación que dio? La enrevesada trama, dijo Vogel, consistía en "simples precauciones motivadas por la guerra" para proteger sus negocios. Pero en realidad, oficiar de intermediario en las cartas enviadas por triplicado con el nombre falso de Manuel Villar F. (con sus direcciones postales apócrifas) era una manera de esquivar la intercepción de la correspondencia.
Que las cartas llegaran a manos de personas que pudieran desarmar esta estratagema no era improbable: podía pasar en Colombia (una tesis muy probable, dado el nombre alemán) o en Jamaica y Trinidad, bajo control británico, donde pasaba la correspondencia en caso de que fuera encaminada directamente de Alemania al país suramericano.
Otros
detalles aumentaban la implicación de Vogel: entre los mensajes
mandados por su intermediación había datos sobre exportaciones de
petróleo de Colombia y Venezuela, informaciones sobre "la inconveniencia
de usar" a otros alemanes de la colectividad local a efectos de
espionaje (por ejemplo a Hans Harder, un empresario, por ser casado con
una mujer "mitad aria mitad judía").
También otros mensajes implicaban a von Schleebrügge en una visita a
Cali de paso a Lima, hecho que no se concretó. También notificó a
Alemania sobre la composición de Avianca (la línea aérea colombiana, ex
Scadta) y sobre características de la Fuerza Aérea Colombiana.
Por otra parte, una de las cartas interceptadas también daba cuenta de una apertura de una cuenta de banco en Nueva York "a nombre de un mexicano inexistente para que Nikolaus pudiera manejar fondos no susceptibles de congelación por parte de las autoridades" de EEUU.
Lo único que admitió fue recibir de Nikolaus siete pesos colombianos para cubrir gastos postales. No obstante, entre las cartas encontradas por la Policía están acusos de recibo de sumas superiores a 1.000 dólares.
Como
apuntan sagazmente los autores de 'Colombia Nazi', es "una suma
evidentemente exagerada si se tratara solo del pago de estampillas, y
que en verdad estaba destinada a reconocer los buenos servicios que
Vogel prestaba como eslabón entre los agentes nazis que operaban en
Norte y Centro América y aquellos que actuaban en América del Sur".
No solo Max Vogel fue arrestado. En México, Nikolaus cayó en manos de
las autoridades, que lo entregaron al FBI. Su detención fue gestada a
partir de una operación que dejó al descubierto a otro agente nazi en
EEUU, William Sebold, un alemán naturalizado estadounidense. A través de
su transmisor de radio, estaba en contacto con sus colegas en México.
En 1943, Vogel fue deportado de Colombia por vía de Venezuela, en un barco español con rumbo a Europa. Sin embargo, fue apresado en Trinidad, y de allí deportado a EEUU, donde permaneció como prisionero durante el resto de la contienda. Siempre negó ante los tribunales toda vinculación y haber actuado de buena fe.
Fue entrenado en "escritura invisible, códigos y comunicaciones radiales". En Colombia, dijo Rullhusen, podía establecer contacto con un operador de radio. Su trabajo iba a ser enviar "toda clase de información al Reich".
De
Alemania se fue con "500 dólares, un microfilm del tamaño de una
estampilla con instrucciones y diagramas para construir un transmisor de
radio, y un pasaporte costarricense falsificado a nombre de Enrique
Acosta S., pero con su verdadera fotografía y su fecha real de
nacimiento".
Con este documento de viaje, que incluía una visa de entrada a
Colombia, pasó por el puerto de Génova, donde gestionó una visa para
Venezuela. Sin embargo, llegado a Colombia entró con su verdadero
documento y quemó el artilugio que le fue entregado. Ya en el destino,
tomó contacto con un colega, Karl Heyck, que accedió a colaborar con él.
No le fue fácil cumplir con los términos establecidos con Alemania: su operador de radio de confianza se había ido de Colombia y tuvo que arreglárselas como pudo. Desde EEUU, otros colegas le enviaron un aparato de radio. No obstante, la señal que podía recibir era muy débil y nunca pudo recibir un mensaje completo.
Una
de estas fue interceptada y derivó en la captura de Waldemar Othmer, un
espía radicado en Nueva Jersey. Rullhusen dejó de recibir pagos de
Alemania y cesó sus actividades en 1942. Dos años después fue deportado a
EEUU. Miedoso de poder ser deportado a su vez a Alemania y ser acusado
de traición o sufrir represalias. Así colaboró y suministró el nombre de
otros agentes.
Si bien EEUU valoró la colaboración del exespía, lo envió de regreso a
su país, al considerar que no corría peligro y que Washington podía
proteger a los arrepentidos a partir de su presencia en Europa.
Poensgen reclutó a otros voluntarios para participar del entramado, que sin embargo no llegó a funcionar. Juzgado en EEUU, el agente aseguró que no hubiera ejecutado los actos de ninguna manera. Sin embargo, para las autoridades de EEUU las declaraciones no bastaron para comprobar su inocencia, y fue deportado a Alemania.
Estos lazos fueron aprovechados cuando varios criminales de guerra nazis escaparon y encontraron refugio en tierras australes. Pero también fue un recurso del que se aprovechó Berlín para obtener valiosa información sobre lo que ocurría en el 'patio trasero' de EEUU. Colombia no fue la excepción. A continuación, Sputnik te presenta la historia de algunos espías alemanes que operaron en ese país. Según se explica en el libro 'Colombia Nazi' (1986), de los investigadores Silvia Galvis y Alberto Donadio, hay algunos nombres importantes para entender el espionaje alemán durante la guerra en el país cafetero.
