Revolución cubana persiste pese a hostilidad de gobiernos de EE.UU.
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Revolución cubana persiste pese a hostilidad de gobiernos de EE.UU.
Próxima a las seis décadas, la Revolución cubana hoy puede exhibir
con orgullo su permanencia y aspiraciones de seguir adelante...
Próxima a las seis décadas, la Revolución cubana acumula un prontuario de agresiones del gobierno estadounidense en su contra y pese a tan enconada hostilidad, hoy puede exhibir con orgullo su permanencia y aspiraciones de seguir adelante.
Tal diferendo se ha expresado en diversos ámbitos, desde ataques
verbales y campañas de difamación hasta la agresión armada directa, como
la invasión mercenaria aupada por el Pentágono y liquidada en menos de
72 horas en Playa Girón, en abril de 1961.
Antes de enero de 1959, el gobierno de Estados Unidos ofreció un
ilimitado apoyo militar al dictador Fulgencio Batista y trató de
escamotear el triunfo del Ejército Rebelde.
Medidas de amplio apoyo popular como la rebaja de alquileres de las
viviendas, disminución del precio de los medicamentos, intervención de
monopolios en manos de compañías extranjeras -como la electricidad y el
teléfono-, así como la primera Ley de Reforma Agraria (1959) que
proscribió el latifundio, entre otras, granjearon al joven gobierno
revolucionario la enemistad de la Casa Blanca.
Se sucedieron desde entonces intentos de aislamiento político y
diplomático, fomento de planes subversivos y sabotajes, secuestros de
aeronaves y embarcaciones, infiltraciones de agentes e incursiones
piratas, así como el estímulo a bandas contrarrevolucionarias en las
zonas montañosas, liquidadas a la postre en 1965.
No faltaron las agresiones biológicas con afectaciones directas a
personas, animales y cultivos, las cuales ocasionaron irreparables daños
humanos y pérdidas millonarias a la economía.
En las Demandas del pueblo de Cuba al gobierno de Estados Unidos por
daños humanos (1999) y económicos (2000) quedan expuestos algunos
ejemplos.
La introducción del agente etiológico del virus del dengue tipo 2 a
través de grupos anticubanos radicados en Estados Unidos, provocó en
1981 una epidemia con un balance de 158 ciudadanos fallecidos, de ellos
101 niños.
En 1978 la roya, una de las enfermedades más agresivas de la caña de
azúcar se extendió a todo el país y afectó severamente sobre todo a la
variedad Barbados-4362, de altos rendimientos agrícolas e industriales y
que era en esa época la predominante en las plantaciones cubanas.
Asimismo en 1971, 1979 y 1980 debieron ser sacrificados centenares de
miles de cerdos atacados por la Fiebre Porcina Africana, mientras el
Moho Azul del tabaco destruyó más del 85 por ciento de las plantaciones
del importante renglón productivo.
Los planes de asesinato y atentados contra dirigentes cubanos también
figuraron en el prontuario de la Agencia Central de Inteligencia para
descabezar la Revolución cubana.
Solo en el caso del líder Fidel Castro, los órganos de la Seguridad
del Estado documentan 637 planes o tentativas de acabar con su vida.
Quizás el bloqueo económico, comercial y financiero constituye el
instrumento más visible de la política de la Casa Blanca y el Congreso
norteamericano contra la nación caribeña.
Ha sido aplicado y reforzado desde febrero de 1962 a través de una
amalgama de leyes, normas y decisiones ejecutivas de 12 administraciones
sucesivas.
Las leyes Torricelli (1992) y Helms-Burton (1996) condensan buena
parte de esta política unilateral y extraterritorial dirigida a socavar
el orden interno en Cuba y entorpecer el comercio, incluida la amenaza
de sanciones contra terceros países.
Desde 1992, Cuba presenta en Naciones Unidas un proyecto de
resolución donde resume las principales afectaciones que este acto
calificado como genocidio provoca en los distintos sectores de la vida
económica y social del país, además de exigir su inmediato
levantamiento.
En noviembre último, 191 naciones respaldaron la demanda de la Mayor
de las Antillas, con las únicas excepciones de Estados Unidos e Israel.
El restablecimiento de relaciones diplomáticas entre La Habana y
Washington en julio de 2015 entrañó un reconocimiento explícito del
fracaso de una política agresiva de más medio siglo.
Veintitrés memorandos de entendimiento y acuerdos en áreas como
salud, protección del medio ambiente y aplicación de la ley confirmaron
las posibilidades y beneficios del diálogo bilateral entre ambos
gobiernos sobre la base del respeto mutuo.
No obstante, el expresidente Barack Obama (2009-2017) no desechó la
idea de acabar con el proceso revolucionario 'por otras vías'.
Así lo han observado expertos cubanos quienes se refieren a las
limitadas y selectivas medidas adoptadas por la anterior administración,
a fin de empoderar al sector privado y tratar de convertirlo en punta
de lanza contra la actualización del modelo económico social de
orientación socialista emprendido en 2010.
Las recientes medidas de la administración del presidente Donald
Trump para tratar de afectar la industria turística nacional parecen
retrotraer las posiciones de Washington hacia una estrategia de
confrontación y amenazas probadamente fracasadas y ancladas en el
pasado.
La permanencia de la revolución cubana casi 60 años después del triunfo de enero de 1959 así lo demuestra.
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