Latinoamérica, la región más peligrosa para activistas: AI
Emir Olivares Alonso
Periódico La Jornada
Lunes 22 de julio de 2019
Lunes 22 de julio de 2019
América Latina es la región más peligrosa del mundo para
ser activista. Al menos 212 defensores de derechos humanos fueron
asesinados en 2017. Frente a esa realidad, Amnistía Internacional (AI) y
Ciudadanía inteligente (CI) presentaron un plan de acción para los
próximos dos años con el fin de atender las amenazas urgentes contra los
activistas en la región, en particular los jóvenes.
Del 9 al 11 de julio ambas organizaciones realizaron en Tlaxcala el
Encuentro Regional Colectiva, en el que participaron 100 defensores de
derechos humanos de 14 países latinoamericanos, en el que se discutieron
los riesgos y expusieron propuestas para crear mejores sociedades, impulsar procesos sociales e inspirar cambios políticos para una cultura de la protección.
Renata Ávila, directora de CI, y Garance Tardieu-Ziolkowsky, integrante de AI, indicaron que los trabajos identificaron cuatro desafíos: violencia política, cleptocracia, crisis ambiental y tecnología.
Los asistentes al encuentro definieron un plan de acción con los temas urgentes por atender: la extracción de recursos naturales, la impunidad en crímenes políticos, la trasnacionalización de la corrupción, la cultura del miedo y el silencio y la desigualdad digital.
El objetivo, dijeron, es que a partir de estas propuestas se puedan
enfrentar las problemáticas que aquejan a los activistas en América
Latina y se promueva mayor diversidad de las mujeres en política, más
autonomía para comunidades indígenas, la creación de políticas públicas
para
el buen viviry más redes autónomas feministas, también detener los despojos de tierras, dotar de mayor poder a la ciudadanía y desnaturalizar la corrupción.
Un punto central es emprender acciones en favor de los grupos
minoritarios en la región y de quienes defienden sus derechos con una
mayor participación política.
Los asistentes concluyeron que los esfuerzos colectivos son
fundamentales para enfrentar las crisis que se viven en América Latina y
encontrar soluciones a los riesgos que enfrentan los activistas. Se
comprometieron a fortalecer las redes de jóvenes en la región para
proteger los derechos humanos de futuras generaciones.
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