Bajo la Lupa
Reajustes geoestratégicos en torno a la península coreana
Alfredo Jalife-Rahme
Soldados surcoreanos participan en un ejercicio militar cerca de la zona desmilitarizada que separa a las dos Coreas, en Paju, al norte de Seúl, ayerFoto Reuters
Antecedentes
La desnuclearización de la península coreana estuvo a punto de ser resuelta por la intermediación del ex presidente Carter con el presidente Clinton, a quien le faltó tiempo para implementar el arreglo a cambio de una sustancial ayuda económica, proceso que fue descarrilado cuando Baby Bush colocó a Norcorea en su agenda bélica del “eje del mal”, al unísono de Irak (destrozada) e Irán (puesta en jaque).
Un contencioso anacrónico de la guerra fría se ha infectado ominosamente por la dinámica que se desenvuelve en el noreste de Asia debido a la escalada estratégica de la doctrina Obama y su “política de contención de China”, concomitante con el despliegue del cerco geoeconómico de la Alianza del Pacífico (TPP, por sus siglas en inglés; al que Calderón incorporó a México).
Hechos
En forma inusitada se escenificaron coincidentes cambios de poder en cuatro de los seis participantes en la negociación de desnuclearización de la península coreana: China (presidente Xi Jingpin), Japón (premier Shinzo Abe) y las dos Coreas (Norte: Kim Jong-un, y Sur: primera mujer presidenta, Park Geun-hye), lo cual pudiera ser extensivo a la segunda administración Obama con la llegada al Pentágono de Chuck Hagel y al Departamento de Estado de John Kerry.
Tales ajustes político/administrativos –con la excepción relativa de Rusia (donde Vlady Putin transmutó su poder de primer ministro a presidente el año pasado)– se han reflejado en la escalada que llegó a su paroxismo en Semana Santa, que amainó mediante la asombrosa colaboración entre Rusia y Estados Unidos.
La escalada de retórica nuclear en la península coreana comporta específicas características interactivas a escala local, regional y, sobre todo, global entre las tres superpotencias geoestratégicas: Estados Unidos, Rusia y China.
Los “juegos nucleares de guerra” tanto unilaterales de Norcorea como bilaterales de Estados Unidos/Corea del Sur alcanzaron un delicado nivel que pudo haber desencadenado una guerra regional, más que en forma voluntaria, por un accidente y/o error de cálculo y/o sobrerreacción de los actores cuando la retórica bélica nuclear de Pyongyang fue superada en la puja por el envío del avión furtivo ( stealth) B-2 de Estados Unidos con una carga de 16 bombas nucleares a la frontera de Norcorea, que posee seis bombas nucleares: dato proporcionado por Mohamed El-Baradei, ex director de la AIEA, en una comida privada del canciller mexicano Luis Ernesto Derbez, a la que concurrí como representante de IPPNW (premio Nobel de la Paz 1985).
La retórica bélica fue detenida el domingo de Pascua gracias a la intervención rusa que aclaró que no existía declaración de guerra de Norcorea a su país hermano Corea del Sur, sino que había sido “un error de traducción” ( The Voice of Russia, 31/3/13), mientras el recién ungido presidente chino Xi Jinping, después de haber fortalecido su alianza estratégica militar con Rusia (Bajo la Lupa, 20/3/13), no modificaba su gira africana.
Se notaba que Rusia, que tiene una frontera mínima de 17.5 kilómetros con Norcorea (China tiene mil 416 kilómetros), diluía el vino bélico de las partes. Un domingo después al de Pascua, el Pentágono decidió posponer por un mes la prueba de su misil estratégico intercontinental con ojivas nucleares (ICBM) Minuteman III (Afp, 7/4/13) como medida de buena voluntad hacia Rusia, lo cual fue agradecido públicamente por Vlady Putin durante su visita a la Feria de Hanover (RIA Novosti, 8/4/13), quien instó a sus “socios (sic) de Norcorea” a tomar en cuenta la decisión del Pentágono con el fin de desactivar la crisis.
A diferencia de la imperturbable tranquilidad de Corea del Sur (donde no existió pánico ni desplome de su bolsa), la preocupación de Vlady Putin fue notable: “Si se desata un conflicto nuclear en la península coreana, Chernobyl aparecería como un cuento de niños” ( Russia Today, 8/4/13).
En ese momento ya se habían ajustado a nivel nuclear las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Rusia, que curiosamente han progresado aceleradamente con la insólita declaración del muy influyente viceprimer ministro ruso Dmitry Rogozin, quien considera que el despliegue misilístico de defensa de Estados Unidos es un bluff ( The Moscow Times, 16/4/13).
Claro: días antes Chuck Hagel, flamante secretario del Pentágono, había desmantelado la cuarta fase del escudo de defensa de Estados Unidos de las fronteras rusas para recolocar su maquinaria misilística en Alaska, con el fin de defenderse de la “amenaza norcoreana”.
En esta partida multidimensional de ajedrez a escala global/regional/local el reajuste misilístico de Estados Unidos en Alaska favorecía la “contención de China” de la doctrina Obama.
De regreso a Pekín, el presidente Xi expresó que estaba en contra del “caos” en la península coreana con fines de satisfacer “intereses egoístas”: declaración inespecífica que fue interpretada por el geoestratega Zbigniew Brzezinski ( Joe Morning, 9/4/13) como un jalón de orejas al mandatario juvenil de Norcorea, pero que otros interpretaron también como una dedicatoria simultánea a la doctrina Obama.
China se ajusta así, después de Rusia y Estados Unidos, a la nueva correlación local/regional de fuerzas que implica también al vecino Japón, que participa en el nuevo reacomodo regional.
Dos semanas más tarde al clímax del domingo de Pascua, el flamante secretario del Departamento de Estado, John Kerry, realizó un viaje significativo a Corea del Sur, Japón y China con el fin de desactivar las graves tensiones en la península coreana y en el noreste asiático, que incluyó un llamado conciliador para un diálogo “auténtico” con Norcorea ( Global Times, 16/4/13).
Como que los seis países involucrados en el contencioso nuclear de la península coreana reajustan sus relaciones a un nuevo nivel geoestratégico.
El mismo Obama aminoró la capacidad de Norcorea en ensamblar una ojiva en sus misiles (“ delivery system”): Yonhap News (16/4/13).
Conclusión
No se puede deslindar la crisis en la península coreana de la confrontación entre China y Japón por la soberanía de las islas Diaoyu, como asienta subliminalmente el reciente Libro blanco de defensa nacional de China y sus “nuevos desafíos en seguridad”, cuando la región Asia/Pacífico se ha convertido en una “escena significativa para el desarrollo económico del mundo y la interacción estratégica entre las grandes potencias”; Estados Unidos “ajusta su estrategia de seguridad en Asia/Pacífico y el escenario regional sufre profundos cambios” ( Global Times, 16/4/13).
La alusión a Estados Unidos no pasa inadvertida: “cierto país ha fortalecido sus alianzas militares en la región Asia/Pacífico, ha expandido se presencia militar en la región y frecuentemente hace más tensa la situación allí”.
Un editorial del Global Times (16/4/13) señala que el Libro blanco está “mayormente consagrado a temas marítimos” y a los “intereses foráneos” de China, que exhibe “ajustes estratégicos prácticos”.
Tanto los “juegos nucleares de guerra” bilaterales de Estados Unidos/Corea del Sur como los unilaterales de Norcorea reflejan la nueva dinámica en el noreste asiático y su dramático ajuste estratégico regional debido a la doctrina Obama de cerco a China.
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