lunes, 22 de julio de 2019

Astillero
¡Gracias, interventor Pompeo! // Tarea hecha, a 45 días // ¡Más que un tercer país seguro! // Sheinbaum y sus centenas
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▲ POR VER NO SE PAGA. En el centro cultural Los Pinos se exhibieron 153 lotes de joyas incautadas al crimen organizado que próximamente serán subastadas.
Foto Cuartoscuro
 
En realidad, la vocera del Departamento de Estado, Morgan Ortagus, sólo planteó como versión oficial de la reunión de este domingo, entre Marcelo Ebrard y Mike Pompeo, que éste agradeció a aquél el incremento en el cumplimiento de los esfuerzos en materia de inmigrantes por parte de México (¡uf!: uno de esos elogios que más valdría nunca recibir), indicaciones iniciales que sugieren que México se está conduciendo a reducir los flujos de migrantes ilegales que llegan a Estados Unidos por su frontera sur.
Sin embargo, tal declaración oficial (disponible en https://bit.ly/2YZT09E) tuvo una traducción más extensa, libre y casi alegre en la interpretación ebrardiana, donde la postura estadunidense, cuidadosa y condicional, fue convertida en una especie de falso triunfo patrio: el secretario estadunidense de Estado, Pompeo, habría reconocido los significativos avances de los operativos mexicanos (gulp astillado, que es emitido en tono de Guardia Nacional impidiendo a unos migrantes irregulares entrar a México y a otros cruzar hacia Estados Unidos: la migra 4T), pero sobre todo, en virtud de esos avances (que, en realidad, son retrocesos en cuanto a la política exterior mexicana) no considera necesario iniciar ningún tipo de negociación con respecto a un eventual acuerdo de tercer país seguro entre México y Estados Unidos.
Mal habría hecho el ocupado secretario Pompeo, quien dedicó poco más de una hora al diálogo con el canciller Ebrard, si hubiera pretendido reabrir expedientes para negociar (oh, sí: México negocia con Estados Unidos) un eventual acuerdo sobre algo que ya ganó Donald Trump mediante un descarado chantaje al que hubo de ceder la administración lopezobradorista. No es necesario buscar el acuerdo explícito para convertir a México en tercer país seguro porque, en los hechos, hemos aceptado convertirnos en país humanitario que recibirá las solicitudes de asilo de esos migrantes irregulares para así quedarse en México mientras Estados Unidos decide si los acepta como refugiados.
Trump sonríe, felicita y da palmadas en la espalda a las autoridades mexicanas en esta etapa (los primeros 45 días del total de 90 establecidos por él como plazo para decidir si aplica aranceles vengativos) porque él ha ganado de manera apabullante. Ya vendrán, en todo caso, otros momentos en los que cambie la narrativa y nos vuelva a etiquetar negativamente y a amenazar. Pero, por hoy, Ebrard y compañía se envuelven en la bandera de la demagogia para aparentar que avanzamos en esta contienda migratoria. ¡Ganamos: seguiremos deteniendo migrantes!
No tiene ningún sentido plausible hacer un informe de labores al cumplir 200 días en un cargo. Vale, en todo caso, el recuento anual y, como obvia excepción única, el de los primeros 100 días de una gestión. Sin embargo, Claudia Sheinbaum decidió organizarse un acto de autosatisfacción política. Es de suponerse que esa vocación por lo centenal habrá de mantenerse: rendición de cuentas cada 100 días, por el tiempo que la ex jefa delegacional en Tlalpan se mantenga al timón chilango.
Lo peor de todo es que, en realidad, no hay nada especial o extraordinario para informar. El pasado 17 de marzo, en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, en el espectáculo por sus primeros 100 días, Sheinbaum reportó en esencia lo mismo que ayer en la Plaza de las Tres Culturas: mucha disposición de trabajo, buena voluntad, cumplidas las metas menores, más o menos previsibles, reiteración del pasado como explicación o justificación de retrasos o incumplimientos en el presente y discurso, retórica. El estancamiento o retroceso en seguridad pública incluso ha sido convertido en avance estadístico bajo el argumento de que antes se maquillaban las cifras y ahora no. Es probable que los capitalinos prefieran más resultados verdaderos (es decir, visibles, realmente perceptibles) que esta fiebre por la rendición de cuentas y los informes forzados que, por otra parte, más parecen simples tretas en busca de posicionamientos políticos perdidos.
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