Bajo la Lupa
Gazprom expone la “burbuja” del gas esquisto (shale gas) de EU
Alfredo Jalife-Rahme
Protesta de rumanos contra la intención de la trasnacional Chevron de explorar en busca de gas esquisto en Barlad, 266 kilíometros al noreste de Bucarest, la semana pasadaFoto Reuters
En similitud con la polémica entre geólogos y banqueros sobre el pico del petróleo” en la década de los 90 –que obviamente ganaron los primeros–, se han vuelto a dividir los mismos actores sobre el controvertido “gas esquisto” ( shale gas), con una aplastante mayoría –que controla a los multimedia “occidentales” bajo la férula neoliberal financierista– que exulta la “revolución tecnológica” del fracking (fractura hidráulica) que le otorgará a Estados Unidos su “independencia energética” susceptible de sepultar a la OPEP y a Rusia (ver Bajo la Lupa, 29/4/12; 19 y 26/12/12; 6 y 10/2/13), frente a una ínfima minoría que desnuda la “burbuja” bursátil de la insuflación bancaria de Wall Street (ver Bajo la Lupa, 13/2/13; 6 y 17/3/13).
En referencia a la “geopolítica revolucionaria del gas esquisto, según BND” (espionaje alemán), concluí que “llama la atención que no exista réplica científica ni geopolítica del lado ruso a los enajenados soliloquios anglosajones carentes de la imperativa antítesis de la dilecta dialéctica hegeliana” (Bajo la Lupa, 10/2/13).
Pues parece que los rusos escucharon nuestra plegaria dialéctica 50 días más tarde, mediante una entrevista al canal estatal Rossiya 24TV de Alexey Miller, mandamás de Gazprom, quien considera que la extracción del gas esquisto en Estados Unidos es “infructuosa” (sic) y “no es competencia” (sic) para la empresa de energía rusa ( The Voice of Russia, 30/3/13).
La crítica de Gazprom no es menor: posee 50.01 por ciento de propiedad estatal rusa y, pese a su abrupto desplome bursátil (30 por ciento), ostenta las mayores ganancias del mundo (44 mil 460 millones de dólares) en el ranking de las 500 primeras trasnacionales de Fortune/CNN (2012).
Sin tapujos, Alexey Miller devela y desvela que la “industria del gas esquisto de Estados Unidos es una burbuja” (¡supersic!). No es extraño cuando la dupla anglosajona Wall Street/la City se ha consagrado a la bursatilización de sus múltiples burbujas bajo el modelo de la desregulada globalización financierista.
Alexey Miller exhibe perturbadoramente que “en la actualidad no existe proyecto alguno (¡supersic!) que conozcamos donde la producción del gas esquisto sea redituable” (sic), y señala puntualmente que Estados Unidos permanece con un “déficit de gas” (nota: se ha de referir a todo tipo de gas, desde el natural, pasando por el licuado LNG, hasta el esquisto), cuando el “aumento en el volumen de la producción del gas esquisto corresponde a la caída convencional en la extracción de gas natural en el territorio de Estados Unidos”.
Lo más interesante radica en que para Gazprom “el desarrollo de la producción de gas esquisto en Estados Unidos no le origina ningún riesgo” (¡supersic!) a Rusia y que detrás del aumento de la producción de gas esquisto de Estados Unidos está “su deseo para su seguridad (¡supersic!) energética”.
Para The Voice of Russia “se infiere (sic) que las consideraciones financieras y económicas del gobierno de Estados Unidos son secundarias al objetivo de tener una fuente confiable (sic) de energía” en el propio suelo estadunidense.
A mi juicio, se puede “inferir” también grosso modo que la seguridad energética de Estados Unidos está relacionada con sus dos socios en el TLCAN: Canadá y México, verdaderas potencias geoenergéticas, como “se deduce” tanto en el infame documento Nuevos horizontes del CSIS/ITAM como de la reunión “secreta” de la ASPAN/“TLCAN plus” en el Hotel Banff Spring/Canadá (del 12 al 14 de septiembre de 2006; véase mi libro La desnacionalización de Pemex, Editorial Orfila, 2009).
