Assange y Snowden frente a la arquitectura de la opresión y el espionaje
Nicolás Canosa*
Poco tiempo ha pasado desde que
el presidente ecuatoriano Moreno entregó a Julián Assange a las
autoridades británicas, en sintonía con los intereses de Estados Unidos,
que no perdonan que el fundador de Wikileaks haya revelado
documentos con las prácticas de tortura empleadas en Guantánamo, las
violaciones a los derechos humanos y asesinato de civiles cometidas en
Irak y Afganistán, entre otros documentos secretos. Snowden, quien
reveló el espionaje global que hace la Agencia de Seguridad Nacional
(NSA) sigue exiliado en la Federación Rusa, imposibilitado de regresar a
su país.
El fenómeno del espionaje global, el papel de los servicios de
inteligencia y la vigilancia masiva en el marco de lo que se comienza a
denominar como un complejo securitario digital, está abriendo nuevos escenarios para el
campo de la guerracomo para el
campo de la política. El epicentro de este dispositivo que se despliega y consolida a nivel mundial es EU. Aquí se sostiene que no reemplaza, sino que convive –y construye poder– junto al
complejo militar industrial, término utilizado por Eisenhower en su discurso de despedida como presidente en 1961, en el que advertía el peligro de la
influencia injustificadade este sector para el futuro de EU y sus
posibles efectos desastrosos[1].
Ramonet sostiene que el ciberespacio se constituye como un
quinto elemento, dando lugar a nuevas formas de concebir la defensa y las estrategias de seguridad de un país/región y que, en efecto, ha nacido un nuevo complejo securitario digital que adquiere cada vez mayor relevancia, el cual consiste en una alianza entre las mayores empresas privadas globales de Internet y la principal potencia militar: EU.
El espionaje, incluso masivo, no es nuevo. Luego de la segunda guerra mundial Gran Bretaña, EU, Australia, Nueva Zelanda y Canadá habían diseñado un programa de intercepción de comunicaciones a nivel global (UKUSA). Lo que resulta destacable es el perfeccionamiento constante, la sofisticación y el alcance de estos sistemas de vigilancia y de obtención de información tanto para la persecución/acción política como para los réditos de las empresas que utilizando la información vertida, conocen mejor los gustos e inclinaciones de sus posibles consumidores. El español sostiene que
en la era de Internet, la vigilancia se ha vuelto omnipresente y totalmente inmaterial, imperceptible, indetectable, invisible. Además, ya es, técnicamente, de una excesiva sencillez[2].
Un hecho no menor es que la más conocida de las 12 agencias de
inteligencia de EU (la CIA) haya sido vulnerada con la revelación de
miles de documentos secretos. O’Donnell resume que
se trata de una serie de instructivos, escritos en clave informática, con programas de virus y troyanos para pinchar con la última tecnología todo tipo de teléfono, computadora y televisor inteligente, incluyendo comunicaciones justo antes y después de ser encriptadas en smartphones de iPhone y Android por personas que pensaban que sus comunicaciones eran seguras precisamente porque eran encriptadas. [3]
Por otro lado, merece una breve caracterización otra de las agencias
más importantes de EU, que gracias a las revelaciones de Snowden, hoy
podemos conocer mayores elementos de su capacidad de despliegue. La
Agencia de Seguridad Nacional (NSA)
emplea directamente a unos 30 mil agentes, y dispone de 60 mil personas más, reclutadas por empresas privadas. De todos los presupuestos destinados a los servicios secretos estadunidenses, el más importante es el de la NSA. [4] Además, realizó acuerdos con decenas de empresas telefónicas, de ingeniería informática y electrónica y con servicios de inteligencia de otros países para obtener mayor y mejor cantidad de información.
Como señala Snowden, estamos ante una minuciosa y peligrosa
arquitectura de la opresión. Esta es la esencia del complejo securitario digital que, todo indica, tendrá cada vez más incidencia en el siglo XXI. El rumbo de la mundialización está en disputa y como contrarrestar estas tendencias desde una lógica solidaria y humanista que no contribuya a la cultura del descarte [5], al decir de Francisco, constituye un gran desafío para este siglo, en el cual los pueblos, respetando y aceptando la pluralidad de identidades e historias, debemos ser los protagonistas.
* Sociólogo argentino
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