lunes, 5 de agosto de 2019

Los remedios de la abuela nunca pasarán de moda

Escrito por  Vladia Rubio / CubaSí
La medicina natural y tradicional siempre ha tenido espacio en el botiquín de los cubanos. En estas vacaciones, de seguro, seguirá a la mano.

Ahora que en varias partes del planeta la llamada salud móvil es mucho más que ciencia ficción, a la vez que la prevención conectada o prevención 2.0 igual se va abriendo sitio, gracias a la tecnología digital, hablar de curar el dolor de barriga con un cocimiento podría mover a risa.

Sin embargo, los remedios de la abuela parece que, al menos en esta geografía, nunca pasarán de moda, aun coexistiendo con los avances médicos.

Es más, son de las abuelas, de las tatarabuelas, y todavía mucho más para atrás, porque diarios y cartas de los conquistadores dan cuenta del saber en ese ámbito de los pobladores del llamado Nuevo Mundo.
Tanto sabían los aztecas, combinando conocimientos médicos con magia y religión, que hasta tenían inventariados jugos vegetales para adormecer a los pacientes antes de operarlos y empleaban cabellos para coser las heridas.
Conocían de unas setenta enfermedades para las que disponían de tratamientos basados en medicinas de origen vegetal, animal o mineral. Identificaban propiedades curativas en más de 130 plantas y, buscando tener la «farmacia» surtida, mantenían jardines botánicos, donde cultivaban esas y otras plantas de las que estudiaban sus propiedades medicinales.

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En detalle no ha llegado a nuestros días ese saber, pero, gracias a los llamados cronistas de Indias, se asegura que en Cuba, como en el continente americano, también existieron algunas prácticas médicas entre sus pobladores originarios.
Vieques se les llamó a los primeros «médicos» cubanos, quienes echaron mano a plantas como la yerba santa, la guásima, la manzanilla, la piña, la guayaba, el bejuco, el tabaco, la canela, la verbena y la jagua, entre otras, para curar padecimientos que incluían desde parásitos intestinales hasta el asma.
La colonización igual dejó su impronta en la historia de la medicina cubana y, luego, también la migración china.
En un verdadero ajiaco, que alcanzó también al dispensario de la botica, todos esos antecedentes tributaron al desarrollo en Cuba de la Medicina Natural y Tradicional.
A esta se enlazó cierto saber ancestral y hasta intuitivo, heredado a viva voz de una a otra generación, y que desemboca, alguna que otra vez, en una buena tisana, caliente y olorosa, para el aquejado de catarro o de males de barriga.
Tómate este cocimiento
Que levante la mano el cubano que no haya escuchado alguna vez a sus mayores sugerir la ingestión de un cocimiento, tisana o tecito para este o aquel padecimiento.
La manzanilla y el tilo se llevan las palmas taza en mano, pero sin obviar al binomio de miel con limón, lo mismo para el catarro, que para la tos o la ronquera.

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¿Y qué decir del caldo de pollo? ¿A cuántos no se les ha recomendado, o casi se les ha obligado, a tomar un humeante y contundente caldo de pollo para ayudarle a «sudar la fiebre» o a reponerse de una enfermedad, decaimiento o desmayo?
Una gotas del aceite en que se fríe una hoja de orégano ha socorrido a más de un aquejado por dolor de oídos, en tanto las gárgaras de agua tibia con sal han ayudado a frenar no pocas amigdalitis.
Si el problema viene por la acidez estomacal, pues sábila. El aloe vera o sábila tiene muchísimos usos: para afecciones de la piel, para la mucosa gástrica, para reducir niveles de glucemia en sangre, y también para acelerar el metabolismo.
De un poco más atrás en el tiempo, y más remitidas a zonas rurales, datan las fricciones con sebo de carnero para bajar una inflamación o aliviar un dolor articular; y las hechas con enjundia (grasa) de gallina para atajar un resfrío o bronquitis. Eso, sin olvidar el uso del aceite de coco o cualquier otro para ayudar a «quitar el empacho».
Una parte de lo enunciado hasta aquí no cuenta con respaldo científico, pero otra, sobre todo la asociada con la Medicina Natural y Tradicional, sí que lo tiene.
En Cuba, las modalidades de la medicina natural que se emplean institucionalmente son las que tienen validación científica y tradicional. Su indicación está regida por el Programa para el Desarrollo y la Generalización de la Medicina Natural y Tradicional del Ministerio de Salud Pública (Minsap).
Ese ministerio reconoce y controla una decena de modalidades dentro de este tipo de medicina, entre ellas la acupuntura, la apiterapia, la ozonoterapia y la fitoterapia.
Esta última, también conocida como Medicina Verde, sin dudas, se lleva la medalla entre las más conocidas y puestas en práctica.

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El doctor Johann Perdomo, jefe del departamento de Medicina Natural y Tradicional del Minsap, había informado, a mediados del pasado mes, que existía un avance en la producción de medicamentos a partir de productos naturales, y se aspiraba llegar a 170 de los mismos.
El directivo dio a conocer que el asunto no era solo aumentar en variedad, sino también incrementar volúmenes de producción, al punto que la aspiración para este año es fabricar 90 millones de unidades de esas medicinas.
En este verano de bien merecidas vacaciones, ojalá no haga falta echar mano a esos u otros remedios.
Pero, si no se ha sido precavido, y, por ejemplo, buscando un buen bronceado terminamos achicharraditos de vuelta y vuelta, entonces, abuela recomendará echarse agua con vinagre, yogurt natural o sábila.
Si el origen del malestar estuvo en un atracón, pues, lo dicho: un cocimiento de manzanilla o de toronjil de menta.
Y si la cosa no mejora, pues corriendo al médico, que siempre tendrá la última palabra. Pero mejor prevenir para disfrutar de un verano feliz.

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