Ciudad perdida
Pedir perdón, acto obligado
Miguel Ángel Velázquez
Luego de escuchar a Alejandro
Encinas y saber del dolor de tantos; de mirar los números de la economía
y estar claros de que se vive una emergencia financiera derivada
principalmente de la corrupción, es decir, de mirar de cerca las
condiciones generales del país, lo único que podríamos exigir a los
partidos políticos que ya han gobernado es que suplicaran el perdón de
la mayor parte de los pobladores del país.
Y es que, sin duda, México requiere escuchar de la voz de los
representantes del PAN y del PRI, cuando menos, su arrepentimiento por
las atrocidades cometidas en contra de los habitantes del país, por los
muertos, por la corrupción de las instituciones, por la perversidad de
la justicia. Por eso, y por más, antes que fabricar reclamos deberían
pedir públicamente que México los perdone.
Bueno, eso en caso de que quieran ganar un poco de credibilidad
frente a una población que puede o no estar de acuerdo con el gobierno
actual, pero que a ellos los condena por todos esos hechos que han
llevado a la desgracia de miles de mexicanos.
Los partidos políticos viven de la confianza que les otorga la gente;
en otras palabras, de la credibilidad que logren crear a partir de sus
acciones, de su historia, de su rumbo político, y cuando menos en estos
tres renglones, azules y tricolores ya no tienen nada. Han destruido su
historia, han divagado en el rumbo y sus acciones sólo hablan de
desgracias para el país.
No tenemos la seguridad de que la gente perdone y con ello navegue
rumbo al olvido, pero, primero, los actores de la desgracia deberían
ponerse de pie frente al país y admitir el tamaño de sus culpas,
mientras eso no suceda, difícilmente podrán tener la confianza de
quienes alguna vez los llevaron al poder.
Y es que hoy por hoy la críticas que levantan unos y otros en contra
del gobierno de López Obrador huelen a odio, suenan a venganza y sólo
hacen ruido, y cuando eso sucede, cuando ya no pueden permear en el
ánimo de la gente, la oposición se vuelve inútil, inservible.
El país requiere de una oposición que sea escuchada y creíble, que no
busque en sus vocingleros de micrófono las justificaciones
injustificables a las acciones que los han dejado en el desamparo
político. Urge transitar a nuevos horizontes partidistas que propongan
diseños de gobierno alejados de las fórmulas del fracaso que ya han
utilizado. Por eso, urge que pidan el perdón de México, esa es la
condición.
Para muchos esa acción, la de aceptar que su quehacer como gobierno y
como partido fue un fracaso, es inaceptable porque se considera como
una debilidad; no obstante, insistimos, sólo cuando acepten sus culpas
podrán recomponer su destino, ese destino que hoy se mira hueco,
enfermizo.
Por lo pronto, esos dos partidos, alguna vez hegemónicos, seguirán
arando en las mismas tierras yermas que han explotado hasta dejarlas
estériles. Resulta necesario tener una oposición fuerte, pero no esas
organizaciones que abandonaron la política para tirarse en brazos del
mercado, esas sólo podrán existir con el perdón de la gente. Sólo así.
De pasadita
Que nadie crea que la 4T está llena de santos. En ese
campo los inútiles y los extraviados son un lastre para el buen
desarrollo de la idea.
Les comento esto porque en el Instituto de Vivienda de esta ciudad,
ese al que se conoce como Invi, existe un funcionario que tal vez por
odio de clase, o tal vez porque no entiende nada, ha despedido a
trabajadores del organismo por una causal que seguramente se olvidó en
las nuevas leyes del trabajo, y él explica de manera tajante antes de
enviar al desempleo a la gente:
No eres del equipo de Claudia. Te vas. Eso, aunque existan constancias de que esos trabajadores siempre colaboraron con Morena.
El funcionario se llama Rodrigo Chávez y es director operativo del
Invi, quien seguramente buscará que en los nuevos reglamentos se incluya
su odio y resentimiento como causal de despido; pero además como él
sabe hacer: sin liquidar y sin compensar a los trabajadores. ¡Que viva
la 4T!
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