Palestina: La asfixia, como solución imperial
Destrucción en Gaza
No es nada nuevo en los métodos imperialistas contra los pueblos, porque la asfixia económica que utiliza en estos momentos contra Venezuela y Cuba –principalmente en el campo energético- se añade en el contexto palestino a la creciente agresión militar que la parte sionista emprende día a día.
Ahora Trump, que ya cortó el suministro médico que deben recibir cinco millones de palestinos, se ha puesto de acuerdo con los magnates sionistas para ahogarlos financieramente, que ya tienen un 52% de desempleo entre los jóvenes de Gaza y Cisjordania y extiende una virtual hambruna sobre los habitantes de la Franja, desaloja a otros cien mil en la parte cisjordana y no permite la oración en lugares sagrados del Islam en Jerusalén, a los que pretende utilizar como recreación turística.
Todo parte de una represalia por el rechazo palestino al plan del presidente estadounidense de desalojar a los palestinos de las tierras que le pertenecen históricamente, dejándoselas a Israel, y constreñirlo a territorios áridos con la connivencia de algunos regímenes árabes de la región.
Ya se conoce que el denominado acuerdo del siglo tiene tanto de engendro norteamericano-israelí como del régimen saudita, que trata de comprar a los principales dirigentes palestinos.
El príncipe saudita Mohammad bin Salman presionó al palestino, Mahmud Abás, para que lo aceptara, y documentos oficiales jordanos revelan el alcance de presiones a las que los palestinos están haciendo frente sin la ayuda de varios líderes árabes, o al contrario, contra la actitud de estos, que defienden las posiciones de Israel.
El diario Al Akhbar dio cuenta que Bin Salman ofreció a Abás 10 000 millones de euros y establecer una embajada en Abu Dis, un suburbio pobre de Jerusalén este desde el que ni siquiera se ve la ciudad antigua, a cambio de la aceptación del acuerdo.
“Te daré 10 000 millones durante diez años si aceptas el acuerdo del siglo”, especificó Bin Salman, según el periódico libanés.
Abás le explicó a Bin Salman la situación de entonces, y dijo que no sería capaz de hacer ninguna concesión en relación con los asentamientos (judíos), la solución de los dos estados y Jerusalén, y que cualquier presión empujaría a la Autoridad Palestina a disolver sus instituciones y hacer a Israel responsable de llevar los asuntos de los palestinos.
Los documentos se remontan al último mes del 2017 y el primer mes del 2018, es decir justo cuando Trump anunció el traslado de la embajada estadounidense en Israel de Tel Aviv a Jerusalén. Tras esa decisión, Abás suspendió los contactos oficiales con Washington, pero los documentos jordanos muestran que la Casa Blanca se sirvió de Bin Salman para imponer sus planteamientos y los de Israel a Abás.
El hecho de que Amman haya filtrado los documentos puede obedecer al temor que tiene el rey Abdallah de que el acuerdo se realice a costa de los jordanos. El acuerdo prevé que Jordania nacionalice a alrededor de un millón de palestinos, lo que sin duda causaría extremas tensiones demográficas en el país.
Asimismo, el ofrecimiento de que Arabia Saudita abriera una embajada en Abu Dis necesariamente debía contar con el apoyo explícito de Netanyahu. Esta propuesta ya la sugirieron con anterioridad los israelíes en varias ocasiones, y siempre fue rechazada por los palestinos.
La dirección palestina considera que Estados Unidos no realizará ninguna propuesta por escrito, sino que seguirá con el mismo tipo de actitud que ha mantenido durante décadas, es decir sin ofrecer nunca un acuerdo concreto, serio y claro. Los palestinos desean que China y Rusia jueguen un papel más relevante en la consecución de un acuerdo que sea justo para todas las partes en conflicto.
A pesar de la actitud de Arabia Saudita, en Ramala no se critica abiertamente, por orden de Abás, su actitud ni la de Egipto, un país que ha perdido cualquier tipo de liderazgo árabe. Tampoco se ataca a los Emiratos Árabes Unidos, que, como Arabia Saudita, parece una extensión de Israel y está completamente entregado a las políticas de Netanyahu, bloqueando cualquier decisión árabe a favor de los palestinos.
Refiriéndose recientemente al “acuerdo del siglo”, el ministro de Exteriores palestino, Riad al Maliki, advirtió que no tiene ninguna posibilidad de prosperar, puesto que “Jerusalén está fuera, los refugiados están fuera y los asentamientos judíos son una realidad”, unos planteamientos que la dirección palestina nunca aceptará.
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