domingo, 11 de diciembre de 2011

Bajo la Lupa



Celac: agonía de la OEA y segunda muerte de la Doctrina Monroe y el ALCA

Alfredo Jalife-Rahme
Antecedentes: son tiempos del lulismo en América Latina (AL). Desde 2002, había vaticinado lo que a mi juicio representa(ba) el lulismo:Salvación de Brasil y AL” (“Incandescencia neoliberal y esperanza con Lula”; revista Vértigo, 8/12/02).

Tras el triangulado golpe de Estado presuntamente promovido por EU en Honduras, con el propósito avieso de torpedear la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) –ahora constituido por ocho países de los 33 de AL–, pareciera que Washington sea más tolerante a la ola del lulismo en la región, en la fase del incipiente orden multipolar.

Una ex guerrillera, Dilma Rousseff, gobierna el principal polo de poder de AL, mientras el presidente peruano de corte nacionalista-socialista, Ollanta Humala (ollanta en quechua significa: “el guerrero que desde su atalaya todo lo ve”) ha confesado tener como referente a Lula: “Si algún modelo tiene éxito es el brasileño” (larepublica.pe, 26/4/11).

Hace un mes estuve en Bogotá, donde viví el inesperado ascenso de un ex guerrillero, Gustavo Petro, como alcalde de la capital colombiana y presenciar la debacle del modelo neoliberal- facistoide del ex presidente Uribe (el sosias de Calderón).

En Paraguay, el presidente Fernando Lugo no se encuentra nada distante del lulismo del que la asombrosa presidenta de Argentina, Cristina Fernández, es una de las principales aliadas geoeconómicas.

En entrevista reciente con el muy solvente conductor de televisión y radio en Estados Unidos (EU) Rubén Luengas, me atreví a formular que AMLO representa el estereotipo feliz del “Lula mexicano”.

El lulismo se ha impuesto como una de las corrientes principales de AL –cuando EU ha hecho lo imposible tanto por la vía militar como por el método subversivo (que incluye la propaganda negra) para detener el ascenso del Alba–, no seré cruel en hacer leña de los árboles caídos del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) ni del difunto Plan Puebla-Panamá, el demencial plan bushiano-foxiano-castañedista.

Hechos: el presidente de Venezuela, Hugo Chávez –quien exhibe una fortaleza titánica pese a su cuarta sesión de quimioterapia debido a su lamentable enfermedad– convocó a una reunión antigravitatoria para dar nacimiento a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), a la que concurrieron hasta algunos latinófobos “caballos de Troya”, quienes prefieren ser esclavos de Estados Unidos (EU) y Canadá, en lugar de estar en la primera fila del futuro halagüeño que se presagia para AL como uno de los principales polos del incipiente orden multipolar (“Hacia el bloque transregional de Latinoamérica y los países árabes”, Bajo la Lupa, 7/12/11)

Chávez, quien guste o no –quizá debido a su formación militar estratégica–, posee un profundo conocimiento de la geopolítica, aseveró que la cumbre fundacional de la Celac representó “en 100 años lo más importante en este continente”. Chávez entendió perfectamente que la Celac “no hubiese sido posible” de “no haber cambiado el mapa geopolítico en la región” y avizora que “es el tiempo de América Latina y el Caribe” para construir “un espacio geopolítico tal cual era el proyecto de Bolívar”.

Chávez parece haber hecho caso de mis prudentes advertencias durante la conferencia que impartí en Caracas, de no seguir el modelo monetarista y fiscalista de la Unión Europea (UE), hoy en desasosiego: “La Celac nunca (sic) caminará por el rumbo de la UE, donde no hubo liderazgos capaces (sic) ni fuerzas populares (sic) que obligaran a cambios profundos” (La Jornada, 9/12/11). Altos funcionarios del gobierno venezolano me comentaron que Chávez estuvo atento a mi ponencia desde un hospital.

Dilma Rousseff, presidenta de BrasilFoto Xinhua
Se aprobó la histórica Declaración de Caracas y, en forma deportiva y nada ideologizada, recayó la presidencia pro témpore en el chileno Sebastián Piñera, quien ha manifestado tener un enfoque geoeconómico más que pinochetista. En forma lúcida, Piñera invitó a “mirar hacia el futuro” (elmundo.es, 9/12/11). Queda atrás totalmente derrotada la aciaga fase de los estériles ejes antagónicos en el hemisferio que impulsó la dupla bushiana de Fox-Castañeda.

La transversalidad de la Celac es azorante cuando Cuba, expulsada de la OEA en 1962 por encargo de EU, acogerá su próxima cumbre el año entrante. La custodia del tesoro promisorio de la Celac está en manos de una troika: Venezuela, Chile y Cuba.

La Celac conjunta a los 33 países de AL y nace con el legado político del Grupo de Río y la Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC). En forma significativa y por razones culturales evidentes, EU y Canadá, dos países de la anglósfera con poderosas minorías “latinas”, no forman parte del nuevo bloque.

El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, puso el dedo en la llaga sobre el papel entreguista de la OEA a la agenda unilateral de EU: “Es claro que necesitamos un nuevo sistema latinoamericano. Sus sesgos y atavismos acumulados la vuelven ineficiente y poco confiable para los nuevos tiempos” (Yahoo, 9/12/11). ¡De acuerdo!

La Doctrina Monroe de 1823 –que no era “América para los americanos”, sino “América para EU”– degeneró en la demolición de la integración sudamericana de Simón Bolívar, fallecido siete años más tarde. La eyección del ALCA, enterrada en Mar del Plata en 2005, significó la primera muerte de la Doctrina Monroe. Hoy la resurrección del sueño bolivariano de la Celac aniquila por segunda vez el irredentismo unilateral de la Doctrina Monroe.

No encontré nota relevante alguna en la prensa pro anglosajona sobre la génesis de la Celac, salvo notas de sus palafreneros regionales como lanación.com (8/12/11) que fustiga a Celac como “otro proyecto aislacionista”. ¡Cómo les dolió!

No faltan análisis de relieve quienes no soslayan la afectación a los intereses hegemónicos de EU y Gran Bretaña (v. gr. el contencioso de Las Malvinas y el boicot a Cuba).

Es interesante contemplar la percepción tanto de China –que saludó la creación de la Celac, a diferencia del estruendoso silencio de la anglósfera, la OTAN y la UE– como de Rusia, uno de cuyos órganos, Russia Today (4/12/11) sopesa su loable asunción en medio de los desafíos “a su unidad e integración”.

Russia Today pone de relieve la opinión de “políticos, analistas y expertos internacionales” quienes consideran que la Celac “podría remplazar a la obsoleta OEA de la que forman parte EU y Canadá” . La OEA, cuya sede se ubica en Washington, “es incurable porque sufre de metástasis imperial”. ¡Olé!

Conclusión: existe el peligro de que EU vaya a sabotear y balcanizar el nuevo bloque (que tiene en su seno a varios caballos de Troya). Se espera que el revire de EU y GB contra la Celac sea brutal, cual su costumbre.

La OEA, instrumento del caduco orden unipolar, opera en sentido contrario a la Celac –joya de la incipiente multipolaridad– y hoy son incompatibles y mutuamente excluyentes.

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