¿Por qué el chavismo sale a la calle tras un año de las polémicas elecciones que ganó Maduro?
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Sputnik / Esther Yáñez Illescas
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La idiosincrasia del chavismo se cohesiona en tiempos de crisis y
demuestra que nada es lo que parece en momentos de máxima tensión.
Entender cómo funciona esa identidad casi romántica o religiosa que es
mucho más que una corriente política en un transcurso puntual de la
historia, es la clave para comenzar a entender por qué pasan las cosas
que pasan en Venezuela. No entenderlo es caer en los análisis vacuos y
poco profundos sobre las cosas que pasan en Venezuela y es el error de
muchos medios de comunicación internacionales que analizan el país con
sus teorías de patrón universal desde oficinas remotas.
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Sputnik / Magda Gibelli
Pero
no solo fueron Voluntad Popular y Primero Justicia los partidos
opositores que decidieron no medirse en las urnas. El 21 de febrero de
2018, todas las fuerzas políticas que conformaban la Mesa de la Unidad
Democrática (MUD), coalición de partidos opositores hoy extinguida;
salvo uno, Avanzada Progresista, anunció que no concurrirían al nuevo
proceso electoral que se celebraría tres meses después. El partido
discordante de la coalición estaba encabezado por Henri Falcón, que sí
se presentó a los comicios desafiando a sus aliados, y eso le valió la
expulsión de la bancada opositora de coalición.
A pesar de esta situación que copó los titulares de la prensa
nacional y extranjera durante semanas, Nicolás Maduro tuvo tres
combatientes. Uno de ellos fue el mencionado anteriormente Henri Falcón,
que quedó segundo con 1.917.036 votos. Javier Bertucci, pastor
evangélico que fundó en tiempo express su Movimiento Esperanza por el
Cambio, quedó tercero a base de repartir sopas en los barrios populares
de Venezuela. Consiguió casi un millón de votos. Impresionante de
verdad. El cuarto contrincante fue Reinaldo Quijada, del partido UPP89,
que se definía a sí mismo como "defensor del proceso revolucionario".
Chavista de los de antes, no de los de ahora. Obtuvo 34.614 votos.
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Sputnik / Sergey Guneev
Nicolás
Maduro ganó las elecciones con la participación más baja de la historia
de la Revolución Bolivariana. Obtuvo, eso sí, una victoria abrumadora
respecto a sus contrincantes con 6.190.612 votos, llevándose el 68% de
los votos totales. Las cifras de estos comicios son utilizados por unos y
otros según sus intereses y lo cierto es que dependiendo de sus
lecturas las conclusiones pueden ser completamente distintas. Nicolás
Maduro arrasó a sus rivales, sí, pero con una abstención que superó el
54%, algo inusual en Venezuela, teniendo en cuenta que los últimos
comicios de este tipo, los de 2006, 2012 y 2013, la abstención apenas
llegó al 20% según datos oficiales.
Los defensores de Maduro dirán, sin embargo, que llevarse casi siete
de cada diez votos con una participación del 46% es mucho más de lo que
pueden presumir muchos de los países que le critican donde sus
presidentes son elegidos por un número menor de votos en proporción a la
participación total. Maduro, de hecho, lo recordaba hoy, cuando hablaba
a la multitud chavista que se congregó en los alrededores del Palacio
de Miraflores para celebrar el aniversario. "Hay presidentes en el mundo
que ganan las elecciones con el 18% del padrón", decía.
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Sputnik / Sergey Guneev
Para
el analista internacional y politólogo Jose Omar Molina, que el
chavismo haya salido a la calle hoy, en mitad de una crisis de
legitimidad tras cuatro meses de una nueva arremetida opositora que
comenzó, precisamente, con el desconocimiento por parte de la derecha de
la nueva legislatura de Nicolás Maduro que arrancó oficialmente el
pasado 10 de enero, es muy simbólico. "El proceso electoral de hace un
año (20/05/2018) fue producto de las mesas de negociación y diálogo
político de República Dominicana", asegura en una conversación con
Sputnik, en referencia a los meses de diálogo, finalmente infructuoso,
que ambas partes sostuvieron en la isla tras los episodios violentos de
enfrentamientos en las calles venezolanas en el año 2017 conocidos como
guarimbas, y que terminaron con más de 150 muertos. "A un año de esos
comicios", continúa Molina, "es meritorio conmemorar la victoria. El
chavismo celebra hoy la línea política de Nicolás Maduro que siempre ha
tratado de llevar como bandera la convivencia nacional y el diálogo".
