El caleidoscopio, caso de estudio
Jorge Carrillo Olea
¿Seremos todos tontos? Los
pronósticos nos han fallado, todo cálculo resultó incorrecto. El mundo
del mal que es la violencia criminal, social y oficial, como
caleidoscopio cambia cada día, se modifican sus fines, formas, lugares.
Todo se transforma y readapta sorprendentemente. Lo único claro es que
cada día es peor. Cada día amanecemos sorprendidos. No sabemos más que
lo cotidiano.
El desprecio por un sistema coordinado de inteligencia criminal está
cobrando su cuota. Ante cada caso delictivo se reacciona con
lamentaciones y tronantes programas enmendadores. Se ignora que todo
hecho anticipa sus intenciones, se llaman indicios. Minatitlán era
predecible, un miasma criminal inundaba a la ciudad hacía tiempo, nadie
lo quiso ver. Asombró a muy altos funcionarios de la zona y puede ser
una marca indeleble.
Si se sigue esa lógica la autoridad siempre estará tarde. Ese vacío
no se resuelve a las seis de la mañana viendo qué pasó ayer, ordenando
de manera reactiva y en consecuencia casi inútilmente. Cada día sabemos
lo que pasó ayer, pero se mueve el caleidoscopio y el mañana nos vuelve a
sorprender. Sorprendentemente todo cambia a cada instante y la acción
oficial navega en la bruma de la imposible predicción. A esta
salpicadura criminal, si alguien podría advertirla es la autoridad
local, municipios pueblos y barriadas.
Es el crimen comunal el que nos azota y la articulación de esfuerzos
oficiales que debiera darse en las 265 Coordinaciones Regionales de
Seguridad sencillamente no existe. Si aún no es posible dotar a las
coordinaciones de fuerzas del orden, ellas sí saben lo que pasa en su
comunidad, su capacidad informativa es muy grande, pero nada se maneja
sistemáticamente. No tienen ni agenda de trabajo y sí, es ahí, en el
seno mismo del pueblo donde el crimen local puede anticiparse. No lo fue
en Minatitlán.
La imagen del caleidoscopio se transfigura constantemente, el
narcotráfico como lo entendíamos hace escasos años se ha modificado en
todo. Es un dolor social de antigua data que cambia de máscara a cada
rato. El caleidoscopio habla también de un tema desconcertante que es
que la autoridad ha decidido estar sola. Si bien hace pocos años la
opinión pública, particularmente estudiosos no participaba en la
discusión, hoy su aportación conceptual sería de gran valía.
La mutación más impactante a registrar es que de cinco grandes corporaciones criminales, los cárteles
capitaneados por capos de peso internacional que operaban de manera
estable en regiones definidas, hoy están formados por cientos de
pequeñas organizaciones que fantasmalmente aparecen y desaparecen y son
dirigidas por criminales de pueblo o barriada. Cometen homicidios
individuales o masivos, secuestros, extorsiones, tráfico de personas,
robos patrimoniales y ejercen fiera competencia entre ellas de lo que
resulta miles de muertes.
Hoy el meollo está en el mercadeo, en el relativamente pequeño
tráfico que es más simple en esas chicas cantidades en ámbitos de los
que el crimen se adueñó. Muchos de los homicidios individuales o
múltiples resultan de disputas por los espacios de ese mercado. Saber
qué pasa en esos ámbitos, anticipar acciones criminales, sí está al
alcance de las autoridades locales y aun de la sociedad cuya
colaboración no se ha promovido.
Al revés, justificando la visión del caleidoscopio, vale decir que
entre esas mismas autoridades abundan las que están involucradas desde
la simulación hasta la viva connivencia. Corrupción que casa muy bien
con la demanda de protección al delincuente que necesita sólo que las
autoridades menores cierren los ojos. La estructura del delito se ha
simplificado así que no necesita de la alta protección, la local le
basta.
El problema de la evolución de la violencia es en paralelo un reto al
que nunca se ha atendido bien: el déficit numérico y profesional de
policías, ministerios públicos y jueces, así que seguir acreciendo al
aparato coercitivo sólo resultará en más sangre. La Guardia Nacional
pronto dará tristes noticias. Experiencias históricas alertan sobre
casos así, casos en que el Estado resultó paquidérmico en sus formas de
actuar ante la versatilidad e impunidad del delito.
Enfrentamos un rival intangible, inasible, eso hace tan difícil su
sometimiento. La pequeña mafia se produce y actúa localmente, parece que
el desafío brinca de estado a estado y hasta de población a población.
El gobierno está desconcertado en su lucha contra el chapulín. No es
fácil encontrar experiencias semejantes ni en el extranjero.
Hay un jaque a la nación. El caleidoscopio requiere entenderse como
caso de estudio que mientras más se demore en descifrar el enigma más
costos reportará. El desafío es de proporciones aun no sospechadas cuyo
potencial puede cambiar el perfil del país deseado. Urge encontrarle la
cuadratura a ese círculo. Eso ya se ha dicho en estas páginas.
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