La silenciada primicia de Telesur y la credibilidad de The New York Times (+ VIDEOS)
Escrito por
M. H. Lagarde
Como una sobrevaloración de la mítica "libertad de prensa" que
todavía enfoca la política editorial de algunos medios informativos,
podría calificarse la amplia repercusión del "descubrimiento", realizado
por The New York Times, de que el incendio de un camión de ayuda
humanitaria en la frontera venezolano-colombiana fue perpetrado por un
opositor al gobierno de Maduro.
Lo interesante en este caso no es que el famoso diario estadounidense
haya contribuido a desacreditar la brutal campaña mediática contra el
país latinoamericano al confirmar la inocencia de los seguidores de
Maduro, o revelado la manipulación de los videos hechos públicos por el
gobierno de Colombia, o que parte de la carga de la supuesta ayuda
estaba compuesta por utensilios para servir como armamento en las
llamadas guarimbas.
La "revelación" que acaba de hacer de NYT fue realizada, pocas horas
después de ocurridos los hechos el pasado 23 de febrero, por el Canal
alternativo Telesur, sin que ningún gran medio la replicara.
Resulta paradójico que todavía sea The New York Times el que certifique qué es verdad y qué no,
cuando, de acuerdo con los expertos en la ciencia de la comunicación,
el origen de las fake news se debe, entre otras razones, al desprestigio
de la credibilidad de la llamada gran prensa tradicional, a la cual
pertenece The New York Times.
Por lo visto, en un mundo donde la postverdad y la desinformación, se
han adueñado de las redes sociales, la "verdad" sigue siendo un
componente de la mítica "libertad de prensa" que, como "el sueño
americano" y otras consignas, todavía conforman el condicionado
imaginario colonial.
Es la "libertad de prensa" de los poderosos que, al parecer, para
algunos, solo existe y proviene de los grandes conglomerados de la
información, los mismos que han fungido como instrumentos fundamentales
en las campañas de propaganda desde los inicios mismos del imperialismo.
Como se sabe, las fake news, tan de moda hoy, no tienen nada de
novedosas. El derroche de mentiras, entonces llamado periodismo
amarillista, que antecedió a la guerra cubano-hispano-americana en 1898,
la satanización del comunismo en la guerra fría, los silencios ante las
matanzas durante la guerra de Vietnam o la aceptación de las mentiras
de Collin Powell en 2003 para justificar la invasión a Irak, son solo
algunos ejemplos de las mentiras y censuras que conforman la "libertad
de prensa".
A pesar de la "profunda investigación" sobre la identidad ideológica
del pirómano, que ya había revelado mucho antes Telesur, no puede
decirse que la política editorial The New York Times haya estado ajena a
la campaña de fake news de que es víctima la Revolución Bolivariana en
Estados Unidos.
Para recobrar su credibilidad, por lo menos en el caso de Venezuela,
le faltaría, mejor que "investigar", amplificar la revelación de otras
mentiras a las que algunos países, y ese paradigma de la "prensa seria"
que es el propio The New York Times, todavía le dan crédito.
Un buen comienzo podría ser dejar al descubierto las costuras de
títere del, según el Departamento de Estado, "presidente interino" de
Venezuela, Juan Guaidó. Para cualquier investigación en este sentido el
canal Telesur podría ser una excelente fuente.
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