sábado, 17 de diciembre de 2011

Entrega la CIDH a Argentina archivos desclasificados de vuelos de la muerte

Los documentos son mayoritariamente del espionaje de Uruguay
Stella Calloni
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 17 de diciembre de 2011, p. 22
Buenos Aires, 15 de diciembre Por primera vez en poco más de tres décadas la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) entregó hoy a la justicia archivos desclasificados que contienen unas 130 fotografías e informes probando la existencia de los vuelos de la muerte, por medio de los cuáles se arrojaban al mar a detenidos-desaparecidos durante la pasada dictadura; vivos o muertos.

Los documentos ofrecen imágenes dramáticas de cuerpos torturados con las piernas y las manos atadas, que eran llevadas en los aviones, arrojados al mar y arrastrados por las aguas a las costas de Uruguay; y serán entregados al juez Sergio Torres, que juzga los delitos de lesa humanidad cometidos en el Centro de Detención de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).

Ante solicitudes de Argentina y viajes de algunos jueces a Estados Unidos para obtener estos legajos, finalmente se logró que la CIDH descalificara documentación al considerar que sería clave para los juicios que se llevan adelante en Argentina.

Los informes son mayoritariamente de la Prefectura y los servicios de Inteligencia de Uruguay hacia cuyas costas las corrientes llevaban los cadáveres.

La visita del Juez Torres a la sede de la CIDH en Washington, permitió ubicar unas 65 cajas que, como ya se informó, que contenían información valiosa para los juicios, lo que decidió a ese organismo a incorporarlos por primera vez, considerando la importancia que estos tenían como pruebas de los delitos de lesa humanidad.

En las costa de Uruguay se recogieron varios cadáveres durante las pasadas dictaduras en ambos países, que en un principio se identificaban como supuestow marineros de barcos orientales, aprovechando las condiciones en que estaban los cuerpos, tras varios días en las aguas.

Los informes enviados describían estos cadáveres; el sexo de las víctimas, puede calcularse la edad y dan cuenta con la precisión fría que se usa en estos casos de “indicios de violencia” (torturas) “probablemente con objetos punzantes”, fracturas múltiples en brazos y piernas, cráneo y cara destrozados, entre otras terribles huellas del horror. incluso signos de violación.

También hay un tipo de ropa o marcas que indican que se fabricaban en Argentina.
Esto hizo recordar a un caso juzgado recientemente del niño de 14 años Floreal Avellaneda, hijo de militantes del partido Comunista quien fue secuestrado junto a su madre en Buenos Aires y su cuerpo arrojado al mar apareció en las costas de Uruguay con signos de terribles torturas y empalamiento.

Una de las fotos podría corresponde a este caso, ya que cuando la comisión estuvo en Buenos Aires durante la pasada dictadura militar, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre había logrado tener esta imagen que entregó a los observadores.

Recién en 1983, la madre del niño que sobrevivió pudo ir a Uruguay, al lugar donde presuntamente estaba enterrado el cuerpo de su hijo, pero le informaron que esos restos habían sido trasladados a otros lugar o posiblemente incinerados. Algunas declaraciones testimoniales en Uruguay han mencionado que en la llamada “operación zanahoria” se sacaron cuerpos de víctimas para cremarlos en hornos rudimentarios y no dejar evidencias.

Hay informes desde el año 1975, sobre cuerpos recogidos en las costas uruguayas que corresponderían a desaparecidos argentinos. En todos los casos los mapas muestran lo lugares de hallazgo-y esto lleva a pensar en el lugar de entierro- y las corrientes indican que esos cadáveres provenían de Argentina.

En el juzgado se señala que los cuerpos tienen huellas de las distintas torturas aplicadas, incluso picanas y las ataduras, además de los tiempos en que habían sido arrojados al mar. Son registros muy importantes, incluso para buscar los cuerpos, si se pueden hallar, o algunos datos que puedan orientar hacia las identidades.

“Es posible pensar que copias de ese juego u otras distintas hayan sido las imágenes que capturó un ex marino uruguayo, Daniel Rey Piuma, que desertó de la fuerza, pidió refugio en Brasil y difundió las imágenes a través de una organización civil a comienzos de los ’80 y luego publicó un libro en 1988: “un marino acusa”, como señala hoy Página 12. Pero esencialmente estas fotografías e informes son pruebas judiciales, sin duda, incluso indican en las condiciones y cómo los arrojaban al mar.”

Otros jueces solicitarán la documentación en otras causas donde que involucran al ejército en los vuelos de la muerte.

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