viernes, 29 de junio de 2018

Ellos, los Comunicadores Sociales 
             Escrito por  Katia Sánchez Martínez/CubaSí
       
                        
Una organización, un gremio que se consolida, un Festival que los reúne, una profesión que se reinventa y legitima…

Duodécimo grado, a las puertas de las pruebas de ingreso a la universidad. Boletas en mano. Diez opciones de carreras. Ciencias sociales, exactas y naturales. Formación vocacional escasa, pobrísima. Miles de estudiantes frente a la hoja de papel que definirá toda una vida. Un lápiz, manos que sudan, risas nerviosas, ojos que preguntan a bocas amigas: “¿Qué pedirás tú?” “¿Te gustan las letras?”

Una opción emerge entre el mar de profesiones: Comunicación Social, que cierra con promedio alto, mejor pedirla primero. Afortunados quienes la alcanzan, henchidos, felices. “¿Comunicador social? –siempre cuestiona alguien-, eso es como Periodismo, ¿no?” A los 17 años, listo para cursar cinco años en la universidad, no se es capaz de esbozar un argumento que rebata tal confusión profesional. En duodécimo grado, quizás pocos conozcan sobre la carrera más allá de un par de asignaturas “exóticas” en el plan de estudios, como son la Publicidad y el Marketing.
Durante cinco años de lecciones inmersas en el mundo de la comunicación, se aprende a percibirla como proceso inherente al desarrollo de las sociedades. Se aprende no solo a hacer publicidad, sino a identificarla como un vector cultural, incluso en ámbitos tan particulares como el cubano. Se aprende que informar no es comunicar. Se aprende que es una profesión crítica y transformadora. Se aprende que, así sea en instituciones, comunidades o empresas, la construcción de consensos, articulando intereses y sentidos compartidos es, en definitiva, gestionar estratégicamente la comunicación. Se aprende de poder, de dialéctica y de cambio. Se aprende de industrias culturales, hegemonía y globalización. Al egreso de la Universidad, se le anda diciendo a todo el mundo las diferencias entre los comunicadores y cuanto profesional se le parezca, ya sea periodistas, telecomunicadores o trabajadores sociales.
Sin dudas, de a poco se ha ido legitimando esta profesión y su importancia en Cuba. Tanto que, actualmente, está definida en la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano como “un recurso estratégico de dirección del Estado, las instituciones, las empresas y los medios de comunicación, al servicio de la participación, incluido el debate público y el desarrollo del país”.

En medio de todo esto, promovido por la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales (ACCS), organización que ha contribuido enormemente al reconocimiento del oficio en el país, recién clausura el 5to. Festival Internacional de Comunicación Social. Este evento agrupa una vez al año a estudiosos y profesionales de la comunicación de toda la Isla. Constituye un espacio de intercambio, donde ya es habitual la presencia de ponentes foráneos que comparten su experticia a través de conferencias magistrales. Las exposiciones sobre buenas prácticas de comunicación en entidades cubanas seleccionadas, por su cercana realidad, son de las actividades más aprovechadas, que generan debates prolíficos entre los participantes. El festival, además, sirve para construir alianzas, establecer convenios institucionales y fortalecer la integración del gremio.
 
“¿Al servicio de quién está nuestro trabajo? ¿En función de qué están nuestras competencias profesionales?” Abría con esta reflexión inaugural la presidenta de la ACCS, Rosa María Pérez, destacando la significación que para el perfeccionamiento de nuestra sociedad socialista tienen los comunicadores. Temas como las relaciones públicas, la publicidad, la comunicación interna (entiéndase al interior de las organizaciones), la comunicación de bien público, la responsabilidad social, la protección de datos en entornos digitales y las nuevas tecnologías e internet, integraron el centro de los análisis.
Trascendiendo el aprendizaje, cada tópico atrajo nuevas dudas e incertidumbres, que se reflejan también en desafíos concretos de los comunicadores sociales cubanos, en actitudes y prácticas que asumir, en cuestiones por hacer, en transformaciones y miradas osadas que tributen al impulso de los diferentes ámbitos de actuación.
Quizás así, a base de esfuerzo, resultados y legitimación, la Comunicación Social obtenga cada vez mayor reconocimiento en nuestro país. Quizás así, frente a una terrible boleta en blanco que definirá sus vidas, los estudiantes de duodécimo grado conozcan sobre la carrera, más allá de solo un par de asignaturas exóticas en el plan de estudios.

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