The Voice of Russia expone que la “extracción del gas esquisto puede ayudar a Estados Unidos a quitarse la dependencia del abastecimiento de energía de Medio Oriente, pero no puede ayudar a sus trasnacionales a competir (¡supersic!) con Gazprom en el mercado europeo”.
Suena interesante cómo, a mi juicio, se perfila la “regionalización energética” en los cinco continentes. Con razón en Estados Unidos sus palafreneros hablan ahora de “seguridad energética de Norteamérica” (¡supersic!); léase: la captura mediante la ASPAN de los recursos energéticos de sus dos vecinos asociados: Canadá y México.
La radio estatal rusa cita a “numerosos expertos” (sic), quienes “creen que el mercado de la revolución del gas esquisto es una burbuja (¡supersic!) creada en Wall Street para engañar a los inversionistas ingenuos” (¡supersic!).
¿No es, acaso, la creación de multiburbujas bursátiles –desde la inmobiliaria hasta la gasera– un engaño deliberado para atraer a cándidos/ neófitos/ masoquistas en el modelo de la desregulada globalización financierista?
Hoy el gobernador en turno de la Reserva Federal es el “nuevo Hamelin”, quien con su flauta entonada por los multimedia/calificadoras/trasnacionales contables desinforma en los cuatro rincones del planeta.
Al unísono de DeDefensa.org (ver Bajo la Lupa, 10/2/13 y 17/3/13), think thank europeo con sede en Bruselas, Alexey Miller expresa que “somos escépticos del gas esquisto… esta burbuja de jabón (¡supersic!) estallará pronto”. DeDefensa no le concede más de dos años.
El oligarca azerí-ruso Vagit Alekperov, presidente de Lukoil, considera que la producción de gas y petróleoa partir del esquisto es “un gran logro de los ingenieros de Estados Unidos”, mediante el fracking y la perforación de pozos profundos, pero “no se trata de ninguna revolución”.
Por cierto, Lukoil, la muy calladita segunda petrolera rusa, es todavía propiedad mayoritaria de los oligarcas rusos, donde insólitamente la privada ConocoPhillips (EU), cuarta en el ranking Fortune/CNN, posee el 20 por ciento accionario a cambio de gasolineras rusas privadas en suelo estadunidense.
Resaltan otra vez las promiscuas relaciones “híbridas” entre las petroleras de Rusia y Estados Unidos, estatales y privadas (ver Bajo la Lupa, 7/4/13).
Llama la atención que Vagit Alekperov se pase por el arco del triunfo la evidencia de todo el daño ambiental del fracking que la revista Geology, después de Scientific American (15/6/12), ha señalado como causal de terremotos, ya no se diga la contaminación de mantos freáticos y de la naturaleza (Documental GASLAND).
Después de mofarse de una equivalente “revolución del gas esquisto” en Gran Bretaña, The Voice of Russia aduce que “a pesar de los éxitos (¡supersic!) de la industria del gas esquisto en Estados Unidos, el futuro del mercado energético europeo es todavía dependiente de los productores de gas convencional, como Gazprom”.
A The Voice of Russia le faltó señalar las fuertes reticencias que provoca el fracking en Europa.
Sea lo que fuere, nada ni nadie detiene la fogosidad tecnológica que se ha apoderado de los círculos estratégicos de Estados Unidos, como Robert Bryce, del Instituto Manhattan (NCPA, 9/4/13), quien asegura que la “innovación garantiza un futuro más que brillante (¡supersic!) en la producción de energía”–del petróleo (en la profundidad de los océanos con submarinos y robots) y el gas (natural, licuado LNG y esquisto)–, lo cual desembocará en “un abasto confiable (sic), abundante y barato”.
Entre el Instituto Manhattan y Gazprom, uno de los dos se equivocará irremediablemente.
alfredojalife.com
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