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Sputnik / Esther Yáñez Illescas
Movilización chavista en Caracas
Sobre la legitimidad o no del adelanto electoral de hace un año, el
politólogo insiste en las negociaciones de Santo Domingo. "Fue público
el debate en el que la oposición pedía un adelanto electoral para unos
comicios que debían celebrarse en el último trimestre de ese año (2018).
El acuerdo al que llegaron las partes fue hacerlo en el mes de mayo,
pero la llamada del Departamento de Estado de EEUU a Julio Borges lo
frustró. Fue una operación política de sabotaje que intentaba boicotear
los comicios", concluye.
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REUTERS / Manaure Quintero
Adelantar
o no los comicios tanto legislativos como presidenciales sigue siendo
uno de los puntos clave del panorama político venezolano actual y según
muchos analistas, uno de los principales asuntos de los nuevos diálogos
que han comenzado en Noruega. De hecho, hoy, Nicolás Maduro ha vuelto a
pedir en su discurso público, que se adelanten las elecciones para
elegir al nuevo Parlamento, actualmente considerado en desacato por el
Tribunal Supremo de Justicia y de mayoría opositora. "Vamos a elecciones
de la Asamblea Nacional para ver quién tiene al pueblo, quién tiene los
votos. Asumimos el reto, vamos para buscar una solución pacífica,
democrática y electoral", dijo. Estos comicios, siguiendo el calendario
normal, deberían celebrarse en diciembre de 2020. Pero el reto está
echado.
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Sputnik / Esther Yáñez Illescas
Movilización chavista en Caracas
Sobre ese reto que no sorprendió porque no es la primera vez que
Maduro lo insinúa o lo dice directamente, Inés, de 56 años, muleta en la
mano derecha, mochila en la espalda, dice que lo que ellos quieren, los
venezolanos que han salido a la calle para conmemorar este aniversario,
"es la paz". "Estamos aquí para apoyar a Nicolás Maduro porque le
consideramos nuestro presidente legítimo y no queremos una guerra en
Venezuela". Son palabras sencillas de una mujer sencilla pero que lo
explican casi todo.
A
su lado está Ildemar, camisa y gorra rojas, color de las marchas
chavistas por excelencia. Es imposible no verla en mitad de la multitud
porque está acompañada de lo que llama "Gallinero Vertical contra la
Guerra Económica". Varias jaulas apiladas en filas indias con más de una
docena de gallinas en su interior y huevos a la vista. "¿Qué es esto?".
La pregunta es inevitable e Ildemar se explica. Viene de una zona que
se llama Playa Verde, en el estado Vargas, relativamente cerca de
Caracas; y dice que ha venido con un grupo de productores locales que
cuenta con 233 gallinas ponedoras. "Lo que hacemos es demostrar que
podemos producir en tiempos de crisis y guerra económica. Vendemos
huevos directamente al pueblo a precios solidarios y evitamos los
intermediarios y la distribución. De esta manera, podemos mantener los
precios no especulativos. Tenemos estas gallinas en casa, ocupan poco
espacio y suministramos proteína básica a nuestro entorno para
garantizar una buena alimentación". Las gallinas de Ildemar no parecen
tan fuera de contexto cuando marchar en Venezuela, cuando se cumple un
año de la elección de Nicolás Maduro como presidente, también es marchar
contra el bloqueo económico que EEUU mantiene contra el país caribeño
desde hace más de un año y medio y que está impidiendo al Gobierno
importar productos básicos como alimentos o medicinas. Todo forma parte
del mismo círculo geopolítico continental.
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Sputnik / Esther Yáñez Illescas
Movilización chavista en Caracas
Ildemar y su grupo de productores locales también tienen un reto,
como el de Maduro y las elecciones Legislativas. El de los de Playa
Verde, "a solo 50 metros del mar", es llegar a 9.000 gallinas ponedoras
para vender más huevos sin intermediarios a precios solidarios que todos
puedan comprar, básicamente para enfrentar la alta hiperinflación que
sufre el país. "Gallineros verticales contra la Guerra Económica" es la
Venezuela que nunca tendrá titulares pomposos en los grandes medios de
comunicación, pero es la base popular de su resistencia y la explicación
a tantas preguntas no retóricas. Los que se quedan se reinventan así
contra todo pronóstico predecible de extramuros.
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