Max Vogel y Georg Nikolaus
Las actividad de inteligencia nazi en Colombia está intrínsecamente ligada con México. Cuando estalló la guerra, el "jefe del espionaje alemán" en este último país era el barón Karl von Schleebrügge, "un coronel del ejército de Hitler". A pesar de su historial, consiguió que el Gobierno mexicano le expidiera un permiso "para realizar experimentos con aparatos de radio inalámbricos".En esta empresa se le unió su connacional Georg Nikolaus, uno de los nombres más destacados de la lista de espías nazis en colombia. También con un prontuario en las Fuerzas Armadas alemanas, participó en la creación de un "una red de informantes y observadores", además de facilitar "el contrabando de petróleo mexicano hacia Alemania, rompiendo el bloqueo económico británico".
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AFP 2019 / France Presse Voir
En 1938, fue desvinculado de la entidad financiera y regresó a Alemania. El año siguiente, unos meses antes de la invasión a Polonia, Nikolaus se alistó en el Ejército y realizó actividades de inteligencia, dirigidas a las actividades económicas de Francia, Holanda y Reino Unido, desde la ciudad de Hanover.
Sin embargo, con el tiempo volvió a América Latina, como lo demuestra su vínculo con Karl von Schleebrügge. En el camino pasó por Bucaramanga, donde tomó el contacto con Max Vogel, otro alemán radicado en Colombia.
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Sputnik / Ria Novosti Fund
¿Cuál era la explicación que dio? La enrevesada trama, dijo Vogel, consistía en "simples precauciones motivadas por la guerra" para proteger sus negocios. Pero en realidad, oficiar de intermediario en las cartas enviadas por triplicado con el nombre falso de Manuel Villar F. (con sus direcciones postales apócrifas) era una manera de esquivar la intercepción de la correspondencia.
Que las cartas llegaran a manos de personas que pudieran desarmar esta estratagema no era improbable: podía pasar en Colombia (una tesis muy probable, dado el nombre alemán) o en Jamaica y Trinidad, bajo control británico, donde pasaba la correspondencia en caso de que fuera encaminada directamente de Alemania al país suramericano.
Archivo personal de Nina Iliakova
Por otra parte, una de las cartas interceptadas también daba cuenta de una apertura de una cuenta de banco en Nueva York "a nombre de un mexicano inexistente para que Nikolaus pudiera manejar fondos no susceptibles de congelación por parte de las autoridades" de EEUU.
Lo único que admitió fue recibir de Nikolaus siete pesos colombianos para cubrir gastos postales. No obstante, entre las cartas encontradas por la Policía están acusos de recibo de sumas superiores a 1.000 dólares.
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Foto : Fuerza Aérea Argentina
En 1943, Vogel fue deportado de Colombia por vía de Venezuela, en un barco español con rumbo a Europa. Sin embargo, fue apresado en Trinidad, y de allí deportado a EEUU, donde permaneció como prisionero durante el resto de la contienda. Siempre negó ante los tribunales toda vinculación y haber actuado de buena fe.
Hermann Heinrich Rullhusen
Otro de los nombres que mencionan Donadio y Galvis es Hermann Heinrich Rullhusen, un alemán de Hamburgo que emigró de joven a Nicaragua y luego a Alemania, donde se dedicó al comercio de pieles. El comienzo de la guerra lo halló en su lugar de origen: ante la penuria económica y la dificultad de llegar a su lugar de residencia, aceptó entrar al cuerpo de espionaje.Fue entrenado en "escritura invisible, códigos y comunicaciones radiales". En Colombia, dijo Rullhusen, podía establecer contacto con un operador de radio. Su trabajo iba a ser enviar "toda clase de información al Reich".
No le fue fácil cumplir con los términos establecidos con Alemania: su operador de radio de confianza se había ido de Colombia y tuvo que arreglárselas como pudo. Desde EEUU, otros colegas le enviaron un aparato de radio. No obstante, la señal que podía recibir era muy débil y nunca pudo recibir un mensaje completo.
"Después de otros intentos infructuosos,
Rullhusen se desanimó e hizo saber a sus jefes que abandonaba el
transmisor y que utilizaría la escritura secreta para reportar los
movimientos de naves marítimas en los puertos colombianos", señalan
Donadio y Galvis.
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Sputnik / Anatoli Lambros
Otto Poensgen
De los agentes nazis en Colombia, Poensgen se caracterizó por ser entrenado para operaciones de sabotaje. La red tenía ramificaciones en Chile, Brasil y otros países. En Colombia, Poensgen era un empleado de una agencia marítima. Cuando en 1940 le fue ofrecido entrar a la organización, aceptó. Recibió a cambio 500 dólares y químicos para fabricar explosivos.Poensgen reclutó a otros voluntarios para participar del entramado, que sin embargo no llegó a funcionar. Juzgado en EEUU, el agente aseguró que no hubiera ejecutado los actos de ninguna manera. Sin embargo, para las autoridades de EEUU las declaraciones no bastaron para comprobar su inocencia, y fue deportado a Alemania.
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