viernes, 10 de mayo de 2019

Astillero
La refinería de la discordia // Licitación desierta // Malentendidos y advertencias // Pemex, Sener, ¿IP nacional?
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▲ En su conferencia matutina, el presidente Andrés Manuel López Obrador informó que la Secretaría de Energía declaró desierta la licitación para construir la refinería de Dos Bocas, Tabasco, porque las empresas participantes cotizaron por encima del tope fijado de 8 mil millones de dólares y se excedían en el plazo de construcción.
Foto Jesús Villaseca
 
Muy poco necesitaban ciertos segmentos empresariales y financieros para declararse en estado de alarma y ayer avanzaron en ese proceso al saber que la Presidencia de la República había declarado desierta la licitación para construir la refinería de Dos Bocas, Tabasco, y que los sabidamente confrontados titulares de Petróleos Mexicanos (Octavio Romero) y de la Secretaría de Energía, Rocío Nahle, habrán de coordinarse para sacar adelante ese proyecto en un esquema de esfuerzos gubernamentales y sociales que tiene la vista aspiracional puesta en la épica cardenista de 1938, expropiatoria del petróleo y recurrente a técnicos y trabajadores mexicanos para suplir al aparato técnico extranjero.
El presidente López Obrador terminó decantándose por la opción interna para suplir el entrampamiento económico y de calendario que le imponían las firmas invitadas a competir por la asignación del contrato de una de las principales obras del sexenio en curso. Semanas atrás había una clara defensa de esas mismas firmas, pues se consideraba que su actuar era el adecuado para un encargo de las dimensiones de Dos Bocas. En México, se decía, no hay empresas particulares con la experiencia y la capacidad para una obra de tal magnitud. Así que se invitó a una licitación restringida a compañías extranjeras, pero ayer se dijo que éstas proponían un presupuesto más alto y una tardanza mayor a lo deseado por el político tabasqueño. Por ello se encomendó la faena a Pemex y a la Sener, empresa pública y secretaría que no pasan por sus mejores momentos y que no cuentan con la experiencia ni recursos suficientes para tal encargo.
La construcción de la mencionada refinería siempre ha estado bajo fuego dilatorio o cuando menos aparentemente contradictorio. El subsecretario de Hacienda y desmentidos presidenciales, Arturo Herrera, dijo el pasado 12 de abril al diario inglés Financial Times que la construcción de la mencionada refinería se suspendería este año: no autorizaremos hasta que tengamos una cifra final que no sea muy diferente a los 8 mil millones de dólares originalmente considerados, explicó. En una mañanera contigua, el Presidente explicó: Hubo un malentendido en las declaraciones del subsecretario de Hacienda, no existe ninguna contradicción, menos confrontación, somos un equipo. Incluso mencionó que a quienes más caso les hace en su equipo general es a los hacendarios. Hoy, a la vista de la cancelación de la licitación declarada desierta, puede verse que no hubo falsedad ni malentendido por parte del subsecretario Herrera, sino una emisión adelantada de una decisión que desde entonces estaba en curso.
Por lo pronto, el golpe de timón dado por el insistente usuario de la frase me canso, ganso generó más que polémica: firmas de análisis económico y financiero, agrupaciones empresariales y opositores partidistas del obradorismo expresaron su rechazo a la decisión presidencial y advirtieron que puede significar problemas presupuestales y económicos graves.
El propio coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal, quien ha apostado a posicionarse como la figura pragmática del ala conciliadora y sosegadora del morenismo, expresó sus dudas de que Pemex y la Sener estén en condiciones de responder a un encargo del tamaño que ayer se anunció. Incluso abrió la puerta a una posibilidad que ayer mismo ya se planteaba en diversos corrillos y que seguramente habrá de ser precisada o rechazada por el presidente López Obrador en la mañanera: que todo se encamine a la dosificada asignación de contratos a particulares, desde la discrecional voluntad del confrontado binomio Romero-Nahle, ya fuera por decisiones propias o de su jefe que así tendría mejor manera de ir repartiendo beneficios entre el desconcertado sector empresarial nativo